20 de abril de 2023, 4:00 AM
20 de abril de 2023, 4:00 AM


De la inflación no se escapa nadie: empresarios, familias y gobiernos se ven seriamente afectados en diferentes magnitudes.

Además, hay autores que plantean que contar con altos niveles de inflación podría considerarse como un crimen al afectar más a las familias y empresas más pequeñas y vulnerables. Veamos:

A las empresas se les impediría realizar previsiones y desvariaría la estructura de costos, por lo que, se limita la capacidad de ahorro y los famosos ‘problemas de liquidez’ serían frecuentes. La incertidumbre y la desconfianza es generalizada y, por tanto, la visión tendería a ser de no invertir.

A las familias: también se les es casi imposible prever si el dinero ganado alcanzará hasta fin de mes o hasta fin de semana. Sino, pregúntenle a quienes vivieron la hiperinflación de los 80. En este punto, hay que aclarar que no estamos hablando de simplemente dinero o de deberle dinero a alguien, hablamos de miles de familias que sufrirían hambre y niños en desnutrición.

Para los gobiernos, el presupuesto nunca sería suficiente para alcanzar objetivos ni para concluir obras. El déficit sería continuo. Por ejemplo: una parte considerable del gasto público se va en financiar obras y, si la mayoría de los insumos de construcción tienen relación directa con las importaciones, ante una caída de la moneda nacional, el presupuesto no alcanzaría para terminar la obra ni para pagar proveedores.

En otras palabras, la inflación genera muchísima incertidumbre y haría más pobres a casi todos, con el agravante de afectar especialmente a las familias más pobres y a las empresas más pequeñas y vulnerables de la sociedad. El retroceso en términos de desarrollo sería moralmente imperdonable.

Toda política pública cuenta con la voluntad política de la autoridad competente (no hacer nada también requiere de voluntad política) y, en este caso, se encuentran las autoridades monetarias (BCB) y fiscales (Presidencia del Estado, Ministerio de Economía y otros).

Lamentablemente, ningún actor está enviando señales adecuadas.

La persecución y la generación de conflictos sólo agravará la incertidumbre y golpeará a la moneda más importante de toda economía: la confianza.

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