La imagen del poeta de la selva, sentado en un banco frente a la Casa de la Cultura, que lleva su nombre, es obra de uno de los más importantes artistas de Santa Cruz. Román habla de esta obra y de una extensa carrera de más de medio siglo

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1 de febrero de 2020, 3:00 AM
1 de febrero de 2020, 3:00 AM

Un inconveniente de salud impidió a Heberth Román estar presente en el descubrimiento de la escultura de Raúl Otero Reiche. La obra había sido elaborada por el artista hace varios años por encargo de la Alcaldía, pero la burocracia y otras barreras habían prolongado la espera por descubrirla.

Finalmente, el viernes 24, como parte de las actividades de la Dirección Municipal de Cultura en honor al gran poeta del oriente boliviano, se desveló la imagen del personaje, sentado en un banco de la plaza 24 de Septiembre, mirando al frente, a la Casa de la Cultura, que lleva su nombre.

Fue un momento muy especial para los descendientes de Otero Reiche (1906-1976), como también para el público presente, que no tardó en tomarse fotos y sentarse a lado de la obra, a simular una conversación con el autor de Poemas de sangre y lejanía.

Más especial fue para Heberth Román haber podido inmortalizar en una escultura a un hombre que ya se había hecho inmortal con sus poemas. Otero fue profesor de Román en el colegio Nacional Florida. Allí, el joven artista vivió sus primeros acercamientos a la poesía (antes de dedicarse a las artes plásticas), de la mano de un maestro de lujo.

La obra viene a coronar una carrera artística de más de 50 años y se suma a otra de similar importancia para el autor, la estatua del Cardenal Julio Terrazas, que se encuentra en una de las salidas laterales de la catedral metropolitana de Santa Cruz.

Heberth Román Liaño nació en Santa Cruz de la Sierra en 1949. Estudió en el Instituto de Artes Plásticas General Víctor Felipe Serrano en Santa Cruz y en la Asociación Paulista de Artes Plásticas, de San Pablo (Brasil).

Pertenece a aquella generación de artistas iniciados por el profesor húngaro Jorge Rózsa Obermayer, integrada por Herminio Pedraza, Marcelo Callaú, Carmen Villazón y Tito Kuramotto.

Román se inscribe en la generación vanguardista de los pintores cruceños y su presencia marca un protagonismo estelar que ha trascendido lo regional. Carboncillo, tinta china, sepia, sanguina y pluma son algunas de las técnicas que utiliza. En escultura se preocupa por mantener el estilo figurativista de sus pinturas y da realce a la expresión mediante el uso de materiales nobles, como el bronce o la arcilla.

Varios poemas suyos han sido publicados en antologías nacionales. En 2016 publicó su poemario titulado Manos sin memoria.

_¿Qué significa para Heberth Román la escultura de Raúl Otero Reiche?

Para mí, ha sido uno de mis mayores propósitos. Y ahora es una gran satisfacción ver que se logra perpetuar la figura de uno de nuestros escritores más connotados y laureados, no solo en nuestro territorio sino a escala latinoamericana. La relación personal con el ilustre escritor don Raúl Otero Reiche, que fue mi maestro, fue muy especial.

_ ¿Cuándo se dio cuenta de que su vocación era el arte?

Desde muy temprana edad. Tuve como mentor a mi padre Jesús Román Vaca, como también a Adolfo Román (hijo) y Julio Román Vaca. Considero que ellos fueron los artífices para que yo incursionara en el arte (en su honor, las salas en la entrada de la Casa de la Cultura llevan los nombres de los dos últimos personajes).

_ ¿Qué significaba ser artista en la Santa Cruz de hace 50 años?

Yo me formé en el Instituto de Bellas Artes general Víctor F. Serrano, dependiente de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Conocí a Jorge Rózsa, un polifacético arquitecto, músico y pintor, que fue mi docente. Ahí también conocí a muchos de mis colegas, grandes referentes de las artes plásticas de la región, como Tito Kuramotto, Marcelo Callaú, Olga Rivera y otros nombres importantes, que en aquel tiempo impulsaron un movimiento en el que se manifestó la revolución del arte en nuestro medio.

_ ¿Por qué predominó la pintura por sobre la escultura en su carrera artística?

Cuando ingrese al instituto, tenía mayor interés por la escultura. Mi profesor en este arte era Jorge Chuquimia. Gracias a él conocí las técnicas y logré elaborar mi primer trabajo. Fue en San Javier y estuvo dedicado al teniente general Germán Busch. Asimismo, por esa época, hice una escultura en Padcaya (Tarija), inspirada en los veteranos de la Guerra del Chaco. Después vino una estatua de María Auxiliadora, realizada por encargo del padre Pani, director del colegio Don Bosco. La escultura se encuentra en el ingreso principal de Montero.

Así, realicé muchas otras esculturas. Sin embargo, ocurría que a mí me gustaba que los trabajos en este tipo de arte fueran elaborados en bronce para, de esta manera, inmortalizarlos y que permanecieran en el tiempo y la memoria de los pueblos. Pero luego dejaron de llegarme pedidos en este pueblo, porque al requerir un proceso más complejo en el trabajo, las obras en bronce representaban un mayor costo. Por eso me dediqué más a la pintura. Sin embargo, considero que todo trabajador del arte tiene que saber pintar, tallar, esculpir y, sobre todo, saber dibujar.

_ Los personajes que han protagonizado la mayor parte de sus cuadros son hombres y mujeres corpulentos, generalmente, realizando alguna actividad laboral. ¿Cómo se desarrolla esta particularidad en sus pinturas?

Desde que empecé a crear esos personajes, especialmente mujeres y hombres trabajadores del campo, con esas características físicas, lo hice con el principal interés de darle mayor expresión a mi obra artística.

_¿Qué lo motivó a publicar en 2016 su primer poemario titulado Manos sin memoria’?

Yo escribo poesía desde mis 16 años. Fue a partir del momento en que don Raúl Otero Reiche influye en mi persona y se convierte en alguien determinante para que yo incursionara en el arte de las letras (poesías y aforismos).

Usted, que ha presidido diversas instituciones representantes de los artistas, ¿qué avances considera que se han conseguido para el sector?

Cuando fui elegido presidente a escala nacional de los artistas plásticos, unos de los mayores logros fue haber conseguido la exención de los impuestos para todo el sector. Asimismo, cuando fui el primer presidente del Museo de la Independencia de Santa Cruz, logramos crear un espacio donde se muestre la historia de la lucha en la región.

_ ¿Cuál ha sido la principal satisfacción que le hado el arte?

La principal ha sido lograr en la práctica que mi trabajo me permita, de alguna manera, innovar, crear y manifestar todo mi entorno y mi vida, porque yo nací para esto, este es mi mundo.



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