Opinión

Maleducados

11 de febrero de 2021, 5:00 AM
11 de febrero de 2021, 5:00 AM

Una preocupación generalizada es la interrupción de las actividades educativas. Los padres estamos preocupados porque vemos que las capacidades de profesores y alumnos son limitadas a pesar de los mejores esfuerzos de ambos por la precariedad de condiciones.

Por otra, los educadores somos conscientes que la preparación y desarrollo de las clases son más intensivas en tiempo y esfuerzo. Si antes preparar una hora de clase implicaba dos horas, ahora el esfuerzo se ha duplicado, por decir lo menos.

A nivel planetario estamos ante una crisis educativa, denominada por Naciones Unidas como “catástrofe generacional”, porque las horas perdidas serán muy difíciles de recuperar en los siguientes años afectando a quienes se encuentran actualmente estudiando.

El PIB de varios países ha retrocedido en torno a cinco años por la pandemia y sus consecuencias. Sin embargo, en el ámbito educativo se calcula que el retroceso será incluso de una década. El Banco Mundial estima que los años de escolaridad caerán incluso entre cuatro y once meses por el cierre de escuelas.

Simplemente una tragedia silenciosa de la cual nos percataremos plenamente en los siguientes años.

No obstante, hay una endemia (una pandemia, pero permanente) de la cual debemos estar preocupados y se refiere al deficiente nivel del sistema educativo boliviano.

Hasta hace un año, la única referencia que teníamos era el examen común que se dio en 1997, donde obtuvimos el penúltimo lugar en lectura y el cuarto más bajo en matemáticas, ambos de cuarto grado de primaria.

Diversos motivos hicieron que el país no participe en otras pruebas subsiguientes o similares como el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA por sus iniciales en inglés).

De hecho, cuando el Banco Mundial publicó su indicador de capital humano en 2018 o su actualización en 2020, nuestro país no figuraba por falta de información.

Esta ausencia comenzó a cambiar cuando nuestro país se reincorporó al Laboratorio Latinoamérica de Evaluación de Calidad de Educación, un programa de comparación realizado en 2017 y cuyos resultados se difundieron públicamente el año pasado. Las conclusiones confirman que seguimos por debajo del promedio en lenguaje, matemáticas y ciencias de primaria en comparación con Latinoamérica.

El informe señala que sólo la mitad de los estudiantes de tercero pueden comprender el texto leído. Y si la nota promedio escritura para tercer grado en Latinoamérica es 2,9 sobre 4, en el país el desempeño es un 10% más bajo que en la región.

Debemos pues trabajar inicialmente con los datos del Laboratorio que comenté previamente, a los que se sumaran los resultados de la prueba efectuada en 2019 que se divulgarían este año.

Adicionalmente, sería relevante continuar con esfuerzos de gobiernos subnacionales como el del municipio de La Paz, que reveló que el grado de respuestas correctas en lenguaje y matemáticas está en torno a un tercio y apenas un cuarto para sexto de secundaria en 2014.

Estos últimos resultados deben llamar la atención seriamente porque según los resultados de 2017, los mejores desempeños en lenguaje y matemáticas se ubicaban en dicho municipio, estando nuestro departamento en una posición similar al promedio nacional.

Y resta decir que, mientras se hacen las reformas o refuerzos necesarios en la educación primaria y secundaria, también tendremos que evaluar el desempeño de los centros universitarios, para hacerlo más relevante y útil.

Una lectura obligada al respecto es el libro Mercado, mentes y montos (de dinero) de nuestro compatriota Miguel Urquiola, profesor de la universidad de Columbia, donde repasa el éxito del sistema estadounidense. Necesitamos examinar esa y otras experiencias de éxito y fracaso para una auténtica revolución educativa a todo nivel.

No es hora de asignar culpas como tampoco de eludir responsabilidades, sino de plantear soluciones.

Caso contrario, seguiremos entrampados en el conocimiento y habilidades del siglo pasado en plena era del conocimiento.



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