Blooming, Oriente Petrolero y Guabirá se encuentran en peligro de descenso, y Royal Pari está al borde de esa situación, en un caso inédito en la historia del balompié local

31 de mayo de 2023, 10:14 AM
31 de mayo de 2023, 10:14 AM

Por Jaime Galarza

¿En qué momento se jodió el fútbol cruceño? Bien podríamos empezar esta nota sobre la triste realidad de la mayoría los clubes de Santa Cruz, parafraseando la pregunta de Zavalita en Conversaciones en La Catedral, la novela de Mario Vargas Llosa.

La realidad indica que tres de los cinco equipos cruceños están en la zona de descenso, y otro de ellos muy cerca: Blooming, Guabirá, Oriente Petrolero y Royal Pari, respectivamente. Solo uno está fuera de peligro en este momento, Real Santa Cruz.

Una situación inédita, sin duda. Nunca había ocurrido algo parecido en la Liga del Fútbol Profesional ni en la División Profesional. Hubo descensos, pero con casos aislados de Blooming, Guabirá y Real Santa Cruz.

Todo esto ocurre a una fecha del final de la primera rueda de la Liga, el torneo “todos contra todos”, que otorga la mayor cantidad de puntos en la temporada de la División Profesional.

Blooming es último en la tabla de promedios del descenso con 13 puntos (0,812) y Guabirá penúltimo con 15 (1.000), condenados a la pérdida de categoría hasta la fecha; Oriente Petrolero es antepenúltimo con el mismo puntaje y promedio que el azucarero (1,000) porque tiene un partido pendiente que lo puede ayudar a mejorar el puntaje en caso de ganar (1,125) o a empeorarlo, si pierde (0,937).

Royal Pari es el cuarto que se encuentra en zona de riesgo, ubicado en el puesto 11º con 18 unidades (1,125 de promedio) junto a otros tres equipos (Tomayapo, Independiente y Libertad Gran Mamoré), a solo tres puntos de Oriente.

¿Cómo pudo ocurrir algo así? Cada uno tiene una explicación.

Blooming empezó no respetando su historia al someterse a personas ajenas al club, esperanzado en que les aporten dinero que no tenían para armar su equipo. Les impusieron un entrenador y alrededor de ocho jugadores descartados de otros equipos, muchos de ellos sin la jerarquía para vestir su camiseta.

Asimismo, los dirigentes aceptaron un técnico sin la trayectoria suficiente para dirigir a la Academia, que sugirió otros jugadores que no rindieron.

Por último, la directiva permitió la conformación de un plantel numeroso, con 42 jugadores, pero totalmente descompensado, subestimando además, la importancia del sistema defensivo, al armarlo con jugadores sin jerarquía (tiene la defensa más goleada). A ello se suma la carencia de un goleador.

Oriente Petrolero es un caso distinto. Por un lado, está pagando un precio alto a las lesiones de Maximiliano Caire, Luis Gutiérrez, Franz Gonzales, primero, y Jorge Correa después; y por otro, a que algunos jugadores no han respondido como esperaban, en el ataque y el mediocampo. Por ello tiene falencias en la generación de juego y le falta gol. A esto se suman los problemas internos que generaron los malos resultados, la renuncia de Erwin Sánchez y la crisis de vestuario.

Guabirá, por su parte, tampoco acertó en la renovación del plantel con jugadores que sugirió el entrenador Mauricio Soria, quien renunció a mitad de la primera rueda porque no le encontraba la vuelta al equipo. Hoy sufre la falta de identidad porque no encontró en ningún momento un perfil definido y perdió mística. A causa de esto, se marchó el español Miguel Portugal, que había reemplazado a Soria.

Royal Pari tampoco encuentra un rumbo definido como equipo. Reestructuró su plantel con jugadores de menor costo que los que contrató en años anteriores y apostó a un entrenador “de la casa” que dirigía a la Reserva. El inmobiliario empezó a flaquear de entrada, muchos de los que eran la base bajaron su rendimiento y los que llegaron no ayudaron a mejorar la situación. La dirigencia recurrió a la experiencia del peruano Roberto Mosquera, que había sido desligado hace dos años, cuando llevaba adelante un proceso interesante. El incaico no logró levantar a los anaranjados, duró un par de meses y se fue. Hoy está a cargo el mexicano Raúl de la Torre, que fue quien lo ascendió y oficiaba de gerente deportivo.

En realidad, si bien son casos diferentes, hay un denominador común, no eligieron bien a la hora de armar sus equipos y hoy sufren las consecuencias.