En Bolivia, las madres son el pilar del hogar en tres de cada diez casas. Existe un grupo de progenitoras solteras que se tiende la mano en momentos de necesidades

27 de mayo de 2022, 7:22 AM
27 de mayo de 2022, 7:22 AM

Ni los escasos recursos, ni el ajetreo entre el trabajo y los quehaceres de la casa, ni mucho menos las enfermedades son obstáculos para las madres que asumen las riendas del hogar y llevan el sustento a sus familias. A ellas se las conoce como jefas del hogar.

A manera de alivianar la carga, un grupo de progenitoras que venían luchando solas por sacar adelante a los suyos decidieron unirse para tenderse una mano en momentos de necesidades y dificultades por temas legales.

Así surgió el Sindicato de Madres Solteras Trabajadoras y Jóvenes Emprendedoras, que está conformado por poco más de un centenar de madres solteras y jefas de hogar, que viven en los municipios de La Guardia, Pailón y Santa Cruz de la Sierra (especialmente en la Villa Primero de Mayo y el Plan Tres Mil).

Este grupo son un ejemplo de la fortaleza y dedicación de las madres bolivianas que dan todo por sus hijos, valores que son reconocidos mucho más hoy cuando se celebra el Día de la Madre Boliviana.

En el caso de ellas, la vida las llevó a convertirse en el sustento principal de sus familias, como ocurre en tres de cada diez hogares bolivianos, que tienen a la madre como jefa del hogar, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Chofer de camión, mecánica y madres de dos niñas, Elva Coca es quien lidera la organización. Cuenta que el grupo nació a raíz de los despidos masivos que se dieron en el último tiempo en distintas empresas, donde las principales afectadas eran las madres solas.

“Las que primero salían eran las madres solteras y nadie decía nada. Fue entonces que comenzamos a agruparnos para defender nuestros derechos y luego la cooperación fue más allá”, cuenta.

El grupo se fortaleció durante el confinamiento por la pandemia de coronavirus, con ollas comunes y la entrega de víveres a las que estaban pasando mayores necesidades. “Nos organizamos de tal manera que logramos apoyar con víveres y artículos de primera necesidad a las madres que estaban sin trabajo y que realmente no tenían cómo alimentar a sus hijos. Nos las ingeniábamos para llegar con arroz, frutas, verduras, entre otras cosas para darnos una mano. Quienes trabajaban eran quienes apoyaban a las que no tenían cómo llevar un pan a su mesa”, relató Coca.

La sinergia generada en esta red de jefas de hogar quedó como un antecedente exitoso, que incluso ahora sigue replicándose en familias, donde escasean los recursos económicos, pero sobra la solidaridad.

Elva no solo es la secretaria ejecutiva del sindicato, también es chofer de transporte pesado y mecánica. “Trabajo desde mis 15 años. Gracias a mi padre aprendí el oficio de mecánica y manejo camiones como una experta, aun así muchas empresas me rechazaban por el hecho de ser mujer y madre soltera”, dice Coca.

Para ella, el trabajo en el sector del transporte pesado no es cuestión de género, sino de habilidad, destreza y mucho ingenio. “Nosotras somos más detallistas, observamos con más cuidado y nos damos modos cuando nos faltan fuerzas. En otras palabras, cualquier trabajo es apto tanto para hombres como para mujeres”, dice Elva.

Ericka Vásquez vive en el Plan Tres Mil y pertenece al mismo sindicato. Asegura que la vida de una mujer a cargo de toda una familia no es fácil, pero como toda madre ella no se paraliza ante la adversidad. “Tengo cinco hijos, el mayor, de 17 años y el menor, de 4. Nos distribuimos las tareas y con la bendición de Dios todo marcha sobre ruedas”, cuenta.

Ericka señaló que se desenvuelve en cualquier actividad que se le presente para generar recursos a fin de que no le falte nada a su familia. Ahora se dedica a la venta de barbijos.

Datos oficiales

Según datos de una encuesta de hogares realizada por del Instituto Nacional de Estadística, tres de cada diez familias en el país están dirigidas por mujeres, es decir, son jefas de hogar.

Sin embargo, la cifra se invierte cuando se presenta los tipos de hogares monoparentales, donde los hogares están fundados sobre una única cabeza, sea el del hombre o la mujer, por diversos motivos, como divorcios, fallecimientos y entre otros.

