. El hombre que lideró la CAF por 25 años considera necesario un proceso de transformación productiva que incluya los avances tecnológicos, inversión de calidad y la mejora de las relaciones internacionales

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20 de febrero de 2022, 4:00 AM
20 de febrero de 2022, 4:00 AM

Por Wálter Vásquez


¿Cuáles son los desafíos de Bolivia en esta nueva época? Enrique García, vicepresidente del Directorio de la Universidad Privada Boliviana (UPB) y ex presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, tiene una idea clara de los retos que el conjunto del país debe superar para alcanzar el tan ansiado desarrollo.

En una disertación realizada en el marco del acto de presentación del nuevo rector de la UPB, Francisco Mayorga, García Rodríguez incidió en que la cuarta revolución industrial iniciada hace más de una década cambió totalmente la visión de lo que es o no factible para las economías de los países.

Este cambio de época, explicó, es aún más complejo porque se da en un escenario tenso alimentado por la lucha geopolítica entre Estados Unidos y China; la crisis de la globalización y el multilateralismo; la ampliación de las brechas en los campos económico y social; y el enardecimiento del racismo, el clasismo y la intolerancia. 

En esta coyuntura, ¿dónde se encuentran Latinoamérica y Bolivia?, se preguntó. América Latina, que a principios de la década de los 60 era considerada la región en desarrollo de mayor éxito en el mundo, “la región del futuro”, hoy se encuentra rezagada en materia de ingresos, comercio y lucha contra la pobreza, entre otros indicadores. 

Este contexto también se repite en Bolivia, con la particularidad de que el país ha estado arrastrando otros dos lastres. El primero, el “refundacionalismo sistémico crónico recurrente”, que hace que lo primero que haga cualquier nueva autoridad que asuma el cargo es decir: “Hoy comienza la historia”, y que critique todo lo malo de sus antecesores, olvidando lo positivo, lo que hace que el país cambie de rumbo permanentemente. El segundo es el triunfalismo en momentos en que las circunstancias externas elevan las cotizaciones de las materias primas y favorecen al país, sin tomar en cuenta que esos ciclos duran solo un tiempo. 

_Con un incremento acelerado de la deuda pública, el desplome de las Reservas Internacionales Netas (RIN) y la disminución progresiva de la producción de gas natural, ¿dónde se encuentra la economía boliviana?
Más allá de ver el corto plazo, hay que mirar el mediano y largo plazo, y hay que ver qué está pasando en el mundo y el cambio tan serio que hay de las condiciones económicas, sociales y políticas en el ámbito mundial: la cuarta revolución industrial, que por un lado significa el cambio de la matriz energética, la importancia de la tecnología, de la digitalización, y por el otro lado la importancia de tener una visión y planes de largo plazo que no cambien cada vez que hay un cambio de gobierno, de presidente o de ministros. 

Pero ese plan no debe reflejar únicamente la visión del Gobierno; para tener un apoyo genuino, tiene que reflejar la búsqueda de consensos con el sector privado y los trabajadores, y expresar necesariamente las nuevas tendencias de la época, como las del comercio internacional, que deben ser aprovechadas.
Para Bolivia es muy importante -igual que para América Latina- el dejar atrás su gran dependencia de las materias primas. En los años de bonanza, obviamente, los precios suben y permiten crecimiento, acumulación de reservas y mejora de las condiciones.

Pero viene el cambio y nos vamos abajo. Entonces, mi mensaje para Bolivia es el mismo que para América Latina: tiene que haber una transformación productiva basada en tecnología en innovación, en el cambio de los sistemas educativos y en la adquisición de habilidades para esta nueva etapa; no en lo tradicional. Es indispensable que los gobiernos tengan un rol de coordinación muy cercana con el sector privado, no solo con el nacional sino también con el internacional, para atraer la tecnología e innovación que acompañan a la inversión extranjera directa de calidad.

Este no es un tema dogmático. La inversión extranjera es una necesidad, no solo porque trae recursos financieros, sino porque trae tecnología, apertura de mercados, buenas prácticas gerenciales y cambio de parámetros. Y los países más exitosos son los que han tenido buenas políticas en esa materia. Un ejemplo es el de la China, que siendo un régimen comunista encontró la manera de atraer inversión extranjera de alta calidad de Europa y Estados Unidos. Eso es lo que ha transformado a ese país en una potencia.

Entonces, creo que es ahí donde el Gobierno actual y todos los actores nacionales y departamentales de la oposición deben sentarse y hacer consensos, no solamente seguir mirando con retrovisor las cosas del pasado, sino mirando al futuro. No hay que ser dogmáticos, hay que ser pragmáticos.

Un detalle, Bolivia es uno de los países con menor Inversión Extranjera Directa (IED), en promedio, menos del 1% del PIB (...).

Según el Índice de Competitividad Global 4.0 del Foro Económico Mundial, Bolivia está en el puesto 107 de 142 países y sus puntos más débiles son la institucionalidad y el cambio tecnológico. Esto nos lleva a considerar qué es lo que nos espera en el futuro. Tiene que haber un proceso de transformación productiva en el que se inserte todo este cambio de la cuarta revolución industrial, la tecnología, la digitalización y las relaciones internacionales.

_¿Qué medidas a corto y mediano plazo se deberían implementar para acelerar esta llegada de inversión extranjera al mercado nacional?
Es la institucionalidad; es decir, que se muestre que los países tienen instituciones sólidas; que hay una Constitución que se respeta; que hay separación de poderes; que el Ejecutivo, el Legislativo y la Justicia estén separados y que funcionen debidamente; y desde luego que las reglas del juego, las normas, van a durar.

