14 de agosto de 2023, 4:00 AM
14 de agosto de 2023, 4:00 AM


En la balanza de pagos que refleja los ingresos y egresos de divisas del país en sus diferentes categorías, entre ellas las entradas de dólares por las remesas de los trabajadores bolivianos en el exterior que se compensan con las remesas de los trabajadores extranjeros en el país, se constata desde hace ya varios años un importante superávit (saldo a favor) en la cuenta de “ingresos secundarios”, producto de la mayor cuantía de ingresos que generan los emigrantes bolivianos respecto a los extranjeros en el país.

El año 2020 de la pandemia fue muy crítico para los emigrantes bolivianos en el exterior, debiendo muchos de ellos tener que volver al país en precarias condiciones, dadas las carencias y el confinamiento que la mayoría de los países impuso, lo que les impedía generar ingresos para su subsistencia y menos para enviar a sus familiares en Bolivia. La repatriación de bolivianos desde España y Chile, no solo fue dolorosa en lo humano, sino muy costosa para el país que además de no tener los recursos suficientes para enfrentar la crisis sanitaria, debió sacrificar ingresos de las remesas.

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dependiente de la ONU, hasta el año el 2019 había en el mundo 272 millones de migrantes en el mundo, los que generaban en remesas más de 700 mil millones de dólares americanos, siendo los mayores países receptores, Estados Unidos, Europa y Arabia Saudita. El 2022 el número estimado de migrantes en el mundo creció por encima del 3% llegando a 281 millones de extranjeros que generaron remesas por 702.000 millones de dólares americanos, repitiéndose los mismos principales países receptores.

Los mayores expulsores de sus habitantes son los países de bajos ingresos y los países de ingresos medio bajo, siendo los principales India, México, Rusia y China. En el caso de Bolivia los emigrantes sumaron hasta el año 2020 cerca de un millón que representan el 8% de la población total, siendo los principales países receptores, Argentina con el 46%, España el 18% y Chile el 15%. En los últimos dos años, posteriores a la pandemia, hasta 2022 se estima que el número de emigrantes bolivianos en el exterior se ha incrementado hasta en un 10%, Entre los principales factores de expulsión, están la ausencia de empleos, los bajos niveles salariales, la falta de oportunidades y la inseguridad ciudadana creciente.

En términos económicos, muchos países de América Latina y el Caribe, en particular México y los países centroamericanos como El Salvador, Honduras, Nicaragua y las islas caribeñas como Cuba, Haití y República Dominicana, tienen una importante fuente de ingresos basadas en las remesas de sus compatriotas en el extranjero. Según datos del Banco Mundial, el 2022 la región recibió 143 mil millones de dólares americanos en remesas del exterior. En algunos casos como El Salvador y Honduras estos ingresos representan cerca al 25% del PIB; en Nicaragua y Guatemala el 15% y en el caso mexicano las remesas alcanzan el 4% de su ingreso.
Las remesas constituyen una importante contribución al sostén de las poblaciones menos favorecidas en situación de pobreza, por tanto, mejoran la distribución del ingreso, contribuyen a la igualdad de género en términos del ingreso y también aportan en diferente medida a la estabilidad de sus monedas, disminuyendo el impacto de la inflación. No obstante, estos beneficios tangibles, la emigración conlleva graves problemas sociales, como la desintegración de la familia, la educación del hogar, incremento de la delincuencia, esto además de disfrazar las carencias estructurales de gobiernos incapaces de generar mayores niveles de inversión y empleos dignos en sus países.

Según datos del Banco Central de Bolivia, las remesas de los trabajadores bolivianos en el exterior crecieron de 1.116 millones de dólares el año 2020 a 1.437 millones de dólares el 2022, lo que significa un incremento del 29%. Esto convierte a las remesas de los emigrantes bolivianos, derivada del ingreso por sus servicios en el exterior, en el tercer producto de exportación en 2022, después del oro en bruto que generó 3.000 millones de dólares y el gas natural que ingresó 2.900 millones de dólares en el mismo año. 

En el mensaje presidencial del pasado 6 de agosto se destacan los ingresos por remesas de los emigrantes bolivianos hasta el primer cuatrimestre de 2023, que habrían sumado 490 millones de dólares americanos que, contrastado con las exportaciones bolivianas en el mismo periodo, siguen siendo el tercer producto de exportación del país, después del oro que sumó 1.000 millones de dólares y el gas natural que totaliza 742 millones de dólares al primer cuatrimestre del año en curso.

 En términos comparativos estas remesas de nuestros compatriotas bolivianos equivalen a ingresos por servicios prestados en el exterior, que por supuesto se contabilizan en nuestra balanza de pagos como “ingresos secundarios”.

La migración no es mala en lo absoluto cuando las personas y sus familias buscan mejores horizontes en países extranjeros en función a sus necesidades y expectativas de vida. Sin embargo, es dolorosa la migración forzada por las condiciones vida y la falta de oportunidades de empleo, al igual que la migración de los refugiados o los desplazados por razones de guerra, desastres naturales o discriminación e intolerancia. Como fuera, siempre será mejor tener a todos en casa.