Efecto. La suspensión de las actividades carnestolendas perjudicó a 150.000 familias que viven del sector artístico. La crisis por Covid-19 afecta también al 20% de los costureros. Conoce las historias de algunos afectados

14 de febrero de 2021, 17:30 PM
14 de febrero de 2021, 17:30 PM

Así se ven las calles del centro en el primer día de Carnaval y cuarentena

En la ciudad donde el Carnaval es casi una religión, esta fiesta ha muerto. Este año no habrá festejos en los garajes, las comparsas no saltarán en las calles polvorientas de las villas, ni en las losetas de la calle Ballivián, no habrán eventos con artistas internacionales. 

Todo estará en silencio. No se escuchará a las bandas, ni grupos con coloridas casacas. No habrá buri, al menos no como antes. Pero más allá del carácter cultural de la celebración, la postergación de las actividades, a causa de la pandemia, frena a dos sectores que viven exclusivamente de los tres días de jolgorio: la confección y el sector artístico.

La importancia del Carnaval no es un cliché. Un estudio del Centro Boliviano de Estudios Económicos (Cebec), de la Cámara de Industria y Comercio (Cainco) estableció que, a escala nacional, la fiesta genera un movimiento de Bs 205 millones en el país por la confección de trajes, consumo gastronómico, contratación de grupos musicales y otros.

En Santa Cruz lo generado llega a más de Bs 78 millones. El estudio dice que un 87% de los cruceños se siente identificado con la fiesta.

Bandas

En la Villa Primero de Mayo, José Luis Aguilera, de 44 años, es uno de los artistas que siente en carne propia la paralización de las actividades. Es la primera vez, desde que empezó a tocar, que sus bolsillos viven algo parecido. La nueva realidad es extraña para este hombre; que desde sus 15 años hace música. Cuenta que aprendió escuchando a su abuelo, que amenizaba los buris carnavaleros en la Villa; cuando la zona era un barrio polvoriento lleno de curichis.

Su habilidad con el bombo lo llevó a tocar en muchas bandas tradicionales. Pero, en 2012, se independizó y armó la suya que lleva su apellido. Hasta el año pasado fueron tiempos de ‘vacas gordas’, a tal punto que rechazaba trabajos y realizaba contratos con un año de anticipación.

Aquel niño que se dormía escuchando la banda de su abuelo, ya en adulto logró vivir de lo que más le gusta: hacer música. Pero hoy son otros tiempos; los trabajos llegan a cuentagotas y con poca paga. Las tarifas bajaron de Bs 500 la hora a Bs 200. Una cifra casi irrisoria, pero “la economía de los clientes no da para más”.

Él y los 10 integrantes de su banda siguen ensayando. Aguilera con el bombo en sus brazos marca el ritmo de todo el repertorio típico. Paradójicamente 'Cuando muera el Carnaval', es el primer tema que tocan en cada ensayo. Lo hacen como si fuera un llanto de luto, porque por este año muere una de sus principales fuentes de ingreso.

No es la única agrupación. En la calle Roberto Cuéllar, en el primer anillo de la ciudad, William Quiroga, con su trombón guía a la banda Milenium en uno de sus tiempos más difíciles. Cada año este grupo era cotizado a tal punto que Quiroga tuvo que armar la banda Milenium Junior para dar abasto con el trabajo. Desde que la música lo atrapó, cuando tenía 18 años, perfeccionó su técnica gracias a las enseñanzas del legendario maestro Adolfo ‘Pavichi’ Velarde, que lo guió en este mundo.

En casi 42 años el negocio de la música fue muy generoso con él. En tiempos de Carnaval llegó a cobrar hasta $us 15.000 por 30 horas de presentación. Esto sin contar los ingresos por las precas y presentaciones extra.

Aguilera dice que todo el año las bandas tienen trabajo, pero la Fiesta Grande representa la época más alta de la actividad, es lo más esperado por todos los músicos. “Pero la pandemia lo jodió todo”. “El Carnaval es como nuestro aguinaldo. Es la mejor época para las bandas. Hoy todo está muerto. No hay eventos. Lo bueno es que seguimos vivos”, dice Quiroga.

No es para menos, a sus 60 años sobrevivió al coronavirus. Afirma que si bien este año el Carnaval ha muerto como negocio, estar sano le garantiza ver su resurrección, cuando avance la vacunación contra el coronavirus.


Al igual que varios músicos, Quiroga y Aguilera, durante la cuarentena rígida salieron a las calles a tocar por unas monedas. Ambos aseguran que la gente les respondió favorablemente por llevarles algo de alegría. Pese a que algunas bandas intentaron hacer presentaciones virtuales se enfrentaron a las restricciones impuestas por las autoridades de la ciudad.

Maykol Negrette, secretario general de la Federación Departamental de Artistas Unidos Santa Cruz (Fedaucruz) explica que solo en el municipio de Santa Cruz existen 150.000 familias que viven de las actividades artísticas.