Una de las debilidades que se ven en América Latina en general, pero en Bolivia mucho más, es que hay serias dudas sobre la institucionalidad, por los cambios que hay, porque no hay separación de poderes y por todos esos temas.
Es algo que hay que ver en lugar de estar confrontándose, de un lado u el otro. El país es uno. No es que el Gobierno de turno es el dueño de todo, ni tampoco la oposición; tienen que hablar, pero debe haber la voluntad para hacerlo. Si no se hace eso, yo vislumbro que los próximos años van a ser difíciles, porque si bien ha habido un rebote (en el crecimiento económico, tras la pandemia), eso ahora va a bajar y no hay suficientes recursos. 

Hay que tener también una relación buena, práctica, con los organismos multilaterales, que incluya al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, al Banco Interamericano de Desarrollo, al Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, a todos, no solo por los recursos financieros, sino porque aseguran que los proyectos que se van a financiar tengan estudios técnicos, económicos, financieros y de medioambiente; y porque garantizan que haya un proceso de adquisición de bienes y servicios transparente, que haya licitación internacional, que no se designa a dedo, que hay un proceso de seguimiento. Eso permite que haya confianza, que vengan otros recursos de organismos bilaterales y de los mercados de capital. Sin confianza es bien difícil y yo veo que no se está aprovechando como se debería ese potencial que existe para el país. 

Si bien estoy hablando concretamente de Bolivia, un fenómeno parecido ocurre en varios de los países, porque este es el momento de mayor fragmentación, de crisis en la política y en la democracia. Entonces, hay que recomponer las ansiedades de la población y llevarlas por el camino del respeto y de la búsqueda del bienestar para la mayoría.

_ En su disertación dijo que la relación de Bolivia con las financieras internacionales es un tema pendiente. ¿A qué se refería con eso?
El país tiene relación con estos organismos, pero no creo que se la esté utilizando como se lo ha hecho tradicionalmente. Yo, que he estado prácticamente 50 años en el mundo multilateral, en el BID, la CAF, he visto que la relación con todos los gobiernos -ya sea el de Evo Morales o los anteriores- siempre ha sido fluida para hacer cosas, porque había voluntad. No veo que eso esté sucediendo, por alguna razón que desconozco. Hay que incentivar eso y lo mismo el rol del Estado y del sector privado. El Estado debe atender temas muy importantes, como el del covid, y construir la infraestructura que no pueda hacer el privado, pero hay que dar espacio al sector privado, hacer alianzas público-privadas, que es lo que han hecho los países exitosos. Esto al margen de ideologías, de la izquierda y la derecha, eso ya no existe más. Hoy en día está el pragmatismo. Estados Unidos ha hecho cosas que normalmente eran un tabú, como el uso de la política de Keynes y la expansión monetaria fiscal. Por el otro lado, los gobiernos de corte más izquierdista aplican principios de mercado, con reglas de juego claras.
Así que yo quiero ser optimista. No estoy metido en política, yo me juego por los intereses de América Latina, lo que ha sido mi carrera por más de 50 años.
NdR. La política keynesiana se basa en el aumento del gasto público para estimular la demanda agregada y elevar la producción, la inversión y el empleo.

_ ¿Es posible mantener un crecimiento económico basado en la expansión del gasto público y el endeudamiento?
No, porque la capacidad de endeudamiento tiene límites y lo que eventualmente se puede producir con procesos inflacionarios y desequilibrios, y vas a tener que hacer ajustes que no son deseables. 

Pero todavía estás a tiempo, no es un tema de mañana. Yo creo que este año es fundamental para que se establezcan esos patrones y espero que el equipo del presidente (Luis) Arce, el Gobierno, dialogue con los gobernadores, con la clase política, que haya menos polarización, que no estén todo el día peleando.
Nunca he visto una cosa así, eso no es bueno para los intereses del país. Los indicadores de Bolivia muestran que, en términos relativos, Bolivia sigue siendo uno de los países de menor desarrollo, por ingreso per cápita, por pobreza, pese a la notable reducción de la pobreza que hubo entre 2005 y 2015.

Me asusta tener una inversión pública como la que tiene Bolivia (de $us 5.015 millones para 2022), un monto que podría hacerlo (ejecutarlo) en la época de la bonanza, pero eso ya no es viable. 

Lo que no se ha hecho y no se está haciendo es adecuarse a la transformación productiva para exportar no solamente minerales, sino también otros productos como el litio. Pero eso no se puede hacer sin inversión extranjera de alta calidad, porque se requiere tecnología. 

Ahora, hay que tener reglas del juego para la inversión extranjera, reglas que sean justas y adecuadas para los intereses del país.

_ ¿Cómo conciliar todos estos elementos?
Aquí viene el planteamiento: se requiere una visión de largo plazo, de carácter holístico, integral. Se requieren las cuatro E.

La primera se trata de equilibrios macroeconómicos, porque si no los tienes viene la inflación, la hiperinflación los desajustes y luego tienes una década para pagar la cuenta. 

La segunda E es la eficiencia económica, la inversión de buena calidad, productiva y competitiva, con generación de empleos y emprendimientos. La tercera E es la equidad e inclusión social, para que el crecimiento económico le llegue a la mayoría pero en forma más sostenible, con crecimiento eficiente y estabilidad macro. Finalmente, el equilibrio ambiental. Eso hay que hacer, ¿pero cómo?, con institucionalidad (...).

Así que el mensaje central es que tenemos que cambiar de mentalidad, tenemos que pensar que el mundo de hoy requiere de una apertura, no de la fragmentación (...). El gran desafío es volver a construir para aprovechar las condiciones de hacer cadenas productivas para incentivar también a la pequeña empresa.