14 de julio de 2022, 4:00 AM
14 de julio de 2022, 4:00 AM


Cuando el ciudadano que conduce un vehículo se encuentre en la noche con una patrulla policial y se sienta seguro en vez de apretar el acelerador y tratar de huir, se habrá dado un paso fundamental para el cambio de imagen de la Policía Nacional. Ya no será necesario tanto relevo de jefes departamentales, ni tanto parloteo sobre la honorabilidad de los policías ni de su labor esencial en la sociedad.

Cuando los agentes dejen de cobrar multas en efectivo en las calles, tanto de noche como de día, emboscando a los choferes de manera artera y abusiva, empezaremos a creer que la institución se ha transformado realmente. El temor a ser extorsionado por los policías es enorme, sin embargo, esto que sería incomprensible en una sociedad civilizada, en Bolivia se ha convertido en algo normal, en una tradición a la que hay que resignarse y estar con la billetera lista para pagar.

No se trata de defender a los borrachos ni a quienes circulan sin el permiso correspondiente. Desde luego que los ebrios son un peligro inadmisible cuando manejan, por los accidentes que producen, como lo puede ser un sujeto que conduce un vehículo indocumentado. Nada de eso. Si se atrapa a una persona en estado de ebriedad, es innegable que se lo debe sancionar con arresto o multa. Pero, cuando se trata de una multa, se debe entregar el recibo correspondiente y la respectiva boleta de infracción para que el infractor sepa por qué ha sido sancionado.

No es posible que agente y conductor negocien como mercachifles en plena calle, en medio del tráfico diurno o de las sombras nocturnas, cuánto se debe pagar para continuar conduciendo, aunque la embriaguez no haya pasado. Y tampoco es tolerable que las tarifas a cobrar por los agentes sean carísimas o menos costosas dependiendo de la marca y año del vehículo y de la cara de su conductor, hombre o mujer. Un coche caro (Mercedes, BMW, Audi) que transita por la ciudad después de la media noche, en un fin de semana principalmente, no llega indemne a su destino si no elude a los motociclistas que vigilan como lobos. Además de que estos “agentes del orden”, se sitúan, para emboscar, en lugares próximos a fraternidades, matrimonios, cumpleaños, conciertos, lo que demuestra a las claras su mala intención.

Y todo lo que se refiere al tránsito se repite con mayor razón en la lucha contra el narcotráfico y el contrabando. No es otra cosa que lo mal pagados que están los policías. Entonces, volviendo al tema del tránsito, resulta que, para los agentes, hacer turnos los fines de semana les significa recibir la ganancia complementaria que el Estado les niega. Es decir, en pocas palabras, que los usuarios de las movilidades son quienes, de su propio bolsillo, permiten que los policías de menor rango sobrevivan, que puedan compensar su bajo salario, expoliándolos. A su vez, esos policías que atracan en las noches, tienen que entregarle una suma fija a su superior.
Se ha establecido, justamente porque los afectados no reclaman, un impuesto inaudito a la circulación. Es un impuesto atrabiliario e inaceptable, porque, repetimos, lo recibe directamente quien lo sanciona y no pasa por ninguna regulación legal del Estado. Expoliación pura y simple.

Una de las características de esta modalidad sui géneris es que en Santa Cruz todos los agentes que transitan en motos o patrullas son del interior. Es muy difícil encontrarse con un motorista cruceño. ¿Es parte de la estrategia? Al parecer sí, porque al ser un foráneo quien comete el despojo, cumple con su período de trabajo y se lo cambia de destino. O si se produce alguna acusación grave por estos mismos hechos, se lo traslada a otro lugar y asunto concluido. No sucedería lo mismo con un camba que tendría mucho más cuidado en el momento de expoliar a personas de su comunidad.

A ver si tenemos la suerte de enterarnos que la Policía Boliviana ha prohibido los cobros en las calles a altas horas de la madrugada o a media tarde, sin que medie previo recibo y entrega de boleta de infracción. Ojalá que encontrarse con la autoridad tranquilice al ciudadano y no lo colme de miedo, como hasta hoy, pensando en que lo acosarán con artimañas para timarlo

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