Las que hay no están conectadas y algunas se encuentran en mal estado. Las rutas a Porongo, Clara Chuchío y Abapó son las más utilizadas los fines de semana para entrenar

28 de diciembre de 2022, 8:34 AM
28 de diciembre de 2022, 8:34 AM

Pedalear en Santa Cruz no es una tarea fácil, dicen quienes llevan años montados en una bicicleta. ¿Los motivos?, la falta de ciclovías es el más importante (las pocas que tiene la ciudad no están conectadas, no son seguras y algunas se encuentran en mal estado), seguido por la escasa educación vial, que dificulta la circulación en sus calles y avenidas, y de una ley nacional que otorgue derechos y obligaciones a los ciclistas.

Juan Manuel Arias, atleta master que practica triatlón (disciplina que combina natación, bicicleta y carrera pedestre) desde hace casi dos décadas, considera que en “Santa Cruz de la Sierra no adelanta ser un ciclista con experiencia o ser un novato porque es una ciudad violenta que no lo respeta”. Es más, el ciclista es un estorbo, prosigue, y prueba de ello, es la resistencia a que el uso de la bicicleta sea reconocido como un medio de transporte en las calles, donde los motorizados son los dueños absolutos de la vía.

“Infelizmente tenemos muy pocas opciones para ir a entrenar. Las carreteras a Porongo, Clara Chuchío (donde sucedió el accidente de Gonzalo Frías) y Abapó (para los más intrépidos), donde los choferes de camiones y buses interdepartamentales no tienen ninguna consideración. Cuando ven un grupo de ciclistas no bajan la velocidad”, manifestó Arias.

En tanto, Mónica Otermin, que forma parte del club Bici Sprint, debe salir de su casa a las 5:30 de la mañana para evitar el tráfico hasta llegar al ingreso a Porongo cada vez que tiene que ir a pedalear. “Un motociclista, por intentar agarrarme por la parte de atrás, casi me hizo caer en el cuarto anillo. En la ruta a Porongo algunos conductores pasan cerca de los ciclistas, es chiste para ellos, nos tocan bocina y nos asustan, pasan muy cerca de nosotros, no respetan el metro y medio de distancia”, expresó con mucho pesar por el accidente del fin de semana pasado.

La atleta élite Mónica Robles Filipovic, ganadora de campeonatos nacionales y departamentales y miembro del club UCO (Unión de Ciclistas del Oriente), señaló que “no hay las condiciones para que el ciclista se mueva dentro de la ciudad antes de llegar a su ruta de entrenamiento”, que suele ser una carretera para hacer tramos de varias horas. ¿Qué los mueve seguir en condiciones tan adversas?, le consultamos, y su respuesta fue inmediata: “La pasión al deporte (..)”.

Anteproyecto de Ley “Gonzalo Frías”

Paúl Lijerón, presidente de la Asociación Municipal de Ciclismo, afirmó que la Federación Boliviana de Ciclismo presentará el anteproyecto de Ley “Gonzalo Frías”, para establecer derechos y obligaciones de los ciclistas. Si bien dicho documento ya fue rechazado hace dos años, Lijerón precisó que esta vez pedirá ayuda a los miembros de la Brigada Parlamentaria de Santa Cruz para que sea aprobado. También tienen previsto reunirse con las autoridades del municipio cruceño con la finalidad de implementar el proyecto de ciclovías de la gestión del alcalde Jhonny Fernández. Finalmente, lamentó que los ciclistas actualmente son insultados y maltratados, y que las mujeres que van a entrenar a la ruta a Porongo son víctimas de acoso.

Cifras importantes

Clubes: Actualmente hay 50 clubes afiliados a la Federación Boliviana de Ciclismo

Miembros: Cada club tiene entre 20 y 30 integrantes. Alguno de ellos son atletas que participan en competencias departamentales y nacionales

Cicloturistas: Son personas que se transportan en bicicleta. Se estima que hay entre 15 mil y 20 mil en la ciudad.



Una de las ciclovías que no se usan en la ciudad / Foto: Fuad Landívar



"Conviviendo con el peligro"
Juan Carlos Rivero / Ciclista



Llevo más de 15 años utilizando la bicicleta como mi principal modo de transporte. Recorro los cuatro puntos cardinales de la ciudad de Santa Cruz e incluso he llegado hasta Cotoca, La Guardia y Viru Viru, siempre cumpliendo algún fin utilitario y no por el gusto de pasear (aunque disfruto muchísimo de esta manera de movilizarme).

Buscar una buena combinación de vías “seguras” pero que también permitan llegar a destino con relativa rapidez es un reto enorme para los ciclistas. Las vías “seguras” son las calles de barrios, que tienen poco tráfico vehicular, pero son más viboreadas. Las vías rápidas (y más peligrosas) son los anillos y las principales radiales, como las avenidas Alemania, Piraí o Tres Pasos al Frente. Trato de evitar estas últimas, aunque a veces no queda otra alternativa.

Si tengo que usar una vía rápida, me aseguro de que haya un carril de yapa para las bicis. Es decir, las avenidas que tienen un carril y medio o dos carriles y medio, se prestan para que ese medio carril (que no lo pusieron ahí pensando en los ciclistas, por cierto) me brinde un poco de seguridad.

En cambio, las avenidas que tienen carriles mezquinos (cabalingo para los autos) son pésimas rutas para las bicis. En esta categoría están el segundo anillo por la zona oeste, el cuarto anillo en su totalidad y la avenida Virgen de Cotoca, por ejemplo. Las carreteras de la periferia, sobre todo aquellas que no tienen berma, son extremadamente peligrosas para los ciclistas. Allí los vehículos circulan a mayor velocidad y muchos conductores no tienen la consideración de abrirse a la izquierda y mantener distancia.

Supongo que los ciclistas de competición buscan estas vías rápidas para entrenar. Para ellos, la ciudad y sus alrededores no brindan un margen de seguridad. Esta terrible omisión está costando vidas humanas.

Ya es momento de incluir ciclovías en la planificación vial de la ciudad, como ocurre en muchas metrópolis del mundo. Deben ser ciclovías bien pensadas, que conduzcan a algún lugar, que resuelvan los cruces en las intersecciones, que sean expeditas y que tengan margen de seguridad con los carriles vehiculares.