Es la derrota más abultada que expone la debilidad de los equipos nacionales

29 de mayo de 2022, 4:30 AM
29 de mayo de 2022, 4:30 AM

Hubo otras, pero esta, la del jueves 26 de mayo, fue la peor de todas. Una noche negra que hace mella en el honor, el orgullo, el prestigio, y que además ensombrece la historia labrada con esfuerzo, pasión y éxitos. Oriente Petrolero recibió en su propia casa la más humillante caída en torneos internacionales que haya sufrido un equipo boliviano desde que empezaron a competir en 1960. El 10-1 que le propinó el Fluminense de Brasil fue el trago más amargo de todos en las copas de la Conmebol.

Le arrebató el “liderazgo” a Universitario de La Paz y The Strongest, que en 1970 y 1971, habían caído por sendos 9-0 ante River Plate y Peñarol, en condición de visitante.

Una derrota que provocó fastidio, decepción, bronca, desilusión, preocupación, pena y también burla, y que molesta mucho más porque afecta la imagen del club.

Algo difícil de explicar, más aún cuando protagonistas y responsables evaden el análisis.

Debilidad, ingenuidad, irresponsabilidad, ineptitud… Una suma de factores que forman parte de este “coctel” que provocó una resaca interminable.

¿Irresponsabilidad? Pareciera que sí, porque como que Oriente subestimó la situación, y no se mentalizó para encarar un partido de mayor exigencia de los que acostumbra jugar.

Por lo menos son esas algunas de las razones que se vienen a la mente en el intento de encontrar la explicación a la derrota ante un equipo que no forma parte de la élite del fútbol brasileño. Ese es otro aspecto llamativo y preocupante. No son grandes equipos visitantes los que se pasean en canchas bolivianas, sino adversarios de segundo rango, salvo Palmeiras y Boca Juniors.

Oriente Petrolero se llevó la peor parte en esta historia, pero también fue negativo lo de Wilstermann en la Copa Sudamericana, y pobre lo de Independiente de Sucre, Always Ready y The Strongest en Copa Libertadores.

El Tigre fue el más afortunado de los bolivianos, sigue en carrera; lo eliminaron con una goleada de la Libertadores y clasificó a la Sudamericana por tener mejor diferencia de gol que el Caracas FC.

Los cinco equipos bolivianos disputaron 15 encuentros de local, apenas ganaron dos partidos, cuatro fueron empates, y 9 derrotas.

¿Quién es el gran culpable o responsable de esto? Esa es una especie de “pregunta del millón”. Normalmente, se quiere hacer creer que las derrotas y los papelones son huérfanos y que solo los éxitos tienen padres. Sin embargo, hay causas que derivan en una y otra cosa.

Por ejemplo, salta a la vista es que los equipos bolivianos no se arman de la mejor forma, y que, además, algunos lo hacen de manera tardía e improvisada; con lo que tienen para el torneo no alcanza; el ritmo de juego no tiene la intensidad para jugar de igual a igual; la condición física es inferior; y menor jerarquía, que incluye competitividad, carácter y ambición.

Nada nuevo, pero se repite una y otra vez. Por eso el sol no brilla nunca para el fútbol nacional, y de tanto en tanto, se nos viene la noche.