La I.A. en la escuela
Ricardo Roman | Director del Colegio Alberto Blest Gana
Mientras debatimos si se prohíbe el celular en los colegios, la compañía de Sam Altman anunció OpenAI o1, la inteligencia artificial que puede razonar, su tercera entrega de mejoras disruptivas en menos de un año. Lo propio ocurre con otras inteligencias artificiales como Gemini de Google o LLAMA de Meta, la dueña de Facebook y Whatsapp, que están constantemente mejorando sus propias inteligencias artifi ciales.
Lo mismo ocurre con otras tecnologías como las que desarrolla Neuralink, de Elon Musk, que hace unas semanas logró que una persona tetrapléjica diera órdenes a un computador, a partir de un dispositivo conectado a su cerebro y otra persona ciega que pudo ver a partir de una especie de cámara también conectada a su cerebro, anticipando que en poco tiempo la comunicación con las máquinas y con otras personas será conectando los propios cerebros.
Como antes los computadores, internet y los teléfonos inteligentes, la inteligencia artificial rápidamente irá entrando en todos los ámbitos de nuestra vida. De hecho, acceder a ella es fácil y barato. Lo verdaderamente escaso será saber sacarle partido. En el futuro inmediato, la gran brecha que padecerán estudiantes y profesionales estará entre quienes sepan interactuar con la inteligencia artificial, preguntarle, pensar con la herramienta, redactar buenos prompts, y quienes no lo hagan.
Promptear (escribir instrucciones) es la manera como interactuamos con la inteligencia artificial, de hecho prompting o ingeniero de prompting es ya una profesión. Para escribir buenos prompts, que ayuden a crear o descubrir cosas valiosas con la I.A., se necesita un pensamiento crítico y lógico (científico, matemático, computacional, literario).
Una cabeza bien entrenada con apoyo de la inteligencia artificial creará diferencias imbatibles, y no solo para hacer mejores tareas en la escuela sino para investigar en ciencia, diseñar en arquitectura o ingeniería, programar software, descubrir la causa de enfermedades, crear nuevos medicamentos, o escribir textos jurídicos o periodísticos, muchas veces sin necesidad de ser especialistas y con respuestas de segundos para trabajos que tomarían semanas y meses.
En los colegios, el celular puede ser una poderosa, masiva y muy económica interface para iniciarse en el aprendizaje basado en inteligencia artificial.
Casi todos los niños tienen teléfono, sus padres los necesitan comunicados, y la inteligencia artificial está disponible gratis o casi gratis. Los niños tienen la I.A. a su alcance y más de la mitad ya la está utilizado normalmente.
ChatGPT en el celular puede funcionar como un asistente, un tutor o un profesor particular a quién preguntar o comentar, cosa que cada vez responde mejor la I.A. porque se va entrenando con nuestras preguntas para ser cada vez más personalizada. Imagine un profesor que es apoyado por la I.A. en el celular de cada uno de sus cuarenta alumnos, para resolver dudas o dar retroalimentación, así el docente se concentra en guiar la exploración de una materia, dinamizar una actividad y apoyar a los alumnos menos aventajados. En lugares donde faltan profesores, esta tecnología puede entregar un servicio invaluable.
En definitiva, el desafío urgente es dejar de temerle y transformar a los profesores de todas las asignaturas en expertos redactores de prompts, a partir de entrenar el pensamiento y rearticular sus materias y estrategias. No hay que prohibir el celular a los alumnos, hay que enseñarles a promptear. Esto sí que definirá la frontera entre dejar a nuestros hijos al margen o abrirles el futuro.
Algunos colegios ya comenzamos.