Opinión

La drogadicción una realidad cercana que no vemos

1 de septiembre de 2020, 5:00 AM
1 de septiembre de 2020, 5:00 AM

Hay temas críticos que no están en la agenda de los medios de comunicación, de las redes sociales, de las elecciones, de los tres niveles de gobierno. Más allá de que cada semana se anuncian grandes operativos antinarcóticos y se muestran los productos: toneladas de cargamento de cocaína, algunos detenidos y grandes anuncios de que “la lucha contra el narcotráfico se está dando en todos los niveles”, “que estamos comprometidos contra este flagelo”, “que hemos dado un golpe duro a los narcos” y demás peroratas, no se conocen resultados claros y contundentes de que esta lucha registra avance o no.

Una de las últimas noticias de estos operativos fue el 27 de agosto: “Con el apoyo del comando fronterizo de la Policía de Uyuni, la jefatura departamental de la Felcn de Potosí logró interceptar un vehículo transportando 49 kilos de marihuana en la localidad de Colchani”, señala la página oficial de la Felcn.

Ninguna institución ha realizado una auditoría de la cantidad de droga que se ha decomisado en este año, el destino de la misma, el dinero que mueve, su destino final y quiénes son los peces gordos de este poderoso y millonario negocio. Esta actividad mueve millones y millones de dólares en Bolivia y en América Latina.

La antigua doctrina del gobierno de Estados Unidos se centraba en combatir por todos los medios posibles a la fabricación y comercialización de la cocaína, descuidándose completamente al otro nivel de la cadena de este negocio, como ser la comercialización y aún más el consumo de la pasta o clorhidrato de cocaína.

Es precisamente este tema que en Bolivia no interesa a nadie, salvo a algunas organizaciones no gubernamentales y religiosas que hacen esfuerzos extremos para encarar planes de rehabilitación y de apoyo a los adictos a la cocaína o los consumidores de la droga.

Los adictos a la cocaína son noticias en los medios de comunicación cuando pelean, hay un asesinato, cuando existe un operativo policial o del municipio, los cuales siempre se centran en algunas zonas rojas, donde ellos se reúnen para consumir el sobrecito que pudieron conseguir en cualquier lugar. “Sabe joven, en Santa Cruz hay cocaína en todos lados, si quiere le consigo uno”, me dijo una persona consumida por el vicio, testimonio que se verá reflejado en un libro mío de pronta aparición, que trata a profundidad el problema de la drogadicción en Bolivia, el cual no está en ninguna de las agendas; no obstante que el mismo tiene mucho que ver con el desarrollo social y humano de toda sociedad.

Cuando me tocó atender varios casos de conflictos de jóvenes en la Defensoría del Pueblo (2010-2016), los padres de familia se quejaban de que en las fiestas de promociones o en cualquier junte de sus hijos, la droga en su versión como cocaína o marihuana, circulaba en bandejas y era algo normal. Esta situación se la denunció, pero tal como han ido desarrollándose las situaciones, hoy en día la drogadicción es una realidad contundente y cercana, que lamentablemente la sociedad y las autoridades no quieren reconocerla en su magnitud.

Piensan que la droga solo la consumen esos que están en los canales, en los lotes baldíos, en las cuevas, y no asumen que la cocaína y la marihuana están al alcance de cualquier bolsillo y en cualquier lugar que uno vaya.

En tiempos electorales es fundamental conocer esta problemática y debatirla para viabilizar programas de atención integral a las personas que son atrapadas por esta adicción, que ha llevado a muchos a la locura y a la muerte.

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