11 de agosto de 2022, 4:00 AM
11 de agosto de 2022, 4:00 AM


Muchos compatriotas se extrañan –otros se quejan– de los paros y de los cabildos cruceños, manifestando que Santa Cruz es obstinada y pretenciosa en sus demandas. No faltan quienes afirman que esta región lo quiere todo, que no es solidaria con la pobreza reinante en el país. Sin embargo, cada uno de aquellos que nos critican tienen a uno o más de sus familiares en esta tierra, porque aquí han encontrado trabajo y bienestar.

Para poder recibir a miles de hombres y mujeres que llegan hasta estos pagos –algunos amontonados sobre camiones– es necesario que esas personas tengan qué comer y dónde dormir. Cuando éramos un pueblo que surgía, había trabajo en épocas de zafra, lo que duraba algunos meses y luego los braceros retornaban a las alturas andinas. Pero, después, con una ciudad pujante y con un departamento productivo, los collas llegaron para trabajar, hacer una economía, y quedarse. Ya existe, por lo menos, dos generaciones de estos hijos de inmigrantes y la mayoría se sienten cruceños, porque lo son, aunque tengan sus propias costumbres, que, por otra parte, en lo que se refiere a comidas, hemos asimilado los cambas.

¿Por qué entonces, cuando se trata del progreso cruceño, muchos se ponen del lado del centralismo, tramposo con Santa Cruz? ¿No vemos acaso que el 80% de los masistas existentes en estas llanuras son andinos o parte de su descendencia? ¿Aunque la ideología del MAS no coincide con el afán de desarrollo de nuestro pueblo? No podemos creer que, si los collas son bien recibidos y prosperan, en el momento en que se juega el destino del departamento se pongan en el lado contrario. Puede que sean los menos, pero pesan en la balanza.

Hemos observado en estos dos días de paro por el censo –lunes y martes pasados– que un ministro, andino a todas luces, pero que repite ser cruceño todos los días, aunque no lo parezca, ha comandado personalmente una guerra declarada en contra de lo que determinaron nuestras autoridades. La población lo ha calificado como “pandillero” por su actitud. Tan amplio es el espíritu camba, que el tal ministro fue también diputado y jefe de la bancada parlamentaria cruceña en la anterior legislación. Pues ahora hemos visto a concejales municipales y legisladores de la Gobernación cruceña con esa misma actitud traicionera, que es deplorable.

¿Qué pasa en el fondo? ¿Por qué de los paros? ¿Qué es lo que alguna gente no entiende? Sucede que el Gobierno no quiere que haya censo antes del 2024, cuando todo estaba previsto para el 2022. Hasta hace un par de meses el INE afirmaba que el censo marchaba sin mayores inconvenientes para llevarse a cabo este año.

Pero, de golpe, sin mediar nada que lo justificara, se anunció que “la madre de todas las encuestas” se postergaría por más de un año y medio. Es decir que se saltarían con garrocha todo el 2023. Hacer el censo a mediados del 2024 es dejar al país entero en una situación caótica, sobre todo a Santa Cruz. ¿Y por qué a Santa Cruz? Simplemente porque los resultados no se conocerían hasta el 2025, año electoral, con lo que nuestro departamento debería mantenerse rezagado con la vieja redistribución de recursos, la asignación de escaños y el caduco padrón electoral.

El enorme crecimiento de nuestra población, la desmedida inmigración, que conlleva gastos que Santa Cruz no tiene, indigna. Crece la sospecha de que el Gobierno quiere ponerle trabas al desarrollo cruceño. Si le pone obstáculos hasta a nuestras exportaciones, ¿por qué el centralismo no va a desear quedarse con todos los recursos que nos corresponden? Que el resto de las regiones no reclamen es su problema, tendrán sus motivos. Pero Santa Cruz, acosada por el MAS desde el inicio de su Gobierno, está siendo claramente perjudicada y eso no se debe soportar más.

El MAS está moviendo todas sus fichas para debilitar a Santa Cruz e imponer su propia idea de Estado. La idea del Estado fallido, lamentablemente. Aún más, da la impresión de que este Gobierno, ante la pasividad del resto de los departamentos, no solo quiere postergar el censo, sino, simplemente, no realizarlo. Ese sería el mejor negocio para el MAS y le podría asegurar otra gestión gubernamental a partir del 2025.

Muchos son los motivos para que en este departamento se desconfíe del Gobierno. Saltarse a la torera todo el año 2023 para la realización del censo ha sido un abuso y una burla. Una periodista cruceña, informada, acuciosa y punzante, además de independiente, le resumió en pocas palabras nuestro sentimiento al locuaz y parlanchín portavoz del presidente Arce, cuando lo acorraló con preguntas sobre el censo. Le dijo, por último, lo que está en la cabeza de muchos: ¿no será que el Gobierno quiere a Santa Cruz sin los cruceños? Eso, en suma, quiere decir que el MAS quiere a Santa Cruz solo para explotarla, sin nadie que reclame nada.

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