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19 de septiembre de 2024, 4:00 AM
19 de septiembre de 2024, 4:00 AM

Hoy ser progre es más bien ser de derecha, dicho así entendiendo que esa concepción política está apropiada, expropiada (utilitariamente, marqueteramente) por los que adhieren al socialismo Siglo 21. Progre como como contrapunto “mecánico” al abuso del poder, pero sobre todo por aspirar a la justicia, la igualdad de oportunidades laborales y no solo a las que te alquile el Estado, al desarrollo personal, a la libertad de expresión y de prensa, a los derechos ciudadanos, a la inclusión intelectual, es decir lo que hoy se ubica como aspiración desde el espectro amplio del centro hacia la derecha política, solo recomendándose no llegar a la extrema derecha, que es verdad que en su prolongación se toca con esa fatal, falaz izquierda latinoamericana que estaría dejando sin ganas de ser progre tradicional y/o zurdo a mucha gente: el sentido común, el sano juicio, hoy difícilmente puede aceptar a regímenes como el de Maduro y Ortega, ni hablar de Díaz-Canel. 

El desencanto debería ser total, tal como sucedió en Argentina que le ganó al “progresismo” K, aunque el derrotero de Milei está a medio trecho y sus exabruptos y rasgos megalómanos hagan desconfiar lo suficiente. Pero que en ese país haya ganado la oposición nos da la esperanza de que en Bolivia también lo haga, en tanto estamos realmente dirigiéndonos a completar el ciclo de esa izquierda para convertirnos en cual triste Vergüenzuela, a cuyo mega fraude electoral y represión Arce continúa avalando, infame moral, indemne ético.

Nadie sabe quién puede ser el que encabece a la oposición en nuestras elecciones, no tan lejanas, pero habrá que hacer todo el esfuerzo para apoyar al que se ponga al frente, que improbablemente será peor que los Arces o Evos de la vida. Se calcula que el padrón probablemente siga distorsionado, y que se mantenga la prebenda para comprar conciencias, empresarios, medios de comunicación y, además, persista el acarreo de gente en Santa Cruz, pero será imposible que nos birlen otra elección si somos muchos. Esta esperanza no debería ser tan utópica si Arce se postula, horroroso como presidente, y mientras el MAS se mantenga dividido. 

No puede ser tan difícil derrotar a semejante lacra política, y por diferencia tal que no la puedan disimular. Hemos sabido resistir masivamente al abuso flagrante y seguro podremos hacerlo de nuevo, en caso de un (nuevo) infeliz escamoteo electoral, aunque al respecto da malísima señal el insólito resultado del censo, que casi nos cuenta menos, y la ratificación del INE, colocando todo (de nuevo) en un entredicho a sortear. Pero la posibilidad de que el izquierdismo boliviano se despegue del falso, o al menos falseado, progresismo puede ser real. Porque finalmente esa palabra proviene de progresar, que es lo último que económicamente hace un país socialista o socializado, pruebas incontrastables, incontestables, a la vista.

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