Opinión

La hora de Camacho

15 de octubre de 2020, 5:00 AM
15 de octubre de 2020, 5:00 AM

¿Qué es no ser parte de “la política tradicional” en esta ineludible y apremiante circunstancia?

Tener una conducta distinta a la de Óscar Ortiz en las elecciones del año pasado, cuando insistió en su candidatura, poniendo en riesgo la viabilidad de disputar una segunda vuelta, que, en definitiva, fue la variable que desencadenó la gesta de 21 días que derivó en la renuncia de Evo Morales, como epílogo de un fraude exhibicionista. ¿O no es razonable suponer que si Óscar Ortiz hubiera logrado una votación medianamente representativa Evo Morales estaría gobernando sin mayores sobresaltos su decimoquinto año consecutivo?

Ese es el desafío que en esta hora crucial tiene un político nuevo. Un político que actúa con la grandeza que plantea José Ingenieros cuando dice: “Jóvenes son aquellos que no tienen complicidad con el pasado”

Yo le doy el beneficio de la duda. Yo todavía creo que usted, Luis Fernando, no está anclado en la cursilería de creer que su juventud relativa es biológica; que sabe perfectamente que la única juventud que aquí importa es la del carácter.

Y lo hago con la lealtad de siempre. Con la que usted conoce. Con la misma lealtad con la que le escribí, apenas terminada la gesta épica, preocupado por el riesgo de frivolización de su imagen (Ver los artículos en EL DEBER el 3/12/2019 y el 6/12/2019). Con la misma lealtad de las entrevistas que di y de los artículos que escribí durante los 21 días. Con la misma lealtad con la que conversamos una tarde dramática en el Hotel Cortez, cuando las probabilidades de salir airosos eran remotas…

¿Que soy amigo de Carlos Mesa? Amiguísimo. Pero hablo con él igual que con usted, porque nunca he sabido hablar con nadie de otra forma. Y no quise ni quiero ser parte de su campaña porque no me interesa incursionar otra vez en política. Hoy, igual que durante los 21 días, soy tan solo un ciudadano que, en la medida de sus posibilidades, aporta para restablecer un orden constitucional en el país…

Pida un “voto cruzado”. Tenga el coraje y la inteligencia de hacerlo, sin esperar que poca o mucha gente lo haga. Que sea una manera concreta de honrar el discurso de la nueva política, sin exponerse, por lo demás, a desvirtuar su rol en un ciclo que todavía no se ha cerrado…

En síntesis, usted, Luis Fernando, tiene la extraordinaria oportunidad de ser aún más grande que durante los 21 días. No la malogre.

Recuerde que es más difícil ser “macho” ante uno mismo que ante los demás.

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