21 de julio de 2022, 4:00 AM
21 de julio de 2022, 4:00 AM

Quiero empezar diciendo que en los seis años que cursé las humanidades (educación secundaria) en Chile, durante el largo exilio de mi padre allá por los años 50 y 60, no vi nunca un solo indígena entre mis compañeros de curso. Y, por las mismas razones del exilio, yo no estaba en un colegio particular, caro, sino todo lo contrario, en el Internado Nacional Barros Arana de Santiago, por entonces un muy buen instituto fiscal. Había unos jóvenes más morenitos que otros, es cierto, no todos eran caucásicos desde luego; digamos criollos o mestizos. Pero, además, jamás, ni dentro ni fuera del colegio, oí hablar otro idioma que no fuera el español.

Los indios éramos los bolivianos, aunque ahora somos más mestizos que indios. Para los chilenos éramos unos indios de última, tipos derrotados en la guerra y que no hacíamos otra cosa que pedir mar. Éramos vistos a menos, como seguro lo seguimos siendo. Entre nombres vascos y castellanos, además de apellidos de diversas partes de Europa, no recuerdo un solo apellido mapuche en el internado. Y tampoco vi en tantos años ni una sola persona vestida como un araucano. Para mí, hasta ahora, recordando grabados de Lautaro, Caupolicán y Galvarino, los mapuches andaban solo con taparrabos.

Pero resulta que hoy, la nueva mayoría política chilena que domina en la Asamblea Constituyente, quiere “indianizar” el país y transformar a Chile en un Estado plurinacional e intercultural. Esa es una apostasía. ¿Pero qué bicho les ha picado? ¿No es algo estrambótico? ¿Acaso son indios y cholos, como nosotros los bolivianos? Y no tiene nada de peyorativa la comparación, sino que es real. ¿Cómo es eso, que habiendo sido siempre una democracia republicana y unitaria estén pegando un salto al vacío? ¿Tan hondamente ha calado en la pseudo izquierda chilena el discurso indigenista de Evo Morales y de García Linera? ¿Tan faltos de ideas y de perspectivas de futuro se encuentra la mayoría de los constituyentes mapochinos? ¿Democracia comunitaria para Chile ahora? ¿Autonomías, lenguaje y justicia indígenas? ¿Pero qué le sucede a esta falsa izquierda? ¿Y todo el enorme progreso económico que ha llevado a Chile a la cima de Latinoamérica, dónde va a quedar? Menos mal que ese proyecto de Constitución tiene que pasar por un plebiscito y que, con seguridad, la racionalidad de los chilenos lo va a rechazar. Por lo menos eso creemos.

La Constitución boliviana es un desastre total, pero es nuestro desastre porque lo permitimos. Ya está. Es el reflejo de la ignorancia de unos electores engañados por un discurso mentiroso de Morales y su gente. Ya estaban empeñados con asesores extranjeros, bien pagados, para que elaboraran una Carta Magna a la medida de los nuevos gobernantes, que, ciertamente, eran mestizos incultos, como el propio Evo Morales o indios puros como Choquehuanca.

Pero, bueno, en Bolivia los políticos tradicionales no habían podido satisfacer muchas demandas porque el país estaba en la pobreza y reconstruyendo penosamente un Estado de Derecho. Entonces el voto se inclinó hacia quienes no habían gobernado nunca, pero que ofrecían, más que progreso, reivindicaciones sociales. Una reparación al resentimiento centenario que venía desde la Colonia. Morales se definía como indio, siendo cholo, y entusiasmó a todo un pueblo. Pero, ¿por qué? Porque Bolivia es un país con un gran porcentaje de indios, mucho mayor de mestizos, y con escasos blancos, criollos, o lo que quiera llamarse a los descendientes de españoles o de otros inmigrantes europeos.

Nada que ver con Chile, que es una nación de gran homogeneidad racial y lingüística, de norte a sur, a lo largo de sus más de 6.000 kilómetros. Con indígenas mapuches en la provincia de Cautín, ciertamente, y, en el norte, con hijos de bolivianos que trabajan duro en la minería, celebran fiestas collas, y bailan la diablada y caporales. ¿Eso es suficiente para darle vuelta a la Constitución y aparecer como un Estado plurinacional e intercultural? ¿No es una farsa? ¿No es un disparate que a Chile le puede costar muy caro?

Lo repito: salvo que en el último medio siglo Chile haya encontrado su esencia indígena tan equiparable a la nuestra, nos cuesta comprender qué les sucede. Al parecer ya no seremos los bolivianos de porras, y, por el contrario, apareceremos como inspiradores y gurús de la nueva mentalidad chilena.

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