El presidente del empresariado del país afirma que el sector transita una recuperación lenta, desigual y en condiciones adversas. Las crisis sanitaria y política impactan en el empleo, el emprendimiento y la inversión

29 de enero de 2023, 11:26 AM
29 de enero de 2023, 11:26 AM

El presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), Luis Barbery, cree que el país no podrá desarrollar sus potencialidades ni lograr un crecimiento sostenido si no hay trabajo efectivo entre el sector empresarial y el Estado.

 ¿Cuál es el estado actual de la economía del sector empresarial del país?

Estamos en un proceso de recuperación lenta, desigual y en condiciones adversas. Las crisis sanitaria y política han tenido efectos estructurales, en el empleo, el emprendimiento y la inversión. Subsisten los graves problemas del contrabando, informalidad, desigualdades en la reactivación por sectores y regiones, presión tributaria, laboral y salarial, la política regresiva de exportaciones agropecuarias, las afectaciones a la seguridad de las empresas y la ausencia de políticas de inversión.

Pese a todo, la agroindustria, la minería privada y los exportadores han tenido mayor dinamismo que, sumado a la alta demanda y el aumento de precios internacionales, han podido sostener la economía nacional y evitar una crisis mayor.

¿Cómo evalúa la gestión económica de la administración del presidente Luis Arce?

Nuestro país se vio favorecido por los altos precios internacionales de las materias primas que exportamos, incluso el gas, además de las remesas y el incremento en la recaudación impositiva proveniente del sector privado. Sin embargo, la incertidumbre por la ausencia de una política económica a largo plazo, la visión centralista y la decisión de no coordinar con el sector privado han cobrado costos en el sostenimiento del déficit fiscal, la caída de las Reservas Internacionales Netas (RIN) y la dependencia de nuestra economía respecto al mercado internacional.

Algunas conductas del Gobierno han sido perjudiciales, como la suspensión por razones políticas de la exportación de alimentos, la lentitud en la solución de los conflictos, la obcecación en prohibir la biotecnología, la permisividad con los avasallamientos y la priorización de la política sobre la economía. Eso ha impedido que obtengamos mayores beneficios de la coyuntura global, pero, sobre todo, puede limitar las posibilidades de aprovecharla de mejor manera en el futuro inmediato.

A escala mundial se registra un escenario favorable de precios de los commodities, ¿qué acciones urgen para explotar de manera plena está coyuntura?

Hay que ver las dos caras de la medalla. Si bien es cierto que hay una gran oportunidad para la economía por el aumento de la demanda de alimentos, minerales y energía que Bolivia produce, también debemos considerar que existe un gran riesgo de una recesión económica mundial que generará elevados niveles de inflación, desabastecimiento y mayor desempleo. Ambas cosas nos van afectar y debemos prepararnos para enfrentarlas. El gran desafío es para el Gobierno, que debe anteponer los objetivos económicos del país sobre las visiones ideológicas.

Si sigue con la idea que el Estado por sí solo va a enfrentar la crisis y garantizar el desarrollo, los riesgos son mayores. Ya en 2022 quedó claro que sin el esfuerzo, el aporte y la capacidad instalada del sector privado la economía hubiera colapsado. Desde esa perspectiva, es urgente y necesario generar las condiciones para aumentar la producción, proteger a la industria nacional, incrementar de la inversión privada, garantizar la propiedad privada y disminuir la conflictividad. Estas no son propuestas sino necesidades, de cuyo cumplimiento depende simultáneamente enfrentar los efectos de la recesión y aprovechar las oportunidades del entorno internacional

En el tema normativo y de regulación, ¿cuántas oportunidades desaprovecha Bolivia por la falta de libertad para exportar sus excedentes de producción?

Se está desaprovechando la capacidad de producción, más que de exportación de excedentes. Con biotecnología, seguridad jurídica para las inversiones, acuerdos público-privados, cese de la sobrerregulación salarial y tributaria y control de avasallamientos, la capacidad instalada de la industria y los recursos disponibles, podrían generar en poco tiempo una verdadera revolución productiva sin precedentes porque la demanda internacional va a continuar y posiblemente se va a incrementar, así como las facilidades del transporte, el comercio y los flujos de créditos hacia la región. En cuanto a la normativa, es la falta de políticas de Estado lo que origina promulgación de normas inconexas, dispersas, contradictorias y regresivas, creadas por presiones, intereses o desconocimiento, que no se cumplen y que, en lugar de ayudar al desarrollo, perjudican.

 El Gobierno plantea garantizar la estabilidad de la economía a partir de la producción interna, ¿cómo alcanzar este propósito si cada día es más notorio un ‘divorcio’ del aparato estatal con el sector empresarial del país?

Siempre hemos sostenido que la solución es aumentar la producción agropecuaria, dar valor agregado a la explotación de minerales y energía, y desarrollar las potencialidades del país en turismo, industria naranja y servicios. En el tema de la producción coincidimos con el objetivo del Gobierno, pero diferimos en el método.

El Gobierno está asumiendo que esto lo puede hacer desde el Estado, sin la participación del sector privado y para ello está empeñado en una carrera de creación de empresas públicas en muchos sectores de la producción, rechazando alternativas como las alianzas público-privadas y, sobre todo, manteniendo la idea de que el empresariado privado es un adversario del Estado al que hay que precarizar, discriminar y limitar.

