19 de septiembre de 2022, 4:00 AM
19 de septiembre de 2022, 4:00 AM


En varios de nuestros artículos hemos sido críticos sobre el clima de desinversión en Bolivia, debido a la crisis política y social perenne que vive el país desde el año 2019, situación que se refleja en los indicadores de inversión tanto pública como privada nacional y extranjera de los tres últimos años. 

A esto debemos sumar la animadversión del Gobierno contra el sector privado en materia de política laboral, nuevos impuestos y falta de diálogo para concertar medidas de reactivación.

No obstante, en septiembre del pasado año aplaudimos las medidas en materia de política tributaria que impactan de forma positiva en la inversión tanto pública como privada, estas medidas establecidas en la Ley 1391 permitieron el diferimiento del Impuesto al Valor Agregado a la importación de bienes de capital destinados a reactivar el sector productivo nacional, reduciendo los requerimientos de inversión en nuevos emprendimientos y en otros casos la renovación de maquinarias y equipos en inversiones ya consolidadas.

La medida, en concreto, permite que el impuesto al valor agregado aplicado en la importación de maquinarias, equipos, plantas industriales y otros bienes de capital, del 14,94% s/CIF, al ser diferido a tasa cero, reduzca el nivel de inversión del proyecto, con lo cual baja de forma significativa el capital necesario para el nuevo emprendimiento, de forma tal que se incentivan nuevas inversiones. Si bien el IVA importaciones no constituye un costo directo, sino un pago anticipado del impuesto a la venta futura, que se compensa con el pago del gravamen por parte del consumidor final, el no pagarlo de forma anticipada sí representa un ahorro financiero que alivia el flujo al inicio del emprendimiento.

Una muestra del beneficio de estas medidas se refleja en los flujos de importación de bienes de capital, entre el primer semestre de 2021 y el mismo periodo en 2022, donde las compras de estos ítems crecieron en más del 20% y se espera, hasta fines del año en curso, pueda llegar a un incremento cercano al 30%. El total anual de importaciones de bienes industriales incluidos en la medida de incentivo de la Ley 1391 fue de 692 millones de dólares el 2021, mientras que en los seis primeros meses del presente año, ya habíamos logrado cerca del 60% de esas importaciones, destacando las compras de equipos de transporte de mercancías de alto tonelaje, las maquinarias para el sector de la construcción y las máquinas de uso agrícola. No es casualidad que todos estos sectores sean los que más están contribuyendo al crecimiento del PIB nacional.

Otra de las medidas acertadas implementadas en el mes de abril del presente año, fue la liberación del gravamen arancelario para la importación de insumos agropecuarios como fertilizantes y agroquímicos, a través del DS 4702 cuya vigencia se extenderá hasta diciembre de 2022. Esta reducción de los costos de importación en los insumos agrícolas favorece la expansión de los cultivos y permite aumentar los rendimientos, protegiéndolos de plagas y/o sequías que no se puede afrontar con biotecnología, debido a las conocidas restricciones medioambientales.

Otro de los positivos impactos de estas medidas en la inversión privada nacional se está dando en la instalación de nuevas plantas industriales importadas como unidades funcionales en sectores de la industria alimentaria, como el sector oleaginosas, cárnico y otros alimentos procesados con base a cereales. Esto tiene un efecto muy importante no solo en la industrialización de las materias primas, sino en el incremento de la producción primaria que abastece estas industrias y en consecuencia en la generación de empleo rural.

En el caso de la inversión pública, esta también se beneficia de manera indirecta, en particular por las nuevas plantas proyectadas de empresa estratégicas públicas en sectores como la energía, alimentos y otros. Las inversiones para este periodo de gobierno en la producción de fertilizantes, aceites vegetales, biocombustibles y otros, que se espera sean provistas por reconocidos fabricantes de estos sectores industriales, se verán beneficiadas de la liberación de tributos aduaneros y en consecuencia de una reducción del capital público requerido para poner en marcha estas industrias.
Reiteramos que en un clima de estabilidad económica y abundancia de recursos naturales deberíamos ser uno de los países con mayor índice de apertura hacia la inversión, no solo en sectores de la industria extractiva, sino en áreas con recursos renovables como la agricultura, ganadería, forestal, energías limpias, industria manufacturera del tejido, cuero, industria cárnica, alimentos procesados, metalúrgica, fertilizantes, etc.

Nuestra vocación productiva puede ser una fuente importante de capitales frescos en inversión productiva que genere empleo y exportaciones, por lo que medidas como las analizadas deberían mantenerse.

Tags