9 de mayo de 2022, 4:00 AM
9 de mayo de 2022, 4:00 AM


Mientras el mundo imagina el fin de la pandemia de coronavirus y se alivia volviendo a “normalizar” actividades, surge una nueva clase de hepatitis infantil que pone de cabeza a la ciencia y genera preocupación a los padres de familia. 

Cuando la curva se había aplanado en buena forma, se está volviendo a hablar de alerta epidemiológica, debido a que autoridades sanitarias de varios países han recomendado completar y controlar los esquemas de vacunación (2 y 3 dosis), para evitar complicaciones mayores. Pero además se insiste en mantener los habituales cuidados con miras a la prevención de contagios, como la realización de lavado de manos, evitar el contacto con personas enfermas, cubrirse al toser y estornudar y no tocarse los ojos, la nariz y la boca sin higiene previa.

Desde que fue confirmada la primera muerte de un niño a causa de hepatitis aguda infantil en medio de un brote en varios países europeos, las alarmas se expandieron. El 10% de los casos debió ser intervenido quirúrgicamente para recibir trasplante de hígado. La comunidad médica y científica no descansa en su afán por saber de dónde proviene y cómo evitar este nuevo fenómeno y cuál es el tratamiento más adecuado. Básicamente se trata de una inflamación del hígado que, debido a una rápida abrupta extensión, puede generar en algunos casos una infección que puede tornarse crónica.

Otra vez los pediatras retoman las banderas de las alertas para prevenir que esta nueva enfermedad se extienda y nos vuelva a encapsular como medida extrema.

A principios de abril se detectaron los primeros 10 casos en Reino Unido, todos menores de 10 años; en simultáneo se contabilizaban otros en Estados Unidos, Bélgica, Indonesia e Israel. Un paciente de 8 años de edad fue el primero detectado el miércoles anterior en Argentina. Un día después se detectaba en Panamá un caso de hepatitis aguda en un niño de dos años, hoy fuera de peligro. Actualmente la misma afección se presenta en varios centenares de pacientes en más de 20 países.

Si bien fuentes científicas aseguran que la vacunación contra el covid-19 no es la causa de esta enfermedad, no se descarta como posible causa una infección por SARS-Cov-2. Entre el desconcierto y la rareza de este nuevo fenómeno, las estadísticas indican que casi un 90% de los niños tuvieron que ser hospitalizados, pero la mayoría se curó.

Ante el desconocimiento del origen de la enfermedad se deben tomar las medidas correspondientes a la higiene de los productos que se consumen y los que corresponden a los virus ya conocidos. Esta hepatitis produce ciertos síntomas como: ictericia (piel amarilla), fatiga, fiebre, náuseas, diarrea, vómitos y dolores abdominales. Lo aconsejable y prudente es acudir a un especialista ante cualquiera de estas manifestaciones.

¿Debemos preocuparnos en Bolivia debido a las vulnerables condiciones del sistema de salud en que vivimos? Los países de la región, han alertado el problema, así como deberían hacerlo con mayor decisión las autoridades nacionales. Podría ser el momento de una emisión, por ejemplo, de una alerta de vigilancia a todas las instalaciones sanitarias del país. Así en la salud como en la vida es mejor prevenir que lamentar.