28 de abril de 2023, 4:00 AM
28 de abril de 2023, 4:00 AM


Desde la antigüedad el teatro logró la participación activa de la sociedad, despertando en los espectadores el interés y la inquietud por los problemas que padece cada colectividad, aportando al pensamiento con sentido crítico de la realidad. Este año, el XIII Festival Internacional del Teatro de Santa Cruz volvió a voltear taquillas en los escenarios tradicionales, así como en otros que la puesta en escena requirió de nuevas y atrevidas propuestas.

Quiero contarles de una en especial, que tuvo como protagonista a una casona antigua, a dos cuadras de la plaza de los cruceños, en la calle Chuquisaca, una mansión antigua que alguna vez perteneció a un obispo, con tres patios, construida con gruesos adobes, tejas coloniales, pisos de ladrillos cuadrados, al medio un hermoso aljibe que ha sido fotografiado por algunos de los mejores fotógrafos de Bolivia, amplias galerías para tender las hamacas y sentarse en grandes sillones de madera; una veterana y prodigiosa mansión cuyas paredes de un metro de espesor protegen a sus moradores de los ruidos de la modernidad. La familia Foianini Banzer la adquirió en el año 1914, desde entonces varias generaciones la han habitado y guardado hermosos recuerdos de sus vidas en ella, de tal manera que la casona también los habita a ellos. En esta casa fue que Lucía Carvalho y su mamá encontraron muchas cartas antiguas, que contaban sobre la Guerra del Chaco; se las mostró a Mary Carmen Monje, y “desde entonces el proceso de investigación y escritura fue intenso, confuso, doloroso, pero también divertido. En muchos momentos las sentimos a ellas cerca, a nuestras ancestras, guiando este proceso”, hasta que Monje, experta directora, actriz y dramaturga, logró que la obra gane el fondo concursable de la Asociación Pro Arte y Cultura para ser montada en esta versión del festival.

La obra es una oportunidad de sanar heridas familiares, sociales, nacionales y emocionales a partir del arte y un homenaje a todas las mujeres de la época que, de forma silenciosa y anónima, lucharon desde sus propias trincheras, en esa conflagración cruel y despiadada que fue la Guerra del Chaco”. Monje reunió un elenco de primera: Janaina Prates, Nancy Cronen, Dani Trigo, Lucía Carvalho y la propia Monje.

El crítico de arte Javier Méndez señala: “Que en 300 años algunas paredes pueden empezar a filtrar los secretos que contuvieron. Palabras, sufrimiento, cartas. Verá que Mary Monje abrió las puertas narrativas de esta historia y desmontó los sentimientos atrapados entre el barro de las paredes. Notará que del aljibe central del corazón salieron las cuatro historias cardinales de mujeres que vivieron la Guerra del Chaco desde la desesperante lejanía, huérfana de novedades desde el frente. Sentirá que la guerra no solo mata a los hombres de la familia, sino los sueños personalísimos de estos cuatro seres. Una silenció su sueño de estudiar música y otra vio alejarse al amor de su vida, por ejemplo. Verá que el personaje indiscreto es la casa. No es parte de la puesta en escena, sino un personaje más de la obra. Verá que, si se la pierde se sentirá deshabitado”. Así que no deje de verla en las próximas funciones fuera del festival.

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