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19 de diciembre de 2024, 3:00 AM
19 de diciembre de 2024, 3:00 AM

Más de 20 ciudadanos extranjeros han sido detenidos en Venezuela bajo acusaciones de conspiración por el régimen del dictador Nicolás Maduro. Entre ellos se encuentran unos diez estadounidenses, dos españoles, un argentino, un uruguayo, dos brasileños, dos colombianos, un ecuatoriano, varios peruanos y hasta un boliviano, quien también posee nacionalidad estadounidense.

Varias de estas detenciones han ocurrido en los últimos días, justo cuando se acerca el 10 de enero, fecha en la que Maduro debería transferir el poder al verdadero ganador de las últimas elecciones venezolanas, el opositor Edmundo González Urrutia. Sin embargo, su victoria fue desconocida por el régimen.

Casi todos los países de origen de los detenidos (excepto Bolivia) no reconocen a Maduro como presidente legítimo. Estados Unidos, España y Argentina han sido particularmente críticos, destacándose el presidente argentino, Javier Milei, quien no ha escatimado calificativos en sus críticas hacia el mandamás venezolano.

La detención de extranjeros por supuesta conspiración no es común en la región, lo que ha llevado a especulaciones de que Maduro estaría acumulando cartas de negociación para facilitar su salida hacia países aliados como Cuba o Rusia, ante la inminente crisis institucional que se espera en enero.

La líder opositora María Corina Machado, principal aliada de González Urrutia, ha afirmado que Maduro “está acorralado” dentro y fuera de Venezuela, y que el fin del chavismo está mucho más cerca de lo que muchos imaginan.

Solo bajo esta lógica podrían explicarse las detenciones de los extranjeros, ya que las explicaciones oficiales del régimen caen en la ridiculez.

Por ejemplo, en el caso del argentino detenido, un gendarme que viajó a Venezuela para visitar a su esposa y a su hija de dos años, el ministro del Interior, el temido Diosdado Cabello, declaró que la cuenta de Instagram del detenido revelaba numerosos viajes, lo que lo hacía sospechoso de estar en una misión conspirativa. Los dos españoles arrestados (un plomero y un desempleado) se encontraban de vacaciones en la región amazónica de Venezuela, a cientos de kilómetros de Caracas. Aun así, el propio Maduro los calificó como “turistas terroristas”. Un mototaxista peruano fue detenido mientras visitaba a su pareja venezolana, y el boliviano-estadounidense fue capturado por “tomar fotos en refinerías del país”.

Estas detenciones han generado indignación en los países afectados, excepto en Bolivia, cuyo gobierno no ha emitido ningún pronunciamiento sobre la suerte de nuestro compatriota. En contraste, el gobierno de Milei ha protestado enérgicamente. La ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, declaró: “Están capturando turistas, gente normal, y poniéndolos como rehenes del régimen para garantizarse la impunidad”.

Más allá de si Maduro está o no preparando su salida del poder, estas acciones representan aberraciones diplomáticas y violaciones a los derechos humanos que deteriorarán aún más las relaciones del régimen con la comunidad internacional. Las sanciones económicas y diplomáticas de países y organismos internacionales no se harán esperar. Además, está por verse la posición de Estados Unidos, de donde proviene la mayoría de los detenidos, una vez que asuma el poder el presidente electo Donald Trump, también en enero.

En definitiva, ha sido la presión internacional de los países que condenaron el fraude electoral y el valiente trabajo de la oposición venezolana lo que ha debilitado al régimen después de tantos años en el poder. Todo apunta a que Maduro prepara sus maletas, dejando tras de sí un país en ruinas. Venezuela merece mejor suerte.

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