El especialista considera que la creación de nuevos impuestos no son la mejor alternativa para incrementar los ingresos públicos y que la mejor opción es brindar seguridad jurídica a los posibles inversores

29 de agosto de 2023, 11:00 AM
29 de agosto de 2023, 11:00 AM

Martín Litwak, especialista en temas fiscales, es un convencido de que la creación de nuevos impuestos no resuelve la falta de recursos públicos y por el contrario genera un escenario de incertidumbre y poco propicio para los capitales que a su criterio “son mimosos y siempre  van hacia donde mejor se los trate”.

 ¿El cobro de impuestos por parte del Estado es la única fuente para contar con ingresos que permita realizar obras o brindar servicios públicos?

La realidad es que la mayor parte de lo que hoy son obras o servicios públicos se puede financiar de manera privada. En el caso de que un país opte por hacerlo de forma pública, entonces los impuestos son desafortunadamente la única manera de financiar esos gastos. Cada peso que un Estado decide gastar sale de impuestos actuales, impuestos futuro (deuda) o del impuesto inflacionario (emisión). No hay otra alternativa.

 En una economía informal como la boliviana, se calcula que cerca de un 80%, trabaja y genera recursos en el mercado negro. ¿Cómo es posible ampliar el padrón de los contribuyentes? ¿Cómo seducirlos a pagar impuestos?

Desde un punto de vista general y diría objetivo, bajando impuestos, permitiendo la competencia fiscal interna y proveyendo seguridad jurídica. Desde un punto de vista subjetivo, en la medida en que los ciudadanos vean que sus impuestos redundan en servicios de mejor calidad y que son gastados de manera eficiente, en lugar de servir para financiar carreras políticas y/o actos de corrupción, las quejas respecto del pago de impuestos tenderán a disminuir.

A lo anterior debemos sumarle cuestiones puntuales. A modo de ejemplo, desde el mes de marzo de este año, existe en el país además un déficit de dólares que generó un incremento en las comisiones y demoras en las transferencias hacia exterior, lo cual obviamente perjudica al sector exportador del país.

Mientras Bolivia no resuelva la inestabilidad política que tiene, y que siempre genera inseguridad jurídica, y pretenda aumentar impuestos a los que más tienen, que suelen ser los que más invierten, arriesgan y más trabajo generan, no solo no van a reducir el tamaño de la economía informal, sino que van a lograr que cada vez más familias se estructuren jurídicamente e inviertan fuera del país. Es lo mismo que se vio en Venezuela o Argentina en el pasado. Los capitales son mimosos y van siempre hacia donde mejor los traten.

 En la actualidad el debate en Bolivia es el pacto fiscal. Ver cómo las regiones productoras de hidrocarburos se quedan con un mayor porcentaje de los impuestos por esos recursos y no que todo se vaya a la sede de Gobierno ¿cómo trabajar ese tema?

Conceptualmente, siempre es mejor la competencia fiscal a la cartelización. De cualquier modo, habrá que ver el contenido del pacto. Hay acuerdos de este tipo que funcionan bien y otros que no. Lo óptimo es que cada región sea responsable de determinar qué impuestos cobrar y obviamente se haga cargo de la recaudación de estos. Cuando los recursos llegan del Gobierno central, suele generarse gasto público desmedido a nivel local. Es una cuestión de incentivos.

 Para contar con más recursos, el Gobierno boliviano creó el Impuesto a las Grandes Fortunas ¿Qué lectura tiene al respecto con la creación de nuevos impuestos?

Como siempre pasa, la creación de nuevos impuestos no es algo que caiga bien en la población y menos este tipo de impuestos, que generan una doble imposición efectiva por parte de los ciudadanos.  Un elemento más de las cosas que no se deben hacer si se quiere  reducir la informalidad en la economía local.

Existen cuatro tipos de impuestos y los impuestos sobre el patrimonio son los peores ya que desincentivan el ahorro, la inversión, la competitividad y por último el trabajo, lo cual repercute negativamente no en los que más tienen, sino en los que menos tienen. Los “ricos” no dependen tanto del crecimiento de la economía del país en el que viven como los pobres. Las otras tres clases de impuestos son los tributos sobre las transacciones (también sumamente negativos), los impuestos sobre las ganancias y los impuestos sobre el consumo. Los países exitosos, por lo general, basan sus sistemas tributarios en estos dos últimos tipos de impuestos.

 Se critica la existencia de paraísos fiscales ¿Cuál es su postura al respecto?

El problema no son los paraísos fiscales, sino los infiernos tributarios y los Estados fallidos. Los paraísos fiscales, más allá de lo que digan los medios de comunicación y los grupos de presión formados por países de alta tributación (como la OCDE o el G-20) benefician a todos los pagadores de impuestos, los usen o no, ya que promueven la competencia fiscal entre países y, fruto de ello es la reducción de las alícuotas impositivas.

Los paraísos fiscales son jurisdicciones con alta seguridad jurídica y gran respeto por los derechos de propiedad y privacidad de los individuos. ¿Qué más se les puede pedir? Por otro lado, la realidad es que la evasión fiscal se da a nivel local, no offshore, y que el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo también son fenómenos domésticos. Y estos son hechos, no opiniones.

 ¿Dolarizar la economía argentina es la solución?

No creo que la solución pase por dolarizar, sino por el bimonetarismo. La realidad es que, a fin de dolarizar hay que hacer muchísimas reformas macroeconómicas que, si de verdad se realizaran, tornarían innecesaria la dolarización. De cualquier manera, en mi opinión, la principal reforma que debe encarar Argentina es fiscal. El país necesita una baja masiva de impuestos de manera inmediata.

 ¿Considera que es momento de girar y cambiar las políticas fiscales, monetarias y económicas hacia una tendencia menos estatista?

Sin ninguna duda, Bolivia hasta hace poco era uno de los pocos países de Latinoamérica sin problemas cambiarios y sin inflación. Claramente, y aunque nos pese, hoy no se puede decir lo mismo.

 En Bolivia se controla la inflación con la subvención de algunos alimentos y de los combustibles ¿es sostenible?

No, las subvenciones nunca son buenas. El Estado debe intervenir lo menos posible en los mercados. Si hay margen para dar subvenciones, entonces que bajen los impuestos.