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26 de junio de 2023, 4:00 AM
26 de junio de 2023, 4:00 AM

Propios y extraños se preguntarán cómo el departamento de Santa Cruz que apenas contaba con una población de 244.658 habitantes (censo de 1950), actualmente tiene 4.000.143, según los recientes datos del Instituto Cruceño de Estadística y que el PIB regional de 1.259 dólares/habitante en 2000, haya pasado 20 años después a 3.667, dólares/habitante.

La respuesta tiene raíces de más de un siglo, desde la publicación del Memorándum de la Sociedad de Estudios Geográficos Históricos (1904) -un proyecto con visión nacional-, y el posterior aparecimiento de otras instituciones, (mutuales, profesionales, cooperativas, empresariales, etc.).

Frente a la desidia de un gobierno nacional tan alejado del oriente boliviano, se construyó una red institucional societal que se interconectó bajo la égida del Comité pro Santa Cruz desde 1950.  Era una réplica de los propios cruceños para buscar ellos mismos sus propias soluciones frente a las necesidades perentorias de aquel momento. Al mismo tiempo, a esta iniciativa se sumó el Comité de Obras Públicas, creado en 1945, luego bajo el nombre de Cordecruz (1979), disuelta en 1995.

La visión de una élite pensante y el carácter del hombre oriental como las ansias de libertad, el emprendimiento, una elevada autoestima y voluntarismo auténtico, resolvieron conectar todas sus fortalezas formando equipos de trabajo (inteligencia colectiva), con el propósito de llevar adelante un ´desarrollo identitario integral´. Bajo estas premisas, las nuevas instituciones colegiales que surgieron estaban integradas por representantes del nivel estatal regional, la empresa privada, la universidad Gabriel René Moreno y la sociedad civil organizada.

La base del éxito cruceño de esta figura organizativa siempre fue el diálogo y la concertación, que se facilitó pues los objetivos eran comunes: el bienestar de la sociedad, sin miramiento alguno y sin diferencias territoriales, entre provincias y la capital. Esta modalidad virtuosa que surgió hace más de 50 años, es lo que los planificadores llaman hoy la fuerza de la “tetra hélice”, al referirse a la innovación tecnológica.

Sin embargo, en los últimos años se ha implementado en el país un modelo, que en épocas de bonanza tuvo pocos efectos positivos, que, en la actualidad, llegó a su agotamiento y fracaso, aumentado y corregido por el autoritarismo, la corrupción y el resentimiento. Basta ver sus resultados, no necesitan explicación ni debate alguno.

Ambas visiones hoy se encuentran confrontadas. Son modelos de una Bolivia nueva que surge en el naciente frente a la otra Bolivia que languidece. Una es productiva y autonomista, la otra sólo es extractivista, burocrática y centralista. En este contexto, no queda más que un reencuentro nacional, cuyas conclusiones no sean iguales a lo que sucedió con el censo. No hay otra salida. O sobrevivimos todos los bolivianos o nos hundimos juntos.

Urge que el presidente Arce cumpla su desafío de discutir con los cruceños un nuevo proyecto, pero que no sea sólo para nuestro departamento, sino que también sirva para enfrentar la crisis en el país, recordándole a la clase política las propias palabras de Cristo, cuando curó al sordomudo: “Effatá” (Ábrete) (Mc 7.34), dejando de lado la demagogia y la figuración.

Santa Cruz no quiere discutir, quiere dialogar; lo primero huele a arrogancia, soberbia y enfrentamiento, lo segundo equivale a respeto, concertación y sentido de patria.  Repito: “Si se resfría Santa Cruz, Bolivia sufrirá una pulmonía” (neumonía).

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