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13 de agosto de 2024, 4:00 AM
13 de agosto de 2024, 4:00 AM

En el actual contexto agrícola de Bolivia, la biotecnología se ha convertido en un tema de discusión crucial. Los recientes bloqueos en la carretera que conecta Santa Cruz y Beni, liderados por los productores agrícolas de San Julián, han puesto de manifiesto la creciente demanda de los agricultores por el uso de biotecnología en los cultivos. Después de 13 días de paralización, se acordó un cuarto intermedio de 30 días, durante el cual el Gobierno analizará ocho propuestas sobre la aprobación del uso de transgénicos. En caso de incumplimiento, los productores han dejado claro que las movilizaciones se reanudarán.

 Se ha comprometido un proyecto de ley corta para la aprobación del uso de eventos transgénicos para enfrentar la sequía en la región de Santa Cruz. Recordemos que otros países ya han adoptado estas tecnologías para mitigar los efectos del cambio climático y mejorar la productividad agrícola. Lamentablemente, según el criterio de científicos y biotecnólogos, Bolivia ha quedado rezagado en productividad por seguir normas europeas que se oponen a los transgénicos. Paraguay que inició después de Bolivia la producción de soya, gracias a la biotecnología aumentó su oferta y en 2023 exportó $us 3.422 millones en granos de la oleaginosa,  cuando Bolivia sumó $us 219 millones por el mismo concepto.

La propuesta de legalizar el uso de dos eventos transgénicos con diferentes variedades de semillas, hoy cultivadas de manera ilegal, busca ofrecer una solución sostenible para los agricultores. Legalizar estas semillas de primera generación no solo reduciría los costos en agroquímicos, sino que también permitiría a los productores acceder a tecnologías que han demostrado ser eficaces en otros países.

Sin embargo, la resistencia al uso de organismos genéticamente modificados (OGM) se debe a la percepción de que los transgénicos son peligrosos. En países como Argentina, Brasil y Colombia, los temas agrícolas son gestionados por los ministerios de Agricultura, lo que contrasta con Bolivia, donde el Ministerio de Medio Ambiente tiene la autoridad sobre estos asuntos. Este enfoque podría considerarse un error técnico, ya que limita el potencial para implementar soluciones biotecnológicas que podrían transformar el sector agrícola.

La reciente posesión de Juan Flores como nuevo ministro de Desarrollo Rural y Tierras trae un rayo de esperanza. Flores reconoció que el tema de los transgénicos tiene sus ventajas y desventajas y prometió reunirse con los productores para obtener una comprensión más profunda de sus necesidades y preocupaciones. Esta disposición a dialogar es fundamental para encontrar un equilibrio entre la preservación de cultivos nativos y la incorporación de biotecnologías avanzadas. Pero cabe aclarar que los transgénicos no dañan los cultivos nativos, según los biotecnólogos bolivianos que también están diseñando una nueva ley de bioeconomía circular.

En conclusión, Bolivia enfrenta desafíos agrícolas significativos que requieren soluciones innovadoras. La biotecnología ofrece la posibilidad de mejorar la productividad agrícola, enfrentar las condiciones climáticas adversas y garantizar la seguridad alimentaria. Es crucial que el Gobierno y los agricultores trabajen juntos para encontrar un camino hacia adelante que beneficie a todos y promueva un desarrollo agrícola sostenible. La adopción de biotecnología no solo es una necesidad, sino una oportunidad para posicionar a Bolivia como un líder en agricultura sostenible en la región.

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