19 de agosto de 2022, 4:00 AM
19 de agosto de 2022, 4:00 AM


De un tiempo a esta parte, “opinadores” muy afines al Gobierno, con más entusiasmo que datos precisos, se refieren a la boyante situación económica en la que se encontraría nuestro país, gracias a las acertadas medidas tomadas por el Gobierno de Luis Arce; lo mismo ocurre con la información que proporcionan altas autoridades, mezclando datos difusos con alusiones políticas que restan credibilidad a lo que dicen (ver, por ejemplo, la entrevista publicada en EL DEBER del 10 de agosto pasado al ministro de Economía y Finanzas).

Otro rasgo de estos análisis, es ignorar el impacto de la pandemia del covid-19, que tuvo su fase más crítica durante el año 2020, y atribuir exclusivamente “a los golpistas” la caída de 8,7% que registró la economía en dicho periodo. Es por ello útil, para relativizar la versión oficial, leer el informe presentado por la Fundación Milenio sobre la situación de la economía boliviana en la gestión 2021 y su evolución al primer cuatrimestre de 2022. Con cifras oficiales y de manera muy sistemática, el informe analiza distintos ámbitos del desempeño de la economía boliviana. En lo que sigue, destaco los principales indicadores globales, que permiten tener un panorama crítico del desempeño de la economía durante el primer año del actual Gobierno.

El indicador más general, tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), marcó 6,1%, por debajo del 7,8% del promedio de América Latina. Con este crecimiento, el valor nominal del PIB pasó entre 2020 y 2021, de 36.897 a 40.703 millones de dólares, todavía por debajo de los 41.193 registrados en 2019, y estuvo acompañado de un déficit fiscal (ingresos menos gastos del sector público) equivalente al 9,2% del PIB, el más alto desde que, en 2014, se inaugurara la serie de 8 años seguidos de resultados negativos en las cuentas públicas.

En contraste, y por primera vez desde el 2015, el país registró un superávit en la cuenta corriente (exportaciones menos importaciones) de la balanza de pagos, por un monto de 815 millones de dólares, cifra alentadora, aunque pequeña frente a los 9.114 millones de dólares de déficit comercial acumulado entre 2015 y 2020.

Entrando en mayor detalle, el informe destaca que los ingresos tributarios fueron insuficientes para cubrir el gasto corriente del Gobierno general; por otra parte, el resultado operativo (ingresos menos egresos) de las empresas públicas consideradas como conjunto, bajó de un superávit equivalente a 1,3% del PIB en 2019, a 0,5% en 2021. Igual tendencia decreciente registra la relación entre el valor de las exportaciones y el de las importaciones de hidrocarburos; si bien las primeras fueron levemente mayores que las segundas hasta diciembre de 2021, a marzo de 2022, las importaciones de este rubro ya superaron las exportaciones.

Por otra parte, la deuda pública total, que incluye la contratada en el exterior y la adquirida a través de la venta de bonos del Tesoro -sobre todo a las AFP- o préstamos del Banco Central (deuda interna), asciende a 82% del PIB. El dato de 32% que suelen exhibir los voceros oficiales, sin mayor especificación, corresponde solo a la deuda externa. La inversión extranjera directa, que señala la capacidad de atracción de capital extranjero que tiene la economía boliviana, fue de 594 millones de dólares (el pico más alto desde el 2006 se registró el 2013, con 1.750 millones de dólares). Finalmente, las reservas internacionales netas (RIN), que incluyen divisas, oro y derechos especiales de giro (DEG), a finales de 2021 equivalían a 4.764 millones de dólares, de los cuales solo 1.648 son divisas (principalmente dólares). Al 30 de abril, el valor total de las RIN fue 4.568 millones de dólares, de los cuales 1.416 eran divisas.

Estas cifras globales son desagregadas en cada uno de los capítulos del informe, lo cual permite tener una mirada completa, desde la visión de economistas no afines al Gobierno, del estado real de la economía y de sus perspectivas en los años que nos acercan al bicentenario de la República.

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