Opinión

Jalándose de las mechas

9 de octubre de 2020, 5:00 AM
9 de octubre de 2020, 5:00 AM

Hasta la fecha, ese choque de opiniones que representan los debates no ha ocurrido en la forma que quisiéramos. Nos hemos tragado muchos sapos aguantando a candidatos cantar alabanzas religiosas u otras, recitar discursos grandilocuentes, pero es lo de menos. Así es la democracia. Admitir que están en su derecho, así acudan a Dios como compañero de fórmula. Ya lo dijo Pelotumedes, filósofo griego: “Non mandarun a la mierdorun, solo tripas de corazone hacerum”. Creo que tenía la razón. La tolerancia es importante, para ser menos salvajes y más humanos.

Lo que pasa es que hay una pequeña confusión hoy en día al ejercer la democracia. No sé de dónde se han sacado que para hacer prevalecer sus derechos hay que sacar la mugre al contrincante. Así, en estos días -por pocos que hacen mucho daño- el territorio nacional es un cuadrilátero donde los adversarios políticos han decidido jalarse las mechas, porque piensan que es la forma efectiva de hacer campañas electorales.

Es triste ver y vivir en un país saturado de violencia, palabra y obra por la culpa de la política en un país tan polarizado. Se vienen días muy difíciles, que podrán ser tormentosos y necesitaremos agarrarnos dientes y todo, “los unos contra los otros para resistir esos huracanes silenciosos que traen consigo el hambre, el desempleo y otros vientos” según frase afortunada de mi querida suegra.

- ¿Qué le diría usted a los violentos que perturban la contienda electoral?, le pregunté.

- Que si los veo en la calle, les voy a sacar la contumelia!

- No suegra querida, esas cosas no se dicen ni se hacen.

- ¡Usted no se meta en mis asuntos, porque de una patada en la garganta le voy a volar los huevos!, reaccionó, mostrando la espuma que salía de su lata de cerveza.

Luego, me quitó el susto, indicando que estaba jugando. Que solamente demostraba cómo “una mujer bella y serena se volvía intolerable y antipática”, cuando mostraba los dientes, aunque estos sean postizos.

Mi suegra, con enorme tristeza y dulzura a la vez, cree que Bolivia es un “jarrón de porcelana que se ha caído al suelo, al piso de cemento reforzado y se ha hecho mie…”.

No le dejé terminar la frase, porque de lo que se trata es de mandar un mensaje cívico de paz, de comprensión y tolerancia y sería bien guardar el lenguaje.

Me quedé con la frase de Boludelius, primo del anterior mencionado, que en su “Bestianarim” decía en su prólogo (traducido del griego que hablaban los romanos en Constantinopla): “La democracia no es de quienes más cabezas rompen, es de los que con cabezas, piensan y construyen puentes” mieee…



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