Opinión

La reconstrucción económica que Bolivia necesita

25 de agosto de 2021, 5:00 AM
25 de agosto de 2021, 5:00 AM

A la pregunta sobre ¿cuántos años tardaremos en volver a tener el Producto Interno Bruto (PIB) por persona al nivel prepandemia en Bolivia?, es decir, aproximadamente $us 3.600 en 2019, la respuesta puede ser abordada desde una perspectiva cuantitativa y cualitativa.

Desde una mirada cuantitativa, es posible hacer un ejercicio simple, determinando primero cuánto crecerán porcentualmente el PIB Nominal y la población boliviana en el presente año y en un par de años adicionales, además de establecer supuestos sobre la evolución de la tasa de variación porcentual del PIB real, la tasa de variación del deflactor implícito del PIB aproximado por la inflación y determinar en qué año alcanzaremos nuevamente el nivel que teníamos el año 2019.

Vamos por partes: el año 2020, el PIB por persona cayó estrepitosamente y llegó a -11,8%, con una reducción de aproximadamente $us 423, lo que derivó en un nivel de $us 3.155 de PIB per cápita, muy cercano al que se tenía en el año 2016, es decir, hubo un retroceso de cuatro años, como resultado de malas políticas económicas adoptadas y una cuarentena mal planificada.

Si en la presente gestión logramos una tasa de crecimiento del PIB real cercana al 5% y una inflación similar a la planteada en el Programa Fiscal Financiero del MEFP-BCB de 2,6%, además del impacto de los mejores precios de materias primas, que se reflejará también en el deflactor, entonces es posible que el PIB per cápita crezca a un ritmo de 8,7%, lo que significaría tener un PIB per cápita de $us 3.430, con un aumento cercano a los $us 275, no obstante, aún estaríamos por debajo del valor que se observó en esta variable en 2019.

Para lograr alcanzar el nivel del PIB por persona prepandemia el año 2022, es necesario que el mismo crezca, al menos, en un 4,6% y ello es posible a partir de que la tasa de crecimiento del PIB real sea mayor al 3% y una tasa de variación controlada en precios igual a un 3%, lo que haría posible un nivel del PIB per cápita de $us 3.589, similar al que se contaba el año 2019.

Entonces, es muy probable tener los niveles de ingreso y producción por persona prepandemia el año 2022, siendo al menos dos años necesarios para lograr aquello, en congruencia con lo que hemos aseverado en distintas ocasiones, a lo que se suman las perspectivas que tienen organismos internacionales como la Cepal, BID, BM, entre otros.

Estos datos desmienten lo que algún “experto instantáneo” ha vaticinado que requeriremos diez años para volver a lograr el nivel de PIB per cápita del año 2019 pues ello implicaría tener tasas de crecimiento del PIB real por debajo del 1%; probablemente repitiendo la historia de los gobiernos neoliberales, cuando ni la inversión pública ni la distribución del ingreso eran importantes.

Desde un punto de vista cualitativo, es imperativo que el crecimiento del PIB real se oriente hacia actividades que privilegien la economía circular y ello va en total concordancia con la sustitución de importaciones.

El plan de sustitución de importaciones no necesariamente significa adoptar un concepto de sustitución al estilo cepalino de los años setenta, sino más bien implica el aprovechamiento de la tecnología del reciclaje o la tecnología amigable con el medioambiente.

También implica tomar ventaja de los efectos dañinos del cambio climático y tender a ser una economía con resiliencia, adoptando como una oportunidad -por ejemplo- el aprovechamiento de vientos para la generación de energía eólica, junto a una variada gama de posibilidades y alternativas disponibles, para continuar con el cambio de nuestra matriz productiva.

Los aportes de estas alternativas permitirán la paulatina transformación estructural de la economía, de actividades extractivas e intensivas en recursos naturales, a una que genere producción con mayor valor agregado, a través de la industrialización de nuestras materias primas.

Evidentemente, la transformación estructural de nuestra economía no será de corto plazo, requerirá que el Estado y el sector privado establezcan las mismas prioridades en una agenda de desarrollo de mediano y largo plazo.

Marcelo Montenegro / Ministro de Economía y Finanzas Públicas

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