19 de junio de 2023, 4:00 AM
19 de junio de 2023, 4:00 AM


A inicios de semana tuve el placer y honor de atender una invitación del Capítulo Boliviano del Consejo Empresarial Boliviano–Chileno, en su III reunión bilateral celebrada en la ciudad de La Paz, donde expuse sobre los retos de las relaciones entre ambos países en el ámbito de la facilitación del comercio y la logística. Una reunión gratificante con la presencia de autoridades y representantes diplomáticos de ambos países, además de casi un centenar de empresarios y representantes de instituciones nacionales destacadas.

Los reveses sufridos en la Corte Internacional de Justicia en el que dos fallos inapelables nos privaron de manera definitiva de la salida soberana al mar y los derechos plenos y únicos sobre las aguas del Silala, deben hacernos reflexionar sobre el futuro de las relaciones con el vecino país trasandino y la necesidad de una nueva agenda constructiva en beneficio de nuestros pueblos, a través de la facilitación del comercio, la logística y la integración económica de las regiones que circundan la franja fronteriza que involucra a tres de los nueve departamentos del país: Potosí, Oruro y La Paz.

La vinculación con Chile, a diferencia de la del resto de nuestros vecinos, es mucho más profunda de lo que imaginamos, la conexión boliviana al Pacífico comienza con los ferrocarriles desde inicios del siglo pasado con la construcción del ferrocarril Antofagasta–Bolivia que conecta Oruro–Uyuni–San Cristóbal–Avaroa–Calama-Puerto de Antofagasta-Puerto Mejillones, siendo ésta la principal vía de salida de las exportaciones mineras del país, cerca de un millón de toneladas anuales. Más hacia el norte de Chile el puerto de Iquique y la Zona Franca se vinculan con Bolivia por la carretera Iquique-Pisiga–Oruro–Cochabamba–Santa Cruz por donde ingresan más de un millón de toneladas de importación y salen más de 300 mil toneladas de carga de exportación.

La integración física con Chile se profundiza aún más en el Puerto de Arica, que tiene una conexión ferroviaria Arica–La Paz, construido por Chile en compensación del Litoral perdido en la Guerra del Pacifico, vía de transporte inexplicablemente inutilizada para el transporte de carga, contamos además con un corredor logístico asfaltado que une Arica–Tambo Quemado–La Paz–Oruro–Cochabamba–Santa Cruz, por el que se movilizan 1,3 millones de toneladas de exportación y 1,4 millones de toneladas de importación. En total 5,3 millones de toneladas de carga boliviana se movilizaron por los corredores logísticos vinculados con Chile, lo que equivale a casi el 40% del volumen del comercio exterior boliviano en 2022.

Con Chile no solo nos vincula el comercio exterior formal, sino que ambos países combatimos problemas comunes, como el contrabando, el tráfico ilegal de vehículos, la migración nacional y extranjera, y el tráfico de drogas. Al menos unos 20 mil vehículos indocumentados ingresan anualmente a Bolivia desde Chile, la gran mayoría desde la Zona Franca de Iquique y una menor cuantía son vehículos robados en Chile. Todo el contrabando de ropa usada que ingresa al país llega a los puertos de Iquique y Arica, esto además del contrabando y la subvaluación de mercancías desde la Zofri, de vehículos, repuestos, línea blanca y equipos electrónicos y de computación. Según estimaciones de la Cámara Boliviana Automotor y la Cámara Nacional de Comercio anualmente, nos ingresan 2 mil millones de dólares de contrabando en su gran mayoría a través de los corredores logísticos que nos unen con Chile.

En este contexto, restablecer las relaciones diplomáticas entre ambas naciones sería un paso sensato para la política exterior boliviana, lo cual no significa traicionar nuestros legítimos anhelos a una causa justa como la salida al mar, más allá de los aspectos formales y legales de las sentencias del TSJ o lo establecido en los tratados, solo la integración plena de los pueblos permite la cooperación, asociación y solidaridad destinada a resolver de forma pragmática las carencias o deficiencias de ambos países.

En materia de infraestructura y logística, una adecuada política exterior debería posicionarnos en las vías de salida a ultramar, con mayor inversión, servicios y alianzas estratégicas, profundizando los acuerdos de libre tránsito, promoción de inversiones en sitios extraportuarios y zonas francas portuarias que nos permitan un acceso más competitivo a mercados externos. La inversión conjunta de las empresas ferroviarias bolivianas y chilenas en los corredores viales Arica–La Paz y Uyuni–Antofagasta, destinados a incrementar el volumen y la eficiencia en el manejo de carga a granel, sería un gran aporte al desarrollo económico del occidente del país y el norte de Chile.

Por otra parte, Bolivia y Chile comparten las más grandes reservas de litio del mundo en sus salares, de tal forma que la armonización de políticas y acuerdos de atracción de inversión de manera conjunta podría dar mayores y mejores réditos a nuestro país en la explotación de este preciado recurso natural, dada la condición de Chile de país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE).

Desde el sector empresarial, en el seno del Consejo Empresarial Boliviano-Chileno, abogamos para que los gobiernos de ambos países encuentren caminos de diálogo y entendimiento que procuren nuevos acuerdos y una agenda de trabajo en conjunto, de cara a integrarnos plenamente en las costas del Pacífico.

Tags