OpiniónEDICIÓN IMPRESA

La bata de mi suegra

5 de enero de 2020, 3:00 AM
5 de enero de 2020, 3:00 AM

No podía creer lo que mis ojos vieron esa madrugada dominical. Vi a mi suegra en la esquina esperando el micro, luciendo un babydoll y una carterita floreada. Felizmente a esa hora no había mucha gente en el barrio porque acá en El Kior, cuando llega el viernes, sus cuerpos lo saben hasta el amanecer del domingo.

Yo volvía de comprar pan y mi bolsa de yute no alcanzaba para cubrirla. “Oiga madre política, ¿qué hace semi chuta en media calle? Le pregunté alarmado. Ella me respondió con la cínica pachorra que le caracteriza: ‘estoy yendo a la iglesia a arreglar asuntos de unas vecinas, con las cuales tengo muchas divergencias políticoreligiosodeportivas’.

Dizque, me contó que el jueves casi se van a las manos en acalorada discusión, pero el párroco las citó para que puedan discutir civilizadamente.

- “Venga y debata, me dijo el cura” y ¡elay!, estoy yendo de bata.

- Pero esa no es una bata, señora. Es el babydoll de mi mujer, le respondí.

- No tengo puej otra cosa que ponerme y me puse estos tules, porque claringo me dijo el cura, “si quiere una solución, venga y debata”.

La llevé del brazo hasta la casa, la acomodé en un viejo sillón y le expliqué que estaba en un craso error. Las diferencias no se solucionan de bata, se debaten, que es otra cosa.

Casi se “desbautiza” al admitir su error y se puso mi chamarra para que la charla sea transparente, pero no empeloto.

Le expliqué que lo más importante que necesitamos todos los bolivianos es debatir. Confrontarnos con ideas. Ya no con insultos, menos con pedradas, dinamitazos o balazos. Que tenemos la obligación de cambiar el país, cambiando primero nosotros mismos que somos unos fosforitos, que si el vecino de enfrente no está de acuerdo con nosotros queremos romperle los cristales de su casa a jonazo limpio.

Debatir es discutir con respeto. Sin agresiones verbales. Solo tienen que fluir las ideas y exponerlas, sin mandar al carajo a nadie ni descalificándolo.

Mi suegra escuchó con mucha tranquilidad mi explicación, la entendió y chocha de la vida desayunó con una cerveza indicándome que así deben ser las cosas. Que así deben ser los políticos, de izquierda, de derecha, del centro, los creyentes, no creyentes. Todos los que consideren que tienen una idea para salvar al país y exponerla para que el pueblo, que somos nosotros, escuchemos las ideas de todos y así podamos elegir a nuestros futuros mandatarios.

Simple, ¿verdad? Le pregunté. Simple, respondió mi suegra y abrió otras cervezas que las compartimos juntos, en ayunas, pero sin peleas.

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