Siete de cada diez niños de tercer grado no entienden lo que leen y ocho de cada diez tienen dificultades para resolver problemas matemáticos, según un estudio. Educadores lo atribuyen a las políticas educativas

6 de diciembre de 2023, 7:52 AM
6 de diciembre de 2023, 7:52 AM


La lectura comprensiva y matemáticas son algunos de los puntos débiles que enfrenta la educación en Bolivia, donde siete de cada diez niños de tercer grado no entienden lo que leen y ocho de cada diez tienen dificultades para resolver problemas matemáticos. 

Así lo refleja el estudio titulado
La situación social de Bolivia, de la Fundación Milenio, que advierte sobre falencias en la calidad de la educación y concluye que la mayoría de los niños y adolescentes que asisten a las escuelas no tienen los niveles mínimos de competencia en materias básicas para su formación.


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Tomando como referencia las pruebas de medición de aprendizajes del Tercer Estudio Comparativo y Explicativo de la Unesco de 2017, el estudio señala que el 74% de los estudiantes de tercer grado de primaria se encuentra en los niveles de desempeño más bajos en lectura. La situación no mejora en sexto grado, pues cerca al 85% de los alumnos tiene serias deficiencias en su aprendizaje, de manera que la mayoría no entiende lo que lee y no tiene la capacidad adecuada de establecer relaciones, interpretar, reflexionar e inferir significados; lo que implica una deficiencia fundamental para el desempeño en otras áreas del conocimiento.

En matemáticas la situación es menos alentadora: ocho de cada diez estudiantes de tercer grado y dos de cada tres en sexto grado se ubican en los niveles de desempeño más bajos. Esto quiere decir que los estudiantes no dominan las habilidades necesarias para resolver problemas matemáticos complejos. Así, por ejemplo, la mayor parte de los estudiantes de tercer grado (el 81 por ciento) no puede resolver problemas que involucran la comparación y conversión de medidas o la interpretación de figuras geométricas, que son habilidades mínimas que el grado exige. Se debe señalar que las puntuaciones promedio obtenidas por los estudiantes bolivianos son sistemáticamente más bajas que el promedio regional.


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Según Milenio, la crisis de aprendizaje ha permanecido a pesar de los avances en la cobertura educativa y la matrícula estudiantil, y se ve exacerbada por los efectos de la pandemia en condiciones de muchas carencias y brechas en la educación boliviana.

Al identificar la incidencia de factores como la formación de maestros, el rezago tecnológico, la desigualdad o la ausencia de políticas educativas sostenidas, la investigación concluye que el principal problema para la educación en Bolivia es la falta de calidad, que se expresa primordialmente en una crisis de aprendizaje. 

“Los logros de aprendizaje se han deteriorado significativamente, sobre todo entre los estudiantes más vulnerables. Esto implica que los alumnos de escuelas públicas, del área rural e indígenas profundizarán aún más su falta de competencias fundamentales en lectoescritura y aritmética”, señala el estudio.



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La mirada de los entendidos
Los educadores Alberto Santelices, Micaela Princiotto y Álvaro Puente coinciden en que la crisis en el aprendizaje es un reflejo de las políticas educativas.

Santelices califica el estudio como una fotografía de nuestra realidad nacional y coincide con el resultado de medición de aprendizajes del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo de la Unesco.
Comparte que en 2016 tuvieron acceso a los resultados del PAB (examen de ingreso) de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm), “celosamente guardados por el CPD (Centro de Procesamiento de Datos)”.

 “Tomamos los resultados como una muestra del nivel académico de todas las asignaturas que se imparten en Santa Cruz. Curiosamente los resultados coinciden con este informe. Los datos mostraban que la asignatura con más bajo desempeño era lenguaje, muy por debajito de matemáticas”, manifiesta.

Para el educador, la clausura del año escolar en 2020 significó un “rezago en el aprendizaje”.
“Tener internet es una precondición para educarse en forma no presencial, pero la disponibilidad tecnológica es baja en nuestra región, sobre todo, en los sectores de bajos ingresos que asisten al turno de noche o en las áreas rurales”.



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Considera que los maestros también tuvieron limitaciones para estructurar un modelo pedagógico virtual, porque algunos tropezaron con la falta de equipos y otros con dificultades para enseñar a través de la virtualidad.
Indica que el porcentaje de reprobados es una señal de pérdida de aprendizaje y una probabilidad de abandono.

“Para mejorar la calidad educativa tendrá que relacionarse íntimamente las necesidades nacionales, las demandas sociales, las capacidades fiscales y los medios institucionales en una política de Estado, pero parece que esto no funciona como un desafío nacional”, cuestiona.

Insiste en que el Gobierno debe impulsar la evaluación del sistema educativo.
Por su lado, Princiotto señala que la educación en Bolivia, desde la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez se ha anclado en criterios ideológicos, más que educativos y pedagógicos, y esto se refleja en la malla curricular que mantiene distorsiones y no profundiza en los contenidos. 

“Por ejemplo, en los primeros años de la escuela: inicial, primero y segundo, los niños deberían afianzar la lectura, escritura, razonamiento lógico, suma, resta, multiplicación y división, que les permiten realmente afianzar el conocimiento como base profunda que, luego en el proceso, se van sumando a conocimientos cada vez más complejos.

 En cambio, uno ve una dispersión de cosas, una malla curricular dispersada en pequeños fragmentos que no contribuye a esa fortaleza, aquella que permite a los niños realmente profundizar los conocimientos que sí necesitan”, dice.

Por otro lado, está la formación de los maestros, donde evidentemente también hay algunas falencias. Se le ha prestado más atención a la dimensión ideológica que a la formación pedagógica propiamente del maestro, y finalmente los maestros deben ser educadores y no ideologizadores, que son dos cosas distintas.

Agrega que no ha habido medidas para enfrentar los efectos de la pandemia. “El 2022 ha sido el año en que todos hemos vuelto a clases presenciales y en el mundo entero todos los gobiernos y estados se han preocupado de crear espacios y de formar a sus docentes para una educación post-pandemia, por si los niños volvían a clases con problemas emocionales muy serios, muy fuertes, porque el encierro de casi dos años había cambiado la estructura y los hábitos de los estudiantes. Sin embargo, en nuestro país nadie habló del tema”.

Por su lado, el pedagogo Puente destaca los resultados del estudio que muestra también las consecuencias de la pandemia en el sistema educativo que profundizó las brechas de oportunidades. 

Destaca que la investigación muestra elementos importantes que se deben analizar, entre ellos “que el drama más grande del sistema educativo boliviano está en los maestros que no han sido suficientemente formados, no están motivados, no son incentivados, no son seguidos en su desempeño y eso hace que el avance y el trabajo no sea el óptimo”.