Opinión

La hora 25

2 de noviembre de 2020, 5:00 AM
2 de noviembre de 2020, 5:00 AM

Algunos opinadores de la oposición (por no decir todos) se tallaron anunciando por todos los medios posibles, el advenimiento de “la hora de la verdad” en la que el Movimiento Al Socialismo y el ‘tirano’ innombrable sufrirían una estrepitosa derrota en los comicios del 18-0. 

Sin embargo, los pronósticos fallaron y las cosas sucedieron de manera diferente, porque lo que advino fue “la hora 25” (o sea el turno de estar en la adversidad), para los profetas del pasado que abogaban por el retorno de la democracia pactada, más propiamente democracia espuria, en la que a todos les volvería a tocar una cuota de poder como “in illo tempore”. No sirve escupir contra el viento, dice el refrán, por lo que ahora les tocará bailar con la más fea durante cinco años que les parecerán interminables.

Otra cosa que quedó bastante claro como el agua fue que Dios ni quita ni pone rey, y que en asuntos políticos, guarda un prudente silencio institucional porque su reino no es de este mundo, pese a ello, cierto candidato quiso incorporarlo como su acompañante de fórmula con resultados adversos. Quien decidió el domingo 18-0 fue la voluntad popular expresada a través del voto que le dijo “no” al predicador que intentó trepar al poder utilizando como escalera la fe cristiana de sus fieles, a quienes les ofreció traer el Paraíso a la tierra. 

Pero la escalera le quedó corta, y si no cambia de discurso, tampoco le servirá para las subnacionales, si se tiene en cuenta que su voto cruceño, duro y cautivo, solo significó el 45,31% seguido por el MAS con 35,84% (diferencia de apenas el 9,5%) y el 17,43% para C.C., o sea que una eventual alianza entre ambos, que no se descarta por aquello de que en política nada es imposible, puede postergar, sine die, sus aspiraciones de convertirse en el único y nuevo cacique del pueblo cruceño, título acaso más importante que el de presidente, aunque Santa Cruz dejó de ser aldea y no requiere de cacicazgos, sino de líderes en toda la extensión de la palabra.

También quedó plenamente desvirtuado el “fraude monumental” porque el pueblo que concurrió a votar en la anterior elección y le dio la mayoría relativa a Evo Morales, fue el mismo que le otorgó la mayoría absoluta (53%) a Lucho Arce, candidato del MAS. Hoy se conoce a ciencia cierta que el dichoso fraude tuvo otros autores y están identificados con nombres, apellidos y huellas digitales para que no quepan dudas, y fueron quienes armaron el bodrio con propósitos de instalar un gobierno de facto que lo único que le faltó para ser perfecto –según lo extrañado por los opinadores de referencia-, fue poner candado a la Asamblea Legislativa. A éstos les recordamos que no hay crimen perfecto, aunque no fue poca cosa quedarse con los otros poderes del Estado, además de los carabineros y los militares que dieron carta blanca al ministro de Gobierno para que pudiera perseguir masistas y ejecutar todo el trabajo sucio de que hizo gala, para dejar constancia de que estaba siendo igual de ‘’taxativo” que el exministro del dictador García Meza.

Por supuesto que la presidenta, su ministro de Defensa y los demás miembros del gabinete, no se quedaron atrás del señor Murillo (que dudo mucho que tenga relación de parentesco con el protomártir de la Independencia), puesto que en estricta rotación, no perdieron oportunidad para meter miedo, no solo a los masistas, sino también a los sospechosos de simpatizar con ellos. La cárcel era lo menos que ofrecían, pero pronto se irán, y cuando emprendan la marcha, que no será a la disparada porque en democracia no hay persecución, quizás comprendan que nadie es impunemente poderoso, que el poder cambia de mano, y de que hay un tiempo para subir y otro tiempo para bajar, y que para ellos ha comenzado la cuenta regresiva.

Concluido el cómputo oficial de votos y confirmada la victoria contundente de Lucho Arce Catacora, lo que procede en adelante, una vez que se le ministre posesión, es reencauzar el proceso de cambio al que se trató de sepultar en once meses de desgobierno, hacer que renazca como el Ave Fénix con vitalidad renovada y cumplir la promesa de gobernar “sin odios ni revanchismo”, lo cual no supone el encubrimiento de actos de corrupción y otros hechos punibles. Para cerrar nuestra modesta opinión, hacemos llegar al nuevo presidente la sugerencia de gobernar escuchando al pueblo, y menos al jefazo para evitarse anticuerpos.

 



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