27 de noviembre de 2023, 4:00 AM
27 de noviembre de 2023, 4:00 AM


Muy temprano de un buen día, sin humo pachamamista en el ambiente, sube a un micro de transporte público un ciudadano extranjero con su pequeño niño en los brazos; se dirige a los pasajeros contándoles una triste historia con pelos y señales con el fin de despertar el sentimiento compasivo de los viajeros circunstanciales para recibir ayuda económica y paliar su afligida situación. Pasaron dos días y el joven actor repite la misma pantomima, pero la que llevaba en brazos era una niña; la historia y los nombres eran diferentes. Daba énfasis a otros detalles que no encajaban en su mitómano relato.

Cosa curiosa, en muchas bocacalles del segundo anillo se multiplicó la esencia del mentiroso extranjero que pedía limosna. Algunas mujeres llevan en sus brazos a niños rendidos por el sueño con el fin de ser utilizados como carnadas para mover la compasión pública. Jóvenes con letreros resumiendo su necesidad vital, exhibiendo horribles cicatrices o exponiendo sus muñones. Esta gente está habilitada para trabajos de servicio; pero elige formas cómodas de vida. Ni hablar de los molestosos limpiaparabrisas o los vendedores de pastillas a granel. Uno de ellos, protector de devaluadas prostitutas con un mal presente, porque su pasado fue feliz, confeso y cínico sin par, tatuado con figuras de mal gusto y mal teñido, afirma que se gana más pidiendo limosna que barriendo calles. 

Tomaremos algunas ideas del famoso psiquiatra Emilio Mira y López para dar un perfil psicológico de estos dramaturgos existenciales que toman un falso ajuste para salir de su situación: se hunden en su infelicidad y se proclaman campeones del sufrimiento suscitando la compasión de los cruceños. Los incautos escuchan embelesados las desventuras de los infelices cuyo objetivo es vivir de consuelos y ayudas promovidas por la exageración del relato. Estos sujetos dicen haber acumulado en su vida sólo desgracias y sinsabores. Como están frente a cándidos, ellos gozan relatando sus hipotéticas desgracias para sorprenderlos. Sienten placer al sumergirse en el sufrimiento, por eso son expertos masoquistas de la infelicidad y no aceptan que un competidor tenga mayores motivos de infelicidad que los suyos. Estos tipos cansan y, tarde o temprano, serán aislados por ser víctimas de su propia arma. Según Nietzsche la compasión es un valor negativo. Com-padecer significa ´sufrir entre dos´. El infeliz reparte su amargura entre muchos y cree que ellos le ayudarán a sufrir, disminuyendo su padecer. ¡Qué diferente los de Chaplin Show que reparten dichas y alegrías entre sus seguidores!

Ser bondadoso y donar unas monedas al verdaderamente necesitado es loable. Pero atender a estos fantasmagóricos vividores de la compasión es ser acopaibao.