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22 de diciembre de 2022, 7:00 AM
22 de diciembre de 2022, 7:00 AM

La fiesta grande del fútbol ha terminado. Estará en la congeladora un tiempo muy breve, hasta que pasen las fiestas de fin de año, porque luego se reiniciará con las ligas y todos los apéndices de la FIFA, una de las más grandes mafias del mundo.

¿Mafia? Sí. Puesto que ese es el nombre de una clase especial de crimen organizado, que es el que quedó al descubierto el 27 de mayo de 2015, cuando siete altos funcionarios de la FIFA fueron arrestados en el hotel Baur au Lac de Zúrich, Suiza, acusados de soborno, fraude y lavado de dinero. Entre las múltiples acusaciones en su contra estaba la de haber arreglado los resultados de varios partidos, a cambio de pagos millonarios. El cargo más grave, que requirió una investigación de años por parte del FBI es el de haber legalizado el ingreso de miles de millones de dólares, de dudosa procedencia, a los mercados de varios países en los que la FIFA tiene federaciones que le responden.

Tan grande fue el escándalo que el entonces presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, tuvo que renunciar a su cargo. Posteriormente, otros dirigentes fueron detenidos, incluido el entonces presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, Carlos Chávez, que murió en prisión.

¿Qué se hizo para corregir los resultados arreglados? Nada. La mafia llamada FIFA no solo tolera las injusticias, sino que les da títulos y millones de dólares en premios. Por eso es que ha guardado el más cobarde, vil y asqueroso silencio frente a lo que estaba —y está— pasando en Irán antes del partido final de la copa mundial disputada en Qatar, que también habría pagado altísimas sumas para ser la sede.

En Irán está encarcelado un futbolista de 31 años, Amir Nasr-Azadani, que es uno de los centenares de detenidos en las protestas por la muerte de Mahsa Amini, una mujer iraní que fue arrestada por no llevar puesto el velo islámico correctamente. La anacrónica “policía moral” iraní la detuvo y golpeó en el arresto, pero se le fue la mano, porque murió poco después. Eso ocurrió en septiembre. De entonces ahora, las protestas en Irán no han cesado y ya cobraron la muerte de 400 personas. Amir habría sido detenido por protestar públicamente por ese crimen.

El escándalo motivó que el presidente del Tribunal Supremo de Isfahán, el hoyatolislam Asadolá Yafari, diera la cara para asegurar que Amir es un rebelde culpable de la muerte de tres policías iraníes. Pocos le creen. Cuando manejas todo en un país, puedes fabricar pruebas y acusar a cualquiera.

La FIFA tuvo la oportunidad de reivindicarse y hasta alcanzar grado heroico. Pudo suspender la final entre Argentina y Francia, hasta que el régimen iraní libere a Amir, pero no hizo ni dijo nada. Prefirió que su maquinaria publicitaria siga fabricando dinero, con el que pagará los premios del mundial.

El gobierno iraní es una mafia que se instaló después de derrotar a otra mafia, la del sha Mohamed Reza Pahlevi. Gracias al petróleo, está podrida en dinero y puede pagar la extensión de su régimen. Si entre bomberos no se pisan la manguera, entre mafiosos tampoco. Ahora averigüen ustedes cuáles son las mafias que respaldaron a Irán en la votación de la Comisión de la ONU sobre la Condición de la Mujer y díganme si siguen enloquecidos por el fútbol.

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