Mientras subsista esa visión y no haya un trabajo coordinado y articulado entre el sector privado y el Estado, la economía seguirá siendo dependiente de lo que pase en los mercados mundiales, seguiremos invadidos por el contrabando y midiendo el éxito de las políticas por cifras macroeconómicas y no por el bienestar, la seguridad y la estabilidad de la gente.

En el entorno económico interno preocupa la disminución de las RIN. Desde la parte empresarial, ¿cuáles creen que son los riesgos y las consecuencias si la tendencia persiste a la baja y qué acciones deben aplicarse para dinamizar las reservas?

Las RIN son el resultado del intercambio comercial entre países y un indicador clave para mantener la estabilidad cambiaria del dólar respecto a la moneda local. El nivel de las reservas influye en la confianza y la certidumbre para el comercio internacional, específicamente para las importaciones.

La acumulación de las RIN aumenta la solidez financiera del país, al hacer posible mejores condiciones de costo y plazo de financiamientos externos, además que es un requisito importante para la estabilidad del sistema.

En el ámbito empresarial, la variación del precio del dólar -tiene que ver con las RIN-, si se mantiene en rangos razonables como ocurre en la mayoría de los países vecinos, es beneficioso para las exportaciones o las importaciones. El sostenimiento y crecimiento de las RIN se origina, sobre todo, en exportaciones, crédito externo y donaciones. La dinamización e incremento de las exportaciones es el camino posible, necesario y adecuado para evitar que la caída de las RIN se convierta en una crisis grave.

La baja inflación, con una moneda fuerte en la región, ¿cómo incide en el ámbito empresarial?

El hecho que en el país estemos con un tipo de cambio apreciado genera que sea más barato importar formalmente y que el contrabando también sea más barato que los bienes similares que se producen en el país. Una moneda apreciada, adicionalmente castiga las exportaciones toda vez que se reciben menos bolivianos por cada dólar exportado. En cuanto a la inflación, consideramos que es baja debido a que varios productos que la población adquiere son extranjeros y que ciertos productos o insumos nacionales cuenta con una subvención con un alto costo para el Estado. En la medida que las personas prefieran los productos extranjeros a los productos nacionales, las capacidades instaladas en el país son subutilizadas y por ende el crecimiento en los sectores y en las regiones, así como el empleo formal, se encuentran limitados.

La Aduana Nacional reporta operativos e incautaciones gigantescas, ¿el sector advierte una reducción del contrabando?

Valoramos el esfuerzo que han demostrado el Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando y la Aduana. Sin embargo, mientras no haya una política integral que incluya un combate contra la internación, comercialización y consumo de productos de contrabando, este delito va a continuar y no habrá forma de detenerlo. El contrabando se ha incrementado significativamente pese a la pandemia y se sostuvo por la inflación en países vecinos, especialmente Perú, Chile y Argentina, aunque creemos que hubo una merma en el ingreso de productos asiáticos durante la crisis de contenedores.

Incertidumbre, volatilidad de precios y riesgos de recesión reflejan las perspectivas económicas globales este año, el Gobierno asegura que el modelo económico boliviano está preparado para resistir estos embates externos, ¿cuál es la lectura al respecto?

Ningún modelo que se centre en el Estado como único actor y protagonista de la economía de un país tiene posibilidad de éxito, especialmente en un escenario tan complejo y dependiente de factores externos que pueden cambiar con mucha rapidez. La combinación de decisiones eficaces, situaciones inesperadas y compromiso del sector privado han logrado mantenernos relativamente fuera de las crisis, pero el peligro no ha pasado y aún podemos ser alcanzados por los problemas que ahora aquejan a los países vecinos.

El Gobierno prevé este año un crecimiento del PIB de 4,86%, una tasa de inflación de 3,28%, un déficit del sector público no financiero de 7,49% y una inversión pública de $us 4.006 millones, ¿ve alcanzables las metas?

Vamos a esperar siempre que Bolivia alcance los indicadores más altos y positivos y vamos a trabajar para lograr ese objetivo; sin embargo, creemos que hay condiciones que deben cumplirse y eso pasa por un cambio en la orientación de las políticas y la actitud. En 2022, la previsión de crecimiento era de 5,1% y hemos llegado a un 4%.

En 2023, la situación puede complejizarse. La promulgación de normas, los planes dispersos y la creación de más empresas públicas no son soluciones ni estrategias de fondo, son medidas de efecto relativo y alto costo que distraen de los verdaderos problemas.

Los empresarios estamos siempre prestos a avanzar en la apertura de espacios de coordinación porque creemos que el país no puede desarrollar sus potencialidades ni lograr un crecimiento sostenido, si no hay un trabajo efectivo, entre el sector privado y el Estado.

PERFIL

Es presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) y presidente de la Corporación Unagro. Nació en Santa Cruz. Tiene 67 años; es casado y padre de seis hijos. Es ingeniero Industrial, con posgrado en Negocios Avanzados en la Universidad de Harvard y Maestría en Administración de Negocios por la Universidad de Toledo-Ohio. Ha sido presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, de la Cainco y director de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (Cadex).