En estos casos, según el estudio realizado por la Universidad Católica Boliviana (UCB) y la Fundación Jubileo, el 82% de las familias monoparentales están a cargo de las mujeres.

La UCB y la Fundación Jubileo relataron el perfil de estas jefas del hogar y el resultado fue que la mayoría tiene entre 30 y 49 años de edad y un hijo, en promedio.

Entre los resultados también destacan que las jefas de hogar trabajan para proveer los alimentos y otras necesidades básicas a sus hijos. Tomando en cuenta que el salario mínimo en Bolivia es de Bs 2.122, ellas deben afrontar al menos seis gastos básicos: vivienda, alimentación, servicios básicos, gas, transporte y salud.

Para la psicóloga Jannet Carmona, esta situación ya no es extraordinaria. El empoderamiento de la mujer pasó de ser un eslogan a una realidad y se refleja en las madres que son el pilar de sus familias. “Antes ver una madre convertida en jefa de hogar era visto como un tabú, pues había prejuicios, quizá porque no había tantas como ocurre ahora. La mujer ahora asume este rol de manera más normal”.

En palabras de la profesional, en estos días, incluso, se trata de un hecho generacional. “Si alguien ve que su madre pudo estar sola, también se sienten capaz de hacer lo mismo. Ellas toman las riendas, luchan por sus derechos, incursionan en ámbitos que antes ni siquiera hubiéramos imaginado y lo hacen porque tienen claras sus prioridades, anteponen su rol de madres que tienen que salir adelante por sus hijos”, concluye la profesional.

El Día de la Madre en Bolivia fue instituido por la Ley del 8 de noviembre de 1927 en homenaje a las valerosas heroínas que lucharon en la colina de San Sebastián, Cochabamba, el 27 de mayo de 1812, durante la Guerra de la Independencia.

Historias

Yhadira Rochelle Chambi - 28 años

La señora ‘Yhady’, como sus amigas la conocen, es repostera, electricista, soldadora, sabe de albañilería y de enfermería, pero por ahora se dedica a la venta de carbones.

“En esta vida si una cosa no resulta, otra tiene que ser. No me puedo dar el lujo de caer, cuando sé que tengo dos grandes motivos para levantarme todos los días”, confiesa esta madre de dos varones (uno, de 7 y otro, de 11 años).

La joven madre cuenta que hace algún tiempo fue diagnosticada con un tumor en el fémur, pero asegura no se opera por falta de recursos y también por temor.

Cuenta que cuando era niña sufrió un accidente que le dejó secuelas en una de sus piernas. Optó por criar sola a sus hijos por amor a ellos, porque en su momento fue víctima de maltrato intrafamiliar y no quería que sus hijos se desarrollen en un círculo de violencia.

Ella y su hermano se criaron en varios hogares, donde conoció una decena de oficios que hoy utiliza para enseñar a otras mujeres.

María Quispe - 35 años

María también pertenece al Sindicato de Madres Solteras, organización en la que ve un verdadero apoyo para salir adelante.

Tiene dos hijos, una de 22 años y otro de 9, y trabaja en lo que se presente día a día, siempre y cuando sirva para garantizar el pan para su familia.

“A veces limpio casas, otras vendo refresco, lavo ropa, lo que venga para tener a diario el alimento de mis hijos”, remarcó la mujer.

Destaca que el grupo les sirve para colaborarse, pero también para aprender otros oficios que les sirvan para emprender y generar recursos sin necesidad de depender de otra persona.

“El hecho de ser madre nos da la capacidad suficiente para hacer lo que nos propongamos. Somos ingeniosas, inteligentes y creativas para superar cualquier obstáculo”, agrega esta progenitora.

“Se puede progresar, se puede criar y formar a los hijos, es cuestión de voluntad y de hacer prevalecer nuestros derechos como mujeres”, enfatizó María.

Lorena Carreño - 53 años

Lorena Carreño también es el sustento de su hogar desde hace un par de años, cuando el covid-19 se llevó a su esposo Orlando Méndez.

Es enfermera, tiene dos hijos y, junto a su madre, sobrelleva el dolor de haber perdido a su compañero de vida.

“No ha sido fácil, nunca imaginé quedarme sola. Pero debo enfrentarlo, todos los días me repito lo mismo. Tengo dos grandes motivos que alientan a seguir y una vocación que realmente exige mi mayor esfuerzo”, confiesa la mujer, que tomó las riendas de su hogar y no se rinde pese a las adversidades.