17 de junio de 2022, 4:00 AM
17 de junio de 2022, 4:00 AM

Las grandes plagas que han asolado al planeta, en diferentes momentos de su historia, han servido de fuente de inspiración para diversas obras literarias: en El Decamerón (1351) de Giovanni Boccaccio, diez jóvenes —tres hombres y siete mujeres—, en plena expansión de la peste negra, se refugian en una villa en las afueras de Florencia y van narrando, alternativamente, los cien relatos de la obra que giran en torno al amor, la inteligencia y la fortuna. Daniel Defoe, en El diario del año de la peste (1722), presenta un escalofriante relato novelado de la epidemia que asoló Londres entre 1664 y 1666. En La peste (1947) de Albert Camus la enfermedad es apenas el motivo literario para la reflexión filosófica.

El covid-19 también produjo centenares de publicaciones. Una de las primeras que llegó a nuestras librerías fue En tiempos de contagio (2020) de Paolo Giordano que son una serie de reflexiones y emociones personales que esta inaudita situación le provocó al autor. Giordano escribió estos breves ensayos que aúnan dos mundos supuestamente irreconciliables: la contundente racionalidad del científico con la vulnerabilidad y las incertezas propias de un escritor sensible y comprometido. Lo viral (2020) de Jorge Carrión es, al mismo tiempo, una reconstrucción histórica de los primeros meses del coronavirus, un ensayo fragmentario sobre la viralidad digital, la memoria de una biblioteca en cuarentena, un experimento de crítica cultural y un diario falso, pero sincero.

Para mi gusto, lo mejor que he leído hasta ahora, es lo que escribió —desde su balcón madrileño—, Antonio Muñoz Molina, Volver a dónde (2021), que narra el despertar de la ciudad a la llamada “nueva normalidad”, y al mismo tiempo, revive los recuerdos de su infancia en una cultura rural y campesina, cuyos últimos supervivientes ahora están muriendo. Esta obra es un testimonio que se pregunta a qué mundo regresaremos después de la pandemia. La arquitectura narrativa de este libro sobrecogedor relata los recientes hechos traumáticos de los que aún no hemos terminado de salir. Muñoz es un certero y acucioso observador de la actualidad, que aprovecha para reflexionar sobre el paso del tiempo, sobre cómo construimos nuestros recuerdos y cómo estos, a su vez, nos mantienen en pie en momentos en que la realidad queda en suspenso.

Manuel Vilas, con su novela, Los besos (2021), plantea que enamorarse —a cualquier edad e incluso pese al riesgo del virus—, es la auténtica salvación. Sin el brillo y la poesía de sus últimos libros, Ordesa (2018) y Alegría (2019), esta historia nos descubre el sentido más profundo de la vida y el equilibrio perfecto entre el erotismo y la ternura.

A nivel local, Pandemonio. Relatos en cuarentena (2021) de Rildo Barba, presenta treinta artículos que apelan a los recuerdos, vivencias y fisgoneos al yo interior del propio autor y se convierten en una catarsis de sentimientos y emociones provocados por la crisis sanitaria y están escritos con un español cargado de modismos y giros regionales. En el penúltimo día de la feria del libro, el Dr. Víctor Hugo Vargas me sorprendió al obsequiarme su valioso y meritorio Diario de la primera ola (2022) que registra, desde la trinchera de combate sanitario en un servicio de emergencia, los sucesos de los 195 días desde el arribo del virus al país hasta el fin de la primera ola.

Finalmente, mi Diario de pandemia (2022) que, más allá de las impresiones propias, el registro y acumulación de acontecimientos que me llamaron la atención, la anotación de pensamientos y reflexiones —míos y de otros—, sobre lo que estábamos viviendo, su interés puede radicar en aquellas pequeñas cosas que no aparecerán en los libros de historia: testimonios de sensaciones y recuerdos de lo vivido; evidencias de esas cotidianidades a las que nadie les dará importancia; textos, más que informativos, narrados a través de los sentidos de quien ha estado atento al paso de este tiempo convulso.

Es probable que, con el transcurrir de los días, la literatura, el cine, el teatro y otras artes sigan aumentando el volumen de obras como registro de la peor catástrofe sanitaria de los últimos siglos. Las estaremos esperando.



* Alfonso Cortez, comunicador social