Opinión

La Santa Cruz boliviana

10 de noviembre de 2020, 5:00 AM
10 de noviembre de 2020, 5:00 AM

Existe un debate muy intenso en las redes sobre la posición de Santa Cruz frente a la victoria electoral del MAS. Se hace necesario una profundización del análisis para colocar los componentes en contexto. El primer resultado es señalar que no existe “una” Santa Cruz, en los temas económicos, políticos, culturales o sociales. La construcción de la realidad cruceña incorpora a nacidos y habitantes, y obliga a superar la ligereza de algunas respuestas. Dos son los elementos básicos imprescindibles de considerar. El que se refiere a la impronta que posee el apelativo de “cruceño” y que ha logrado establecer una tipología, y el segundo a la cualidad receptora de migración del que es objeto el departamento en general, y el área metropolitana en especial.

Aprovecho una oportuna entrevista que me realizó Nicolás Parada Salomón, para extraer algunos conceptos útiles en esto de explicar el fenómeno social.

El primero tiene que ver con el carácter regionalista que se les asigna a los nacidos en Santa Cruz, siendo esa conducta exactamente igual a la que existe en los 8 departamentos restantes. El nacer en un lugar de la tierra, es un azar que la persona no lo define y que al tomarse consciencia de ello y asumirlo como un valor cultural, adquiere una dimensión humana de pertenencia, similar a la familia o el barrio que aportan seguridad, protección e integración con sus lazos de solidaridad. Es un valor positivo que nos obliga al respeto y la tolerancia al aceptar que cada persona tiene el suyo.

Sin duda que Santa Cruz es una combinación de geografía e historia, y su construcción pasa por un modo de hablar peculiar, de comer, de vestimenta distendida en función del clima, con sus formas de exteriorizar sentimientos de alegría y tristeza; hay una visión simbólica que se representa en la Ciudad de los Anillos, la cultura chiquitana y la tierra como factor económico que fortalecen la reproducción ideológica y productiva.

Las diferencias con las manifestaciones de otros departamentos, están dadas por las mismas razones de representación simbólica. Gracias a la cultura, las diferencias disminuyen su confrontación por el aprendizaje mutuo y permiten superar la descalificación por origen cultural, geográfico, económico, religioso, ideológico.

En esa construcción aparecen sujetos que la refuerzan. Andrés Ibáñez por su aporte a la visión de país solidario y con organización federal, y en lo grupal, la Sociedad Geográfica e Histórica que en el Memorándum de 1904 propuso un país más integrado con su visión desde la llanura.

Santa Cruz expresa el sentimiento de los demás departamentos en esa sensación de abandono y de no ser reconocida como espera el sujeto social. La frustración de no lograr lo que se espera, el identificar trabas como parte de una confabulación perversa, y aunque cada cada una de estas situaciones pueden expresar baja autoestima y las razones están más en el sujeto analizado que en la voluntad externa, la queja de no ser reconocida es una provocación cuando recordamos que los espacios en política, economía y sociedad, se ocupan y se ganan, nadie los regala. Si analizamos en conjunto, evidentemente existen muchas razones de estar orgullosos de lo logrado, sea esto reconocido o no. Las regalías, la propuesta de participación popular, la autonomía o la apertura de oportunidades que genera la migración permanente.

Dejo claro que la realidad de las naciones en el mundo contemporáneo es la integración, la complementariedad y la cohesión del sujeto colectivo, por lo que ninguna posición en contrario lograría consolidarse. No se obtienen méritos por decretos ni por conmiseración y lástima. Santa Cruz tiene a su favor ventajas comparativas y competitivas ganadas con trabajo, y el uso inteligente de ellas puede darle una posición de responsabilidad mayor y de reconocimiento. Es una oportunidad, no un designio divino, una profecía o una aspiración chovinista.



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