Opinión

La izquierda internacional nos aplaza

19 de noviembre de 2019, 3:00 AM
19 de noviembre de 2019, 3:00 AM

Es impresionante la cantidad de gente, a título de académicos, amigos de Bolivia y rótulos igualmente atractivos que se pronuncia sobre nuestra situación política actual. El núcleo de su argumentación es que estamos viviendo la secuela de un “golpe de Estado” y tenemos actualmente a uno ultraconservador y violento.

Las sucesivas violaciones realizadas por el binomio fraudulento que estaba en la titularidad estatal por casi 14 años no generó, ni nada cercano, a tamaña atención. Aunque hay honrosas excepciones, la mayoría se adscribe a cierto lado zurdo del caduco espectro ideológico y ello les permite situarse del lado correcto de la historia. 

Ya tienen decidido de una vez y para siempre, desde luego sin duda ninguna y de manera infalible, qué condenar y sobre todo a quién. La contraparte de a quién defender es más importante aún, pues eso puede tener réditos de distinto tipo. El caso más escandaloso proviene de la secretaría ejecutiva de Clacso, una amplia red de centros de ciencias sociales de la región, que no se toma, siquiera, la molestia de consultar a sus centros miembros bolivianos. ¿Para qué lo haría? Ellos y ellas saben mejor que nosotros que apenas padecemos la historia.

Esto de unos y otros encaja muy bien con su mirada maniquea y simplista, para qué preocuparse de saber por qué hubo una tan sostenida y masiva protesta, la misma que valió burlas del renunciante mandatario, que nos anunciara enseñar a bloquear a los inexpertos citadinos ejerciendo su derecho a ser ciudadanos, no súbditos. 

Los inmensos cabildos en la ciudades capitales, risueños y pacíficos, tampoco les llama la atención. Solo tienen ojos para condolerse de los exiliados en el generoso México, que esta vez no restringe protocolos vigentes para los asilados y refugiados en materia de declaraciones políticas.

La violación del mandato del referéndum del 21 de febrero fue mirada con cierta indiferencia, o como diría el matemático que fungía de vicepresidente, no tenían que apegarse a “la letra muerta de la norma”. La concentración del poder no inmutó a esa opinión pública. Y el fraude electoral que la OEA lo confirmó inequívocamente: simplemente intolerable en todo lado; solo que aquí lo hicimos respetar.

En cambio, ahora que el gobierno provisional nombra un gabinete con las enormes dificultades objetan la legalidad de esa atribución, y en el caso concreto tiene jurisprudencia en sentencia constitucional del 2001, antes de la era Morales- García L. 

Hay escándalo de las alusiones y presencia de la Biblia y a Dios, sin intentar desentrañar que tiene que ver con el mensaje y referente ético más aglutinante y que está presente en la agitada política boliviana desde el s. XIX. Está bien el Estado laico, yo lo suscribo, pero eso no significa antirreligioso, o por qué no hubo escándalos en las ceremonias de sahumerios y ch´allas por las autoridades del Estado.

En fin, en el asunto de la wiphala, también hay mucho de batallas simbólicas e instrumentalización política. Es, constitucionalmente, símbolo patrio y qué bien que así sea. Lo que no está bien es que coercitivamente se la requiera a transportistas y habitantes en El Alto como adhesión de bando.

Y esta polarización nos lleva al tema más espinoso. Nadie con sentido de responsabilidad puede defender la pérdida de vidas humanas. Pero el discurso violento no es de ahora, se lo repitió insistentemente a título de aura revolucionaria, de compromiso vital “patria o muerte” por casi década y media. 

Y por lo menos alguna cautela debiera haber, siquiera como hipótesis, de que existe una cierta organización vinculada a la producción de coca, en la región que hasta hace muy poco era “zona de transición”, lo que significaba que debía de dejar de producción cocalera por otra “alternativa”. Por ese largo periodo, el presidente del país tenía y tiene el rango de mayor dirigente de esas federaciones de productores.

Nunca ocurrió eso en los otros presidentes. Morales no, y ha cambiado la ley que regía para legalizar aquella producción de sus representados, lo que claramente configura un conflicto de intereses. Hoy, de esa zona, la del Chapare, ha habido enfrentamiento violento con las fuerzas del Estado. Más allá de detalles no muy claros, no es, por ahora, el pequeño Vietnam que pronosticó hace poco el que no renunciado ministro de la presidencia, hoy inencontrable.

Hubiese querido querer un tono más amical con aquellos que se ocupan de mi país, pero amistad hay entre aquellos que se reconocen como iguales, y está claro que ellos y ellas no nos ven así. Por eso, yo tampoco. Bolivia tiene una larga experiencia de salir airosa de situaciones difíciles. Esta no será excepción.



Tags