Opinión

La XI marcha indígena del oriente... y sus observadores

4 de octubre de 2021, 5:00 AM
4 de octubre de 2021, 5:00 AM

Atravesaron distintos municipios sobre la ruta Trinidad - Santa Cruz de la Sierra y encontraron apoyo en la mayoría de ellos; otros, fueron indiferentes y, en alguno, les cortaron el agua para desalojarlos del lugar en el que descansaban. Partieron pocos, pero 35 o 36 días después, llegaron aproximadamente 500, que representan a 18 pueblos indígenas de tierras bajas.

A propósito, en una entrevista realizada por Radio El Deber el 29/09 por la mañana, Leonardo Tamburini, un conocido abogado defensor de los derechos de los indígenas, hizo una valoración de la Marcha y dijo: que era “diferente”, no solo por quienes la integran y dirigen, sino por quienes “la apoyan”, sugiriendo alguna afinidad de los marchistas con sectores de la “derecha cruceña”. Lo mismo hizo, pero explícitamente y pocos minutos después por Radio Panamericana, el dirigente de la Cidob reconocida por el gobierno, quien llamó a “los marchistas afines a Camacho” a cobijarse en dicha organización para canalizar sus demandas.

Tamburini señaló otras diferencias: que la Marcha no se dirige a La Paz “lugar donde se resuelven (¿?) los problemas nacionales”, que tiene un “acompañamiento técnico” que no es el habitual (supongo que se refiere a las ONG que no han apoyado esta marcha y que más bien la han descalificado de inicio, por su supuesta cercanía con el Comité Cívico Cruceño). Sobre el primero de los temas señalados, escuché una razonable explicación de Adolfo Chávez: ellos viven en tierras bajas y subir a La Paz les representa un riesgo de salud, adicional al implícito en el esfuerzo de marchar, en cambio, las autoridades nacionales tienen todas las facilidades (y la obligación) de desplazarse hasta Santa Cruz.

Sobre lo segundo, puede ser cierto que la gobernación de Santa Cruz esté apoyando a esta marcha e, institucionalmente tendría hasta obligación de hacerlo, como lo han hecho, así fuera por razones humanitarias, varios municipios por los que la misma ha transitado, aun siendo sus autoridades afines al partido de gobierno. Sin embargo, el apoyo más evidente, hablando de autoridades nacionales y departamentales, ha sido el del gobierno nacional, que ha puesto vehículo, ambulancia y policías, para acompañar la Marcha. Obviamente acompañarlos también le ha servido al gobierno para “fichar” a cada marchista que se acercaba para solicitar asistencia médica y, como no, para ocupar un espacio que, desde el punto de vista político, está en disputa.

Por otra parte, desde la sociedad civil cruceña, se han generado respaldos, a título personal o por instituciones, y no meramente por razones humanitarias sino también por conciencia ambiental y democrática. Entre ellos han estado la Uagrm, la UCB, que han prestado asistencia médica, la plataforma Ríos de pie y diversas juntas vecinales que han recogido vituallas y alimentos para enviar a los marchistas. El sentido de este apoyo se patentiza en el pronunciamiento de los integrantes del Museo Guaraní y Estudiantes por los Derechos de los Pueblos Indígenas y la Justicia Ambiental (SIREJ: “Cuando una madre sale a marchar, embarazada, o con su hijo o hija en brazos, o toda la familia, es porque en su territorio ya no queda nada, ya no es posible la vida; porque los territorios son invadidos y avasallados por agroindustriales, ganaderos y colonizadores cocaleros de Chapare, que destruyen los bosques, la flora y fauna quemada, y en tales condiciones no es posible la vida para los pueblos indígenas”.

Tamburini cerró la entrevista afirmando que no se puede afirmar que no hubo avances en cuanto a las reivindicaciones de los pueblos indígenas, lo cual puede ser cierto, pero no dijo que también hubo retrocesos significativos. Por eso creo que es importante respaldar esta Marcha sin ambages. Temer que los indígenas que se reclaman “Iyambae” puedan ser utilizados “por la derecha”, es subestimar sus capacidades y reconocer que todo el trabajo y los recursos financieros gastados por las ONGs para fortalecer la independencia de las organizaciones indígenas, han sido inconducentes.

Rosa Talavera Simoni es Economista

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