18 de agosto de 2022, 4:00 AM
18 de agosto de 2022, 4:00 AM

En casi todas las ciencias existen dos componentes que las componen: la teoría y la práctica. La primera sirve para comprender las causas de los eventos y cómo representarlas de forma simplificada, mientras que la segunda intenta aplicarla o comprobarla en la realidad.

Por ejemplo, en física hay una teoría que dice que dos cuerpos se atraen en función a su masa y su distancia. Es la ley de gravedad que fue planteada por Isaac Newton en 1687.

En los cursos de física de colegio vimos que esta teoría está representada por la multiplicación de un número constante “g” (9,81) multiplicado por el cuadrado de “t” (el tiempo). Esta expresión nos indica cómo se acelera un cuerpo al caer en el vacío.

En la práctica, la primera experiencia con la gravedad la tuvimos cuando fuimos bebés y niños aprendiendo a caminar cayéndonos y levantándonos repetidamente. Luego la domamos cuando hicimos saltos en bicicleta o en saltos de atletismo.

El premio Nobel de economía 1976 Milton Friedman señalaba que la teoría no debía validarse por sus supuestos, sino por su capacidad de explicación y predicción. Por ejemplo, un objeto caerá desde lo alto de un edificio siguiendo esta ley.

Pero si boto una piedra y un papel desde lo alto de un edificio, ambas caerán a diferentes velocidades debido a la resistencia del aire. Por tanto, si quiero aplicar la teoría de la gravedad debo ver qué otros factores están presentes para adecuar la teoría a la vida real y hacer mejor análisis y predicciones.

Esta introducción es importantísima para discutir en serio los problemas que importan en la vida real, tal cual lo postulan los premios Nobel de economía 2019 Esther Duflo y Abhijit Banerjee en su reciente libro Buena economía para tiempos difíciles, del cual tomo dos ejemplos.

Primero. En la teoría, se supone que un flujo migratorio implicará menor oportunidades para los trabajadores locales y salarios más bajos. En la práctica, los estudios apuntan a que no es tan grande la migración en el mundo y que en realidad es beneficiosa. Esto contrasta con los mitos de que es muy extendida y perjudicial.

Segundo. La teoría señala que el comercio internacional es beneficioso cuando cada país se especializa en lo que mejor sabe hacer. Sin embargo, la práctica y los estudios muestran que existen ganadores y perdedores; y que más que especialización se debe apuntar a la diversificación.

Mi punto principal es que muchas discusiones de temas importantes deben superar a la ideología que los subyace y basarse en razonamiento respaldado en evidencia rigurosa, no en datos fuera de contexto que solo crean un pretexto.

Por ejemplo, en el país están dos visiones contrapuestas en prensa. Por una parte, se encuentran quienes encuentran en el modelo gubernamental las respuestas a todos los males del país, donde el Estado es el poder omnipotente que puede hacerlo todo. Por otra, están quienes creen que las fuerzas de mercado por sí solas resolverán todas las complejidades del país de forma casi milagrosa donde el Estado es el problema. Coloquialmente, ambos suponen que sus recetas son el mentisan o la aspirina que sirven para casi todo.

Obviamente al medio hay visiones que combinan ambas y también otras concepciones atípicas. Respeto las visiones extremas, hay elementos que se deben rescatar de ambos. Pero el problema es que la discusión matutina en prensa se parece a un debate diario entre personas de dos credos religiosos distintos que nunca se pondrán de acuerdo.

El problema es que esa discusión, aunque legítima, no aporta al país en términos de soluciones específicas basadas en la evidencia. Se dice que se necesita más Estado o más mercado, pero no se habla de la evidencia que la soporta, de los pros y contras de cada opción y de las formas específicas que debería ser la política.

Quienes participan en este debate generalmente son personas con conocimiento y experiencia. Lamento que esa capacidad solo se dedique a la apología de credos más que a ideas para el desarrollo, que es lo que el país más necesita.

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