Opinión

La educación virtual llegó para quedarse

25 de enero de 2021, 10:56 AM
25 de enero de 2021, 10:56 AM

 

La educación como un bien común, es un derecho humano esencial y es la base para consolidar la paz y el impulso al desarrollo sostenible (Unesco) y en consecuencia, debe responder a los desafíos globales de la época. Por otro lado, a nadie cabe la menor duda que la pandemia de Covid-19 cambió hondamente el comportamiento del mundo, siendo el campo de la enseñanza-aprendizaje uno de los más afectados.


Ante una nueva “presencialidad” que atraviesa todo el planeta, el sistema universitario debió innovar su modelo pedagógico, asistiendo a clases virtuales. Si bien diferentes programas han sido usados, uno de los que mayor suceso ha tenido es el llamado Blended Learning Experience (BLX), una modalidad que combina la enseñanza tradicional con el aprendizaje virtual. 


Configura un aprendizaje combinado flexible, donde los estudiantes abordan cada actividad educativa con la libertad de moverse libremente en horarios más fluidos, y avanzando según sus necesidades y nivel de habilidad. Además, permite el desarrollo de competencias y habilidades en modernos laboratorios de prácticas especializadas (FabLabs), que simulan la resolución de problemas del futuro profesional de clase mundial.


Sin embargo, esta innovación no ha sido una consecuencia frente a esta pandemia. Tiene un largo recorrido, habida cuenta que el modelo pedagógico tradicional boliviano ya no funcionaba. Los sucesos políticos y sociales de octubre y noviembre de 2019, provocaron el inicio de lo que vino en llamarse “Enseñanza remota de emergencia”, previa una capacitación de profesores y estudiantes en diferentes plataformas virtuales educativas, además de la realización de Bootcamps (campos de entrenamiento), con el fin de compartir las mejores experiencias en tiempos de crisis.


Suma a todo ello, la implementación de un nuevo plan de estudios basado en competencias y no en objetivos, cambiando la enseñanza memorista por la constructivista, donde el estudiante como epicentro del aula, aprende haciendo, mientras que el docente es un guía u orientador y no el “sabio en el escenario” de viejos tiempos.


A este nuevo modelo de aprendizaje se incorporaron proyectos integradores y menciones, que son como subespecialidades que adquiere el estudiante al recibir su diploma como profesional y se redujo también los años de estudio en muchas carreras. Todos estos pilares, constituyen la base para la transformación de la educación universitaria en Bolivia. Eso es lo único que vemos en el horizonte del sistema educativo.


Sin embargo, la responsabilidad de los docentes y autoridades del sistema universitario no es simplemente moldear un profesional munido solo de conocimientos, habilidades y destrezas, porque en cada proyecto de vida de todo estudiante, debemos inyectarle principios y valores éticos, así como la cultura de la responsabilidad con su comunidad. 


No tendría sentido si pretendemos formar abogados o médicos, encerrados en sus escritorios o en hospitales. Lo que la patria necesita son ciudadanos comprometidos fervientemente en la construcción de una región o de un país ideal. Esa es nuestra misión.


Más allá de las marchas y contramarchas de las autoridades y algunos maestros que intentan desvirtuar una realidad innegable, la enseñanza-aprendizaje no será la misma después de la pandemia. La educación virtual es un hecho. 


Un mundo moderno y competitivo nos exige subirnos al tren del desarrollo y de la tecnología, aplicando las plataformas en línea; de lo contrario, continuaremos llorando sobre la leche derramada, masticando amargamente nuestra pobreza y escuchando el consabido “lamento boliviano".

Tags