Opinión

La situación política está rebasando todos los límites tolerables y callarlo es inmoral

4 de enero de 2021, 5:00 AM
4 de enero de 2021, 5:00 AM

Hemos asumido que tenemos un gobierno nacional legalmente constituido, mientras no nos demuestren lo contrario, pero la legalidad sin legitimidad no basta, es imperativo que se gane el respeto y la confianza ciudadana.

Para empezar, en un tema tan vital para la población como es la atención médica oportuna y suficiente, en momentos tan cruciales de rebrote de la pandemia. Y hasta el momento no vemos en las autoridades correspondientes la disposición, y menos la presteza, de encararla con seriedad.

Por un lado, está el descuido en la continuidad o renovación de los contratos del personal de salud, tan necesario en los centros habilitados con no poco esfuerzo para luchar contra el Covid, que la más elemental administración sabe y puede prever con la anticipación debida. Esos contratos no se hicieron por que quiso el anterior gobierno al que tanto denostan, sino por el clamor de las autoridades ante las apremiantes necesidades de lo que significa una pandemia letal como la que vive el mundo entero. Y el actual gobierno sabe muy bien de la naturaleza urgente e indispensable del personal de salud, cuyo desempeño se caracterizó por la entrega total incluso de sus vidas, al margen de cualquier filiación político-partidaria. Entonces, ¿cómo no prever las medidas requeridas para no privar de sus servicios? ¿Cómo es posible que se permitan hasta cerrar un hospital de nueva creación?

Por otro, está la provisión de las tan esperadas vacunas que deben cubrir la prevención masiva del contagio del virus además de la curativa, tema que hasta ahora es insuficiente y contradictoriamente informado por las fuentes oficiales y, si sabemos que el año pasado ya se había hecho la gestión con organismo internacionales que comprendieron a Bolivia entre los países prioritarios para dotarles de las mismas, por qué, en aras del interés nacional, no se siguió esa ruta hasta concretarla con el tipo de vacuna que sea, cuya efectividad o no estamos impedidos de saber. Ninguna investigación sobre una posible compra irregular de ‘respiradores’ para ser sancionada con rigor cuando corresponda, puede ni debe ser la cortina política de humo para incumplir las obligaciones gubernamentales que exige la hora presente.

La ciudadanía ha empezado a encontrar las puertas cerradas de los hospitales para sus enfermos graves por saturación de la demanda, y ¿qué se ha hecho o se tiene previsto hacer en lo inmediato para resolverlo?, hasta ahora nada se sabe, salvo los gritos desesperados llenos de impotencia de los responsables de los Sedes porque saben que la capacidad instalada se agota para una segunda ola mucho más acelerada y letal que la primera, sin ser escuchados por la administración central.

En el plano local, de forma totalmente inaudita, se ha dado preeminencia a las campañas electorales y de proclamación, en medio de las fiestas de fin de año, llenas de aglomeraciones, en procura de un pequeño obsequio de la gente pobre que incluso ha alcanzado a las políticas de bioseguridad en tiempo y forma, que atendiendo más al cálculo de votos potenciales que a la racionalidad son una total falta de respeto al ciudadano, que termina convertido en una simple cifra votante.

Estamos hartos de las pulsetas políticas entre los que están en el poder y los que lo quieren alcanzar dando la espalda a las necesidades del pueblo, más interesadas en ‘ponerle zancadillas’ al adversario que en el cumplimiento de los deberes formales del cargo que aún ejercen. Razón que valida más que nunca, entre otras también importantes, lo acertado del buen legislador al establecer ‘la renuncia previa del funcionario público que quiera ser candidato’.

En momentos como el presente las campañas electorales salen sobrando, es cuando se necesita una profusa y masiva campaña de información, concienciación y educación ciudadana sobre los riesgos a los que se exponen y nos exponen, las personas que no cumplen las normas, así como también controles eficaces en los centros de aglomeración para el abastecimiento y la necesidad de usar el transporte colectivo, controles que no pueden ser simplemente episódicos o sólo para ser filmados por las cámaras de televisión.

Sépanlo señores, están equivocados, así no se ganan votos; por el contrario, la falta de seriedad, la falta de autoridad, la perversa banalidad, no merecen ni podrán ganar la confianza del pueblo para entregarles su representación.

Acápite aparte merecen los padres de familia y los hijitos de papá y mamá que, incapaces de la empatía, aburridos de su vida o necesitados de ostentar su dinero, son fuente de contribución al agravamiento de la pandemia que padecemos, y no por necesidad de trabajar como muchos, sino por el egoísmo y la carencia de amor al prójimo y en particular a los miembros de su familia, protagonizando fiestas y reuniones que no pueden llamarse otra cosa que actos de irresponsabilidad ciudadana. Tanto sacrificio hecho por la gente hasta aquí y tanto dolor en las familias huérfanas y desintegradas, les niegan el derecho a ser parte de nuestra golpeada sociedad, condenándolos severamente.

¡Ya está bueno, estamos hartos y nos estamos muriendo!



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