7 de octubre de 2022, 4:00 AM
7 de octubre de 2022, 4:00 AM


En la historia de la humanidad la anarquía entendida como la ausencia de un orden social mínimo, ha existido en algunos momentos cronológicos puntuales generando consecuencias nada agradables para las personas que la padecen, incluyendo también a los individuos que la incitan; así mismo, la anarquía surgía también como parte de un cambio traumático de orden, de un paradigma o de un sistema produciendo un nuevo orden antes desconocido. Sin embargo, sin generalizar a todos los gobiernos del mundo, existen personas o élites políticas que gobiernan desde la anarquía, es decir, su forma de gestionar a una nación o sociedad es desde la ausencia del orden, parece descabellado para aquellos que proponemos que una gestión tanto pública o privada, debe existir un mínimo de orden para que las cosas funcionen en lo esencial.

Partiendo de lo antes mencionado, la anarquía es funcional (para algunos es disfuncional) para aquellos que necesitan tener distraídos y ocupados a los individuos que integran a la sociedad, también tener distraídos a todo el mundo; ejemplo concreto es Putin, desde su llegada al poder ha generado sigilosamente el desorden a escala mundial, ahora la anarquía que ha generado en Ucrania le está desordenando paradójicamente a Rusia, que desde su autocracia la tenía en un orden dictatorial rígido. De igual forma, preocupa que los países más grandes del mundo como EEUU con Trump, Brasil con Bolsonaro, Fernández en Argentina, Boric en Chile y Petro en Colombia, llegan al poder desde la anarquía encubierta en revoluciones ficticias; peor aún cuando adoptan la anarquía como forma de gobierno, manteniendo ocupados a sus ciudadanos en cosas urgentes pero no necesarias, perjudicando el pleno ejercicio de la ciudadanía de las personas, sumándole que la violencia en este tipo de gobierno es lo constante, mientras que el diálogo es una excepción.

Aunque lo descrito suene desolador, es urgente comenzar a ordenar a la sociedad y a la ciudadanía con un mínimo de consensos para ir disipando la anarquía social, de igual forma, ha de fortalecerse las instituciones democráticas que son los medios idóneos para preservar el orden de una nación y por ende del mundo; es una tarea ardua, más no imposible.

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