Laura Ripani, del BID, dice que la informalidad laboral aún representa el 58% del empleo en la región. Y aunque en promedio es similar para hombres y mujeres, esconde diferencias entre países

4 de junio de 2023, 8:11 AM
4 de junio de 2023, 8:11 AM

Laura Ripani, jefa de la División de Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estuvo en la capital cruceña para presentar los resultados de un estudio sobre el impacto del Covid en el empleo. Ripani llega sonriente a la entrevista en el hotel Marriott Santa Cruz de la Sierra. Confía en la capacidad que tiene la región para reinventarse a pesar de flagelos como la informalidad y la inflación.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta Latinoamérica en materia de empleo?

Los principales desafíos laborales en la región son la alta informalidad, la baja productividad laboral y las brechas de género. En los últimos tres años, la productividad laboral en América Latina y el Caribe creció a un ritmo lento de apenas 1% por año, en promedio, y el empleo informal en la región alcanza el 58%; es decir, más de la mitad.

Entonces, más de la mitad de los trabajadores en la región carecen de prestaciones de salud y seguridad social...

Sí, carecen de aseguramiento frente a los riesgos que se enfrenta durante la vida activa como salud, accidente o envejecimiento. Y las brechas de género son también importantes. La primera es de participación laboral, en la que hay 20 puntos porcentuales entre hombres y mujeres. También hay diferencias en los ingresos, donde las mujeres perciben un 17% menos que los hombres. Por último, está la segregación laboral, porque las mujeres participan en sectores con menos ingresos.

¿Hay una relación directa entre informalidad y desempleo?

En algunas economías la informalidad actúa como colchón; es decir con subempleo o empleo informal.

La ministra de Trabajo de Bolivia planteó a la Organización Internacional del Trabajo revisar el concepto de trabajo formal e informal ¿Qué opina al respecto?

La verdad que no hicimos un análisis que permita hablar sobre ese balance. En economías altamente informales, lo que se evidencia es que la gente necesita tener un ingreso y recurren a diferentes vías. Puede ser como independiente, abrir un comercio, distintas formas de integración como plataformas digitales de empleo.

¿Cómo evoluciona el empleo informal en la región?

El empleo informal lo podemos medir en diferentes maneras. Una de ellas es mirar el porcentaje promedio de informalidad en un país, pero hay grandes diferencias entre diversos niveles socioeconómicos. Hay países en los que el promedio de informalidad para el quintil (20%) del promedio de ingresos más bajo es del 85%, pero en esa misma economía el quintil de ingresos más altos tiene un 38%. Entonces, en los países se generan más desigualdades. Cuando comparamos entre países, el mayor nivel de informalidad está en Honduras con un 82% y el menor en Uruguay con el 21%, lo que muestra la desigualdad de ingresos. Al final, vemos que la mayoría de las mujeres trabajan en la informalidad y eso se acentúa. Entonces, es importante ver género cuando una analiza economías informales.

A partir de la pandemia por Covid, ¿se profundizó el desempleo en América Latina?

 Generalmente, las economías orientadas a servicios son las que más sintieron el golpe de la pandemia. Entonces, hablamos de que 31 millones de personas perdieron sus empleos en 2020 y ello hizo que las tasas de desempleo se duplicaran. Ello ocurría en países del Caribe porque viven del turismo, comercio, restaurantes y eso se detuvo hasta que reabrieron.

Se evidencian esfuerzos para reducir la brecha laboral, ¿hubo avances en los últimos cinco años?

Observamos que las brechas de género persisten; es decir, se mantienen prepandemia. Con respecto a la última década, iba mejorando, pero se profundizaron con la pandemia. Se recuperó el empleo femenino, pero los problemas estructurales se mantienen. Entonces, hay que seguir trabajando en brechas de género.

 ¿Y cómo pueden acceder a empleos de calidad los sectores vulnerables: mujeres y jóvenes?

Desde el BID apoyamos a mujeres y jóvenes con políticas activas de mercado laboral que son las que conectan a los desempleados con el trabajo en una unidad productiva. Otro punto importante es la capacitación para el trabajo. Creemos que la mejor manera de armar a una persona para un mejor trabajo es con herramientas de capacitación, el desarrollo de habilidades técnicas y socioemocionales. El futuro del trabajo está en continuo movimiento y las personas necesitan actualizarse constantemente para adaptarse a las nuevas demandas, si no se quedan afuera.

Hablando del constante movimiento, la pandemia obligó a las personas a digitalizarse rápidamente. ¿Cuál fue el impacto en el empleo?

 No se puede tapar el sol con un dedo. Nosotros vemos muy positiva la digitalización. Todo el mundo pasó por la pandemia y por un proceso de digitalización, lo que hace que los países necesitemos incorporar más conectividad, tecnología y herramientas digitales. Para ello, se vuelve imprescindible capacitar a las personas para el uso de herramientas digitales, porque si no, no vale la pena la inversión. Necesitamos los elementos para que se pueda llegar a una mayor productividad en todos los países de la región.

En Bolivia, el Gobierno establece los incrementos salariales cada año, pero no participan en ello los empresarios (empleadores). Entonces, el aumento constante de salarios pese a la situación económica adversa, ¿cómo afecta al empleo?

