Opinión

La Ivermectina y una política de salud pública posible

26 de agosto de 2020, 5:00 AM
26 de agosto de 2020, 5:00 AM

¿Qué es lo que impide que en Bolivia se desarrolle una política de salud pública basada en el uso masivo de la Ivermectina para la prevención y el tratamiento del Covid -19? Si miramos con cierta atención a la evolución del trabajo de campo (por lo menos en las áreas a las que tenemos algún tipo de acceso), realmente la única explicación posible es la de la extrema pesadez de los organismos encargados de la salud pública en nuestro país.

En tan solo dos o tres meses el uso de la Ivermectina se ha masificado en nuestro territorio a pesar de que no ha existido ningún ente central que impulse de manera sistemática su uso y a pesar de que tampoco se ha dado ningún esfuerzo por unificar los distintos protocolos que para ello se han desarrollado tanto en las experiencias locales, como en las realizadas en otros países. ¿Cuál es la razón para ello? A nuestro juicio, simple y llanamente que las experiencias de campo han sido mayoritariamente exitosas y que, a pesar de los obstáculos y vacíos existentes, la evidencia se ha impuesto. El boca a boca en este caso ha sido fundamental y creemos que ha salvado más vidas que muchas de las políticas oficiales vigentes. 

Herland Vaca Diez es el medico cruceño, experto en terapia intensiva, que tuvo el mérito al principio de la pandemia de promover el uso de la Ivermectina. Luego hubo experiencias como las de la clínica San Rafaela en Santa Cruz, la del grupo Ángeles contra el Covid y de sistemas sanitarios como el de Montero, que han corroborado no solo la efectividad de su uso en tratamientos, sino como profilaxis. 

Al decir de un médico peruano, la Ivermectina en este último terreno, es una suerte de “chaleco antibalas”, vale decir que no impide el disparo (como seguramente haría una vacuna), sino que amortigua su impacto. 

Es decir que este medicamento usado de manera preventiva, si no impide el contagio, por lo menos disminuye muchísimo la carga viral con la que se produce. Y hay que añadir que las experiencias locales mencionadas van siendo corroboradas por otras (mejor sistematizadas, por cierto) que se están realizando en países como Argentina y Chile (en estos países se empieza a hablar del “efecto vacuna” de la Ivermectina).

La actitud del Ministerio de Salud respecto al tema, cuando menos ha sido errática. En un primer comunicado emitido el ocho de mayo la Agemed decidió prohibirla para su uso contra el Covid 19.

Sin embargo, días después, el doce de mayo, el entonces ministro de Salud Marcelo Navajas, anuncio la autorización para su uso bajo “protocolo médico y consentimiento informado”. ¿Qué fue lo que hizo que la decisión de la autoridad cambie en tan poco tiempo?, ¿algún tipo de análisis o indagación realizada?, nada de eso, sino más bien la decisión anunciada públicamente el día anterior por la alcaldesa de Santa Cruz Angélica Sosa (asesorada por el Dr. Vaca Diez), de comprar masivamente la Ivermectina para el “tratamiento de prevención de parásitos”.

Puede costar decidir si la situación descrita se acomoda mejor a la tragedia o a la comedia; nuestro sistema de salud es tan débil y rudimentario, y tiene tan poca autoridad moral, que bastó, virtuosamente en este caso, que la alcaldesa citada decidiera esquivar públicamente una resolución de la autoridad competente y burlarla ante los ojos de la opinión pública, para que se rectificara una política oficial.

Las aguas han corrido con intensidad desde mayo y sin embargo las autoridades siguen sin tener una postura clara respecto a la Ivermectina. Aunque su uso se ha masificado, aunque todos los informes observacionales hablan de excelentes resultados, nadie en los niveles centrales, que sepamos, ni ha ordenado una sistematización seria al respecto y menos se ha interesado en el diseño de una política pública que tenga a la Ivermectina como eje.

Se trata de un medicamento que, a su efectividad, le añade la cualidad de ser barato. Por otra parte, según han mencionado algunos de sus fabricantes, en el país existe la capacidad instalada para proveer de manera inmediata al conjunto de la población (debido a que por años se ha provisto al hato ganadero del oriente).

Seguramente en el futuro mediato el eje de nuestras políticas en la temática estará centrado en una vacuna accesible y efectiva. Sin embargo, hasta que dicha situación se concretice, no nos queda duda que la adopción del uso de la Ivermectina como un medicamento masivo en profilaxis y tratamientos salvara innumerables vidas en el país.

Hoy por hoy, esta ausencia da testimonio de un sistema de salud endeble y errático.

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