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19 de enero de 2024, 3:00 AM
19 de enero de 2024, 3:00 AM

La libertad es uno de los valores fundamentales que toda sociedad debe procurar para sus ciudadanos. Pero, ¿gozamos realmente de libertad en Bolivia? Desde la perspectiva de destacados economistas liberales como los de la Escuela Austriaca, la Escuela de Chicago y el argentino Javier Milei, la respuesta es negativa.

Según estas corrientes de pensamiento, en Bolivia existe un intervencionismo estatal excesivo que coarta las libertades económicas y opciones de los individuos. Por ejemplo, los altos impuestos, la burocracia asfixiante y la enorme cantidad de regulaciones dificultan la libre iniciativa privada, el espíritu emprendedor y la creación de empleos productivos.

Asimismo, el gasto público descontrolado y el consiguiente déficit fiscal generan una dependencia ciudadana del Estado y un efecto expulsión de la inversión privada. Es lo que Milei denomina “la maquinaria extractiva de los políticos” que succiona recursos del sector productivo para financiar el aparato estatal.

Los controles de precios, tipo de cambio y tasas de interés distorsionan el libre mercado y envían señales equivocadas a los agentes económicos, lo cual deriva en desabastecimiento, contrabando, inflación y otros males. Son medidas populistas pero contraproducentes.

En síntesis, esta voracidad intervencionista del Estado boliviano es una seria traba a las libertades económicas. Pero también las libertades civiles y políticas están amenazadas por el autoritarismo del partido gobernante que busca controlar todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo los medios de comunicación y la justicia. 

Desde la Escuela Austriaca, economistas como von Mises y Hayek sostenían que el socialismo era un sistema intrínsecamente contrario a la libertad por abolir la propiedad privada y concentrar el poder económico en manos del Estado. Esta crítica es aplicable a países como Bolivia, donde el gigantismo estatal ha llevado a una pérdida de libertades y ha fomentado la corrupción.

Milei también alerta contra la falsa dicotomía entre una “mala” libertad económica que beneficia solo a los ricos y una “buena” igualdad promovida por el Estado. Sostiene que en realidad el libre mercado bien regulado es el mejor garante de oportunidades para todos, mientras que la intervención estatal excesiva destruye el crecimiento.

Es cierto que la Constitución y las leyes bolivianas consagran las libertades individuales en los papeles. Pero en la práctica el accionar del Estado las conculca. La libertad no solo requiere de reconocimiento legal, sino de respeto genuino. Y esto es lo que falta en Bolivia. 

En definitiva, pese a cierto progreso social y económico en los últimos años, para los economistas austriacos, de Chicago y Milei en Bolivia hay más paternalismo estatal que verdadera libertad. Esta solo florece cuando los individuos tienen garantizados sus derechos de libre elección, libre contratación, libre mercado y limitación del poder coactivo del Estado. Queda mucho trecho por andar.

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