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21 de abril de 2024, 4:00 AM
21 de abril de 2024, 4:00 AM




Por Ricardo Román/ Director Colegio Alberto Blest Gana

Las escuelas en el mundo, mientras intentan seguir educando a nuestros hijos, se enfrentan a un tsunami tecnológico con cambios vertiginosos en todos los órdenes de la vida. En el caso de Chile, más de la mitad de los adolescentes utilizan I.A. para sus tareas*.

¿Cómo llegamos aquí? La I.A. está constituyendo la quinta etapa en la revolución digital que comenzó con los grandes computadores en los años cincuenta del siglo pasado, continuó con los computadores personales a fines de los setenta que se masificaron en casi todos los hogares y corporaciones. Luego en los noventa apareció internet, conectando globalmente todo tipo de actividades, productivas, económicas y de contenidos. Más tarde en los dos mil, todo volvió a cambiar con las redes sociales que permitieron a los usuarios crear y difundir todo tipo de contenidos multimedia y con el teléfono conectado a internet, la red se hizo móvil y ubicua, alcanzando en la actualidad 5.000 millones de internautas.

¿Cómo ha cambiado la sociedad? Todos estos avances han transformado la cultura y la economía del mundo, creando fortunas gigantescas en pocos años, o personajes culturales, políticos y empresarios, nuevos tipos de negocios y gestión de compañías en redes globales, incluso tensiona a los gobiernos y a la propia democracia. La educación también evoluciona pero con mucho rezago. 

¿Dónde estamos hoy? Durante 50 años, los cambios tecnológicos ocurrieron según la Ley de Moore (cada dos años la capacidad informática se duplica y el costo cae a la mitad). Es sabido que un teléfono es muchas veces más potente que el computador de la primera nave que llegó a la luna y también miles de veces más barato. La I.A. Generativa liberada en 2022, desafía esta ley, con saltos más grandes y más rápidos, con mejoras casi cada semana, permite crear textos técnicos o artísticos, imágenes y videos realistas, clonar voces, realizar todo tipo de cálculos poderosos, incluso esta semana conocimos un increíble robot humanoide de Figure potenciado por OpenAI. Todo esto trae desafíos de aprendizaje, empleo, productividad, creatividad, incluso seguridad nacional y libertad individual. Tiene visos positivos para liberar a las personas de la pobreza, de enfermedades, de trabajos riesgosos o rutinarios, etc., pero no descarta convertirse en un mundo distópico en que perdamos el control de las tecnologías. 

¿Podemos resguardarnos? El primer antídoto para evitar nuestra propia obsolescencia es gastarse una horas en conocer, probar y jugar con estas nuevas herramientas, porque como las anteriores tecnologías, traen nuevas formas de comprender la realidad y a nosotros mismos. Todas tienen versiones que permiten usarlas gratis como ChatGPT de OpenAI, Gemini de Google, Grok de Elon Musk, ChatRTX de Nvidia, la empresa que provee los procesadores pa
ra la inteligencia artificial. 

¿Qué pasa en la esc
uela? La enseñanza como transmisión del conocimiento sigue predominando en las aulas a pesar de que el conocimiento se encuentra en los buscadores de internet. Una frase atribuida al mítico Seymour Papert imagina un profesor del Siglo XVI que despierta en el presente y podría hacer una clase en un aula actual, donde encontraría asientos en fila, un profesor explicando y alumnos tomando notas. Hay aulas a las que les suman computadores y pantallas, pero la organización es la misma, alguien que sabe transmite conocimientos a otros que no saben.

Las nuevas tecnologías obligan con urgencia transformar las aulas en laboratorios prácticos de experimentación, de reflexión y crítica, de trabajo colaborativo, más cercano a cómo funciona el mundo, donde los estudiantes son protagonistas de sus propios aprendizajes, probando, experimentando, jugando, equivocándose y reflexionando. De hecho, con la I.A. Generativa, incluso el aporte creativo y el análisis lo puede hacer la máquina, reemplazando otra capacidad que antes era privativa de los seres humanos.

Finalmente, no es menos importante determinar las tradiciones que son importantes preservar, porque son las que le dan sustento a la vida social, familiar, espiritual y mental, ante tanta velocidad y transformación. Necesitamos saber quiénes somos, nuestro valor, el cuidado y protección de los grupos vulnerables.  Efectivamente, no bastan las tecnologías para alcanzar una vida íntegra y feliz, necesitamos celebrar la humanidad con todas sus riquezas y miserias, porque eso somos y eso nos orienta.