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7 de noviembre de 2022, 7:00 AM
7 de noviembre de 2022, 7:00 AM

En medio de los conflictos que se estan viviendo en Bolivia donde se cumplen más de 9 días de un paro en el departamento de Santa Cruz, generando un agravamiento de la situación política, social y económica en toda la nación boliviana; sumándole que la primera autoridad del Estado al parecer quisiera saber qué tanto resiste la ciudadanía que exige el censo. El mundo sigue su propio ritmo resaltando un hecho que repercute a toda América Latina, como es la victoria del expresidente Lula da Silva sobre el actual mandatario de Brasil Jair Bolsonaro; fue una contienda conflictiva y reñida porque para sorpresa de muchos, Bolsonaro aumento su caudal electoral aunque no le alcanzo para ganar la presidencia, pero si fue suficiente para obtener un congreso contrario a Lula, que se traduce en una negociación constante del presidente electo para gobernar a más de 215 millones de habitantes.

Partiendo de lo antes mencionado, al parecer Latinoamérica se ha vuelto nuevamente de izquierda (denominación desgastada y poco precisa) con los presidentes recientemente electos; Boric en Chile, Petro en Colombia, Xiomara Castro en Honduras, Castillo en Perú, Arce en Bolivia y ahora Lula en Brasil, evidentemente el más influyentes será Lula por la magnitud geográfica y económica de la nación que presidirá. Sin embargo, el actual Lula no será tan de izquierda como quisieran algunos de sus amigos presidentes; se puede deducir por varios indicadores, el primero es lo ajustado de su victoria, lo segundo es que tendrá un congreso literalmente controlado por la corriente de Bolsonaro que lo llevaran u obligaran a irse al centro de izquierda y por ultima, las alianzas pactadas para lograr la victoria son del centro político del Brasil.

Por lo tanto, aunque la victoria de Lula es una ganancia para la supuesta izquierda Latinoamericana, con el pasar del tiempo puede ser una piedra en el camino, porque por dificultades internas sus acciones serán de centro izquierda (también denominada social demócrata) arrastrando con ello a los demás mandatarios mal llamados de izquierda; al mismo tiempo, es una esperanza para aquellos que por experiencia aprendieron que la izquierda solo puede servir para destruir naciones enteras.

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