La verdad es que desde el BID no hicimos estudios sobre los salarios mínimos ni la correlación con la generación de empleos o el desempleo. En realidad, tratamos de entender los costos laborales que incluyen el tema del salario mínimo en relación con la productividad de las personas. No se puede hablar de los costos laborales sin correlacionar con la productividad laboral. Se debe buscar el aumento de la productividad en el país. En Bolivia tenemos un 4,5% de desempleo, pero si vamos a las agencias de empleo se evidencia una sobreoferta que ha disminuido el pago para esa mano de obra. ¿Ha visto en el BID el contraste entre el dato macroeconómico y la realidad? Las personas hacen lo mejor que pueden para trabajar y cubrir las necesidades de sus familias. Pero lo importante es generar empleos de calidad. El objetivo es producir más y mejores empleos y que las personas puedan mantener a sus familias. El dato del desempleo puede ser engañador, como dices es bajo, pero significa que muchas personas trabajan en condiciones de ingresos bajos.

 ¿Son empleos precarios?

Nosotros hablamos de empleos de calidad o que no tienen buena calidad. Los empleos de calidad son ingresos suficientes, seguros contra riesgos, pensiones y accidentes. No nos referimos a empleos precarios, si no de calidad.

¿Desde el BID han revisado legislaciones laborales y si se precisa flexibilidad laboral para generar más empleos de calidad?

Sí, de hecho, tenemos una serie que se denomina La Serie del Futuro del Trabajo en Latinoamérica y el Caribe, que tiene diez artículos y en el último hablamos de la flexibilidad laboral y la pregunta es si llegó para quedarse. En muchos países de la región y en sectores públicos y privados se adoptaron leyes de teletrabajo que permiten entender qué significa teletrabajar, cuáles son las reglas del trabajo remoto. La flexibilidad laboral también puede llegar más lejos si capacitamos a las personas para trabajar de forma flexible. Con la pandemia todos nos fuimos a trabajar a la casa y mucha gente no tenía las habilidades digitales mínimas. Entonces, no es solo leyes.

¿Tiene algún ejemplo de un país que aplicó la reconversión laboral de manera exitosa?

Sí, creemos que el tema de reconversión laboral es importante para la región. El futuro del trabajo no es una foto, sino una película en constante movimiento y se va transformando. Entonces, el rol del sector público y privado es muy importante, por lo que se debe identificar cuáles son las habilidades demandadas para las ocupaciones de hoy, pero también las que se van a requerir en el futuro. La segunda es diseñar currículums que estén relacionados con las necesidades demandadas. Además, el sector privado debe cofinanciar la capacitación. En Jamaica tenemos un ejemplo con un programa apoyado por el BID, se formó trabajadores que empezaron con un servicio de call center. Y muchas mujeres que trabajan en el turismo pasaron al tema de servicios globales que se puede trabajar en remoto. La idea es que esto se pueda expandir. El ejemplo empezó con servicios y ahora permeó a agroexportaciones, logística y manufactura. Hubo una fuerte participación de los sectores público y privado.

Hace poco el Foro Mundial de Davos presentó un estudio del futuro del trabajo y dice que habrá más empleos creados por Inteligencia Artificial (IA) de los que se destruirán...

Todavía no sabemos bien cómo impactarán el Chat GPT y la IA, pero lo que hemos aprendido del pasado es que el golpe de tecnología en una industria hace que se destruyan empleos, pero también que se transformen las ocupaciones. El Foro de Davos también decía que el 50% de las habilidades fundamentales que hoy utilizamos en el trabajo van a dejar de existir y se demandarán otras nuevas. Entonces, habrá un cambio en habilidades y Chat GPT va a reemplazar parte de las tareas que realiza una persona, no todas. Entonces, se van a complementar el factor humano con el tecnológico, no es que se va a reemplazar el factor humano. Así, se debe ver cómo incorporar la tecnología para mejorar la eficiencia y aumentar los empleos. Claro que habrá personas que se dediquen a hacer algunas tareas vía Chat GPT.

La educación es clave para lograr mejores empleos, ¿considera que desde el colegio se deberían impulsar las nuevas habilidades?

El mismo Foro Económico dice que las habilidades más demandadas son las socioemocionales; es decir, pensamiento creativo, pensamiento crítico, resiliencia, adaptación, adaptabilidad y ser capaces de reinventarnos. Esas son habilidades que surgen desde bebés, y se pueden impulsar desde el colegio. Pero, también no olvidemos el uso de la IA, análisis de datos (Big Data), por lo que las habilidades digitales son relevantes en el futuro del trabajo.

El Gobierno boliviano plantea que las personas deben jubilarse a los 65 años, ¿cómo ve esta posibilidad?

 Hicimos un reporte de envejecimiento en el BID y dice que habrá un mayor porcentaje. La gente vive más porque tiene acceso a la salud, entonces, se debe seguir brindando apoyo para que sigan sintiéndose útiles y productivas, porque habrá una mayor proporción de personas adultas mayores. Entonces, es una tendencia y va a ocurrir.