16 de noviembre de 2021, 5:00 AM
16 de noviembre de 2021, 5:00 AM

Dentro del paquete de leyes que el gobierno de Luis Arce aprobó, está la Ley 1390 de la “lucha contra la corrupción” donde uno de sus artículos contempla: “que los delatores en casos de corrupción sean premiados con la extinción del proceso en su contra a cambio de brindar información introduciendo la figura del denominado COLABORADOR EFICAZ”.

Este artículo tiene connotaciones que van más allá de la lucha contra la corrupción:

No evita la corrupción.

Puedo ser corrupto, pero si me pillan mejor delato a otro que también es corrupto, así se extingue el proceso legal en mi contra y no pasa nada pues soy un “colaborador eficaz”. Por lo tanto, esta ley no evita la corrupción y más bien da alternativas para que todos puedan librarse del castigo incurriendo a este cáncer social.

Promueve un control social.

Poco a poco nos vamos a convertir en una sociedad de espías del “régimen gobernante”, donde no importa el bien común, sino la aplicación de la ley, el “proceso de cambio”.

No peco mientras delate a otro pecador.

Los valores y la solidaridad van a ser suplantados por el oportunismo y el miedo; disminuyendo así la confianza y resquebrajando la esperanza y la fe de los bolivianos.

Cuando era niño, había una “leyenda urbana” que decía que en Cuba el 50% de los cubanos eran espías del partido comunista (partido del gobierno). Yo pensaba que eso era imposible, pues ¿cómo se iba a pagar a tantos espías?. Años más tarde (1993), salió la película cubana, española, mexicana “Fresa y Chocolate” y allí me di cuenta que lo de los espías de Cuba, no era un mito.

La película relata el drama de un “homosexual creyente” (Diego) y su relación amistosa, aunque al principio nació de una atracción sexual, con David, un estudiante universitario declarado “materialista dialéctico” (orientación marxista revolucionaria del partido gobernante). Las charlas y experiencias de estos personajes van describiendo la sociedad cubana de los años 70 donde todas las personas eran responsables de velar por “la revolución” y delatar a quien tenga actitudes o tendencias contra revolucionarias como la fe y la homosexualidad de Diego. Al final, este desdichado rebelde “antirrevolucionario” por ser quien es, es obligado a salir del país, lo que amarga a David que se siente frustrado por lo injusto del régimen.

Después de ver esta película me di cuenta que de alguna manera “legal”, en Cuba se ha logrado un adoctrinamiento y control que da poder al gobierno y debilita y divide al pueblo. La ley 1390 en Bolivia junto a otras medidas acabarán volviendo a nuestro país en un lugar donde es válido vender a tu hermano para sobrevivir tú como sucedió en esa isla caribeña.

Yo creo en Dios y creo en la inspiración del Espíritu Santo que permitió a los evangelistas escribir la Santa Biblia. Por eso sé que es cierto el episodio del “Génesis” cuando los hermanos de José lo venden a unos mercaderes medianitas para conservar el poder de su tribu, pues su padre, Jacob, le tenía especial preferencia y lo más probable es que le cediera el mando a este desdichado hijo.

Todo el “paquete de leyes” que aprobó el gobierno de Arce es una receta extranjera para controlarnos, debilitarnos, empobrecernos y así aumentar ellos su poder; pero la ley 1390 es la peor porque nos denigra y nos quita la posibilidad de vivir en el reino de Dios donde él es nuestro padre y todos somos hermanos y nos amamos en esta vida terrena que nos dio.

También creo que los errores se pueden cometer y que siempre hay opción de recapacitar; la grandeza de las personas está en reconocer cuando uno se equivoca, por eso el gobierno todavía está a tiempo de darse cuenta que este tipo de leyes no es el camino para llevar al desarrollo a nuestro país.

Al final, todos tendremos que rendir cuentas y cargaremos nuestra cruz; pero siempre podemos alivianarla, podemos cambiar, podemos hacer de este mundo un lugar mejor.

José Antonio Salas Mercado es Investigador


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