Opinión

La otra cara del narcotráfico

11 de agosto de 2021, 5:00 AM
11 de agosto de 2021, 5:00 AM

El narcotráfico es una actividad ilícita repudiada por muchas personas, menos por quienes viven fuera de la ley y han hecho de dicho negocio su ‘modus vivendi’ dado que a su sombra se han forjado- y siguen forjándose- los nuevos ricos que, se sospecha, son dueños de haciendas y condominios y gozan de buena reputación en nuestro medio, incluso algunos serviles de su entorno le limpian el asiento. Al parecer, de muy poco sirvió el linchamiento de don Noel Kempff en la meseta de Caparuch. Parafraseando a Eduardo Galeano, se puede afirmar que el narcotráfico se ha democratizado a tal grado que lo ejercen muchos y lo padecemos todos, y se le augura un gran porvenir, por cuanto la lucha desplegada en su contra por el actual Gobierno y los anteriores ha resultado punto menos que infructuosa.

Incluso hubo gobiernos que no solamente lo protegieron, sino que fueron copartícipes o socios del cuantioso negocio, tal el caso del Gobierno de facto de García Meza y su ministro del Interior (o ministro de la cocaína que nos mandó a caminar con el testamento bajo el brazo aunque no tuviéramos nada que heredar), que impusieron el toque de queda para que no nos enteremos de los despachos aéreos que se hacían durante las noches mientras mirábamos, acuartelados, la telenovela Rosa de lejos, porque no había otra cosa que ver o en qué entretenerse. Menos mal que faltaba bastante tiempo para que pasaran por la pantalla chica o caja boba programas insulsos como Calle 7, Dar la nota y otra telebasura por el estilo.

Todo nuevo gobierno que accede al poder, ya sea que pertenezca a la derecha vegetariana o a la izquierda carnívora, lo hace comprometiéndose a erradicar el narcotráfico, pero la realidad es que “seguimos comiendo promesas”. Frecuentemente se descubren nuevas fábricas en áreas protegidas y los contrabandistas son capturados ni bien cruzan la frontera; los que consiguen evadir los controles, llegan a los grandes centros de consumo donde el producto blanco se vuelve verde, que es el color de los ‘cocadólares’, y retorna para ser sometido al último proceso de ‘blanqueamiento’, quien lo dude puede informarse a través de las páginas interiores del diario EL DEBER, que le hace seguimiento.

La creciente actividad obligó a la creación de organismos como la fuerza antinarcóticos y la Felcn, encargados de la represión del delito, lo que llevó consigo la formación de una frondosa burocracia ‘presupuestívera’ que, al igual que la tenia o solitaria que habita en el intestino delgado de los humanos, se traga todos los bienes que incauta, que no son poca cosa. Amparados por ley especial entran en posesión real y corporal de todo lo incautado (valores, bienes muebles e inmuebles), los usan como vivienda gratuita para sí y la familia sin hacerle ninguna clase de mantenimiento, más propiamente, los destruyen o hacen desaparecer como en los casos de las incineraciones truchas, todo lo cual debería quedar en beneficio del Estado de acuerdo a la normativa específica, pero no es así, porque lo incautado queda en pura ficción como en las novelas. Solo en casos muy aislados se los entrega a centros de acogida para que cumplan una auténtica función social, tal el caso del inmueble incautado a Techo ‘e Paja.

A esta otra cara es a la que hace referencia nuestro artículo de opinión y a la que también auguramos un gran porvenir porque mientras el narcotráfico siga en auge, los encargados de combatirlo, tienen asegurado su salario y su estatus “per sécula seculorum”, a no ser que se opte por su legalización como en otros países, porque es debido a la prohibición que el negocio es rentable social y económicamente, pero algunos opinan que eso sería como dar muerte a la gallina de los huevos de oro.

Ronald Tineo - LibrePensador

Tags