Opinión

Jeanine, ni legal ni legítima

18 de noviembre de 2020, 5:00 AM
18 de noviembre de 2020, 5:00 AM

El 12 de noviembre, se cumplió un año en que Jeanine asumió el Poder Ejecutivo, tuvieron que pasar 40 años para que los bolivianos tengamos nuevamente a una mujer de presidente. 

Lidia Gueiler Tejada y Jeanine Áñez Chávez tienen algunas coincidencias y grandes diferencias, las dos asumen la Presidencia en momentos muy críticos de la historia política de Bolivia; las coincidencias, ambas, eran miembros del Legislativo, la primera diputada y la segunda senadora; asumieron el mismo mes de noviembre, Gueiler 1979 y Áñez 2019, eran transitorias y solo tenían que llamar a elecciones.

Lidia Gueiler, a la renuncia de Natusch Busch asume por sucesión constitucional cuando ejercía la Presidencia de la Cámara de Diputados y fue elegida en Sesión del entonces Congreso de la Republica; Áñez, asume a la renuncia -no considerada de Morales- el barco del Estado no tenía capitán, y “ella” si bien era parte de la directiva de la Cámara de Senadores, no estaba en la línea de sucesión constitucional, puesto que existía un vacío en la Constitución de 2009, que suprimió la posibilidad que ante las renuncias generadas por los presidentes de ambas Cámaras, esta llegue al presidente del Órgano Judicial –así como como sucedió con Rodríguez Veltzé en 2005.

Buscan una sucesión lo más apegado a la ley, se procuró elegir a la directiva del Senado; a ese efecto, se realizaron dos convocatorias para que el Senado pueda sesionar y nombrar a la directiva y generar la sucesión, es decir, que se debería primero elegir al presidente del Senado, consecuentemente, teniendo el MAS mayoría, podría elegir presidente; sin embargo, estaban tan golpeados y sin liderazgo visible y consciente, es así que se realizaron negociaciones tendiendo puentes con legisladores del MAS, el senador Rodríguez y la gente que promovió la renuncia y que sustentaba las movilizaciones; pero surgieron peleas internas entre Ortiz, que se cobró “el desplante” de Rodríguez que renunció al binomio de Bolivia Dijo No, y en una jugada poco ética habilitan a su suplente, extremo que rompió el plan “A” para elegir al presidente del Senado.

El plan “B” consistía en convocar a Asamblea y que ahí se elija al presidente interino, nuevamente los amarres con alguna gente del MAS y otros que aún desorientados y bajo amenazas de aprehensiones “ilegales” comprometieron “x” cantidad de votos, para que un senador o diputado no masista sea elegido; quien mandaba en el país en ese entonces, así lo había decidido, todos le obedecían, era el “mesías”, Carlos Mesa, los cívicos, los 4%, también cierto sector militar y policial, Camacho, gobernó Bolivia por dos días.

Los segundos contaban, la incertidumbre y el caos reinaban en el país, no había seguridad que los “amarres funcionen” ¿Pero qué hacer? Y como en el país de los ciegos, el tuerto es rey, entran en escena de la Plaza Murillo viejos lobos políticos como Lucho Vásquez y Tuto, quienes ensayaban hacer prevalecer el auto constitucional que emitió el TC; cuando Quiroga sucedió a Banzer en 2001 -coyuntura diferente a la vivida en 2019-, sin embargo, también jugaron un rol “orientador” algunos “analistas”, en especial uno que ejerció funciones en el TCP, que junto a otros miembros del Icacruz buscaron la salida forzada de la autoproclamación de la segunda presidenta del Senado y deciden tomar Palacio Quemado “de facto”; asimismo, el TCP de forma comedida emitió un comunicado de prensa, no válido, menos vinculante, pues este se pronuncia a través de sentencias y autos constitucionales.

A la crisis democrática se le dio una salida política -ilegal- puesto que se debió elegir la Presidencia en sesión de la ALP y, en el peor de los casos, debió asumir el decano de los asambleístas, en este caso el diputado Andrés Gallardo Ibarra, a quien no le permitieron que tenga asistencia legal para hacer valer su opinión, pudo más la ambición al poder y “ella”, que en los 21 días no había salido a bloquear ni el monumento de la vaca y el toro, en Trinidad, que no fue protagonista de la salida de Morales, la traen Ortiz y Murillo para que, sin ningún trámite legislativo, cruce la acera de Plaza Murillo y se autoproclame presidenta.

Finalmente, en el poder, las diferencias son abismales, Gueiler convocó a elecciones, no se presentó como candidata y la golpeó García Meza; en cambio Áñez, primero designa a sus representantes al Órgano Electoral, se presenta candidata y primero la golpea el Covid-19, después la golpea la incapacidad de sus ministros, la golpea la corrupción, la golpea Murillo con declaraciones viscerales y, finalmente, pasa a la historia, saliendo por la ventana abandonada de sus cortesanos, que la hicieron vivir un cuento de hadas, hoy, vuelve a ser la desconocida representante del Beni, que en sus 10 años de senadora que no pudo hacer aprobar una sola ley y a quien se recordará por haber atribuido en el Pleno Camaral a Einstein una frase del célebre Isaac Newton.

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