Esta cifra incluye a todos los actores del negocio, desde músicos y trabajadores de locales, donde se realizan actividades culturales. El dirigente explica que durante la emergencia sanitaria presentaron 43 protocolos de bioseguridad para que el sector pueda reactivarse.

No obstante, sus sugerencias no fueron escuchadas. “Los artistas estamos parados prácticamente un año. Lo único que necesitamos es que nos dejen trabajar”, dijo.

Sin pedidos

La calle Mercado es un lugar histórico del circuito carnavalero. Por años, varios negocios que se dedican a la confección, realizan casacas para las comparsas de la ciudad y provincias. Hoy estos locales están al borde de la quiebra.

No es una exageración. Así lo asegura Wilson Ramos. Natural de Cochabamba, este hombre de 38 años fue uno de los primeros en confeccionar casacas para las comparsas cruceñas.

“Yo llegué con 18 años acá. Fui uno los fundadores de la Mercado. Hoy todo está silencio, antes la gente carnavaleaba en las calles, pero ahora todo se frenó”, asegura. Explica que en su negocio cada año “hacía 6.000 casacas y la misma cantidad de poleras”.

“Era hartísimo el movimiento. Aparte de eso, cuando acababa el Carnaval, empezábamos con las promociones, agarrábamos colegios enteros, pero ahora no hay nada”, se lamenta.

Era tanto el trabajo que contrataban hasta 30 personas para cumplir con los 200 contratos que tenía. “Pero este año solo somos cinco personas”, dice.

Por la pandemia, a lo mucho logró 30 pedidos para familias que se reunirán en sus casas a celebrar la fiesta grande. Más allá de eso, asegura que la situación “está terrible”. “Lo real es que para nosotros el Carnaval, en este sector, nos mantenía todo el año. Nos daba para pagar los alquileres y estar bien, porque el resto del año lo que se hace es para sobrevivir”, señala.

Julieta Ramos es otra de las pioneras en la confección de casacas. Ella lleva dos décadas instalada en esta calle. Con su negocio Creaciones July, hasta el año pasado, llegó a tener hasta 100 operarios para cumplir con sus pedidos.

Sus casacas vestían a comparsas de Santa Cruz y provincias. Ahora, ella y su esposo despachan los pocos encargos que llegan. Sus máquinas que cosían prendas están en silencio. Un silencio casi fúnebre.

En donde operaban hasta 15 serigrafistas solo queda el rastro de lo que un día fue un próspero negocio. Las pinturas, hilos y telas están amontonados, esperando que alguien les dé forma. Pero eso, este año, no va a suceder.

La situación afectó tanto la actividad, que siete talleres que se dedicaban a la serigrafía y la confección de prendas en la calle Mercado cerraron al no poder costear el alquiler.

Dolly Rodríguez, una mujer que lleva 10 años en la zona, asegura que el año pasado todo era una locura, porque incluso empresas grandes acudían a esa calle para hacer pedidos grandes.“Pero hoy no se gana nada”, aseguró.

Según la Federación de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa de Santa Cruz (Fedemype) un 20% del sector microempresarial vive de productos que se venden en temporadas de mayor demanda.

Actualmente, según la Fedemype solo un 5% de los talleres de confección, ligado a la actividad carnavalera, está operando.

Con la temporada alta prácticamente perdida y con casi nada de ingresos por las restricciones, en la ciudad de los anillos, que rinde culto al Carnaval, los negocios que sobrevivan a esta pandemia hacen suyas las estrofas de los autores de Cuando muera el Carnaval de Zoilo Saavedra y Arturo Pinckert:

Cuando muere el Carnaval, nunca muere de verdad, porque los protagonistas de esta nota saben, como dice esta canción que “ya pronto volverá…el año que viene en el Corso renacerá”.

Cifras

78
Millones de bolivianos es lo que mueve el Carnaval en Santa Cruz según un estudio realizado por la Cebec-Cainco

87%
De la población en Santa Cruz se identifica con el Carnaval, es considerada como la fiesta grande los cruceños

Datos

Precios. Una banda tradicional, hasta el 2020, cobraba en época carnavalera entre Bs 500 y 1.000, la hora. Solo por presentaciones en provincias algunas recibían hasta $us 15.000 por los tres días de fiestas. Hoy, los precios rondan entre los Bs 200 y 500/hora. Las presentaciones en las provincias fueron canceladas. Ahora, a lo mucho, una banda cobra Bs 10.000 por contrato.

Casacas. El año pasado, las casacas dependiendo del diseño y complejidad costaban hasta Bs 85 por unidad. Hoy, los precios cayeron hasta Bs 60 y 75.

Opción. Por la pandemia, algunas personas han optado por pasar el Carnaval en casa, en grupos de entre 8 y 15 personas.

Medida. La Alcaldía, determinó ‘encapsular’ la ciudad hasta el 16 de febrero durante el